Desde el arribo al poder por Morena (Movimiento Regeneración Nacional), ser oposición se ha vuelto toda una travesía. Evidentemente la “ola morenista” no se entiende sin su figura máxima, el actual Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien es factor fundamental para que candidatos -mujeres y hombres- ocupen hoy cargos de elección popular. Sin López Obrador en la boleta, varios gobernadores, alcaldes, diputados, etcétera, no estarían en esas responsabilidades. Si bien hay gente muy valiosa que seguramente hubiera ganado su elección, hay otros francamente impresentables (como en todos los partidos).
La oposición desde hace dos años quedó desdibujada a nivel nacional, los partidos políticos a través de sus dirigentes no tienen peso; inclusive en decisiones locales, en lugar de ayudar, estorban. En un esfuerzo por subsistir, plantean una alianza en varios estados y diputaciones federales que suena más a un grito desesperado que a proyecto de nación.
Al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Partido Acción Nacional (PAN), la fuerza que les queda está en sus liderazgos locales… a nadie le importa Alejandro Moreno ni Marko Cortés (presidentes del PRI y PAN, respectivamente), son intrascendentes por no decir que innecesarios. Hay que recordar que el PAN, por ejemplo, tiene su repunte décadas atrás gracias a figuras regionales externas que surgieron principalmente de cámaras empresariales más que partidista, a diferencia del PRI, que siempre ha sido un partido lineal donde para trascender es necesario mostrar militancia.
En Baja California la única oposición real a Morena es el PAN (según datos de la elección pasada inmediata), pero a diferencia de otros estados, están cargando con doble peso: por un lado, la fuerte figura y aceptación del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y por otra parte la resaca del pésimo gobierno de Francisco “Kiko” Vega. Lo anterior ha dejado desmotivados a los militantes, pero contrario a lo que uno pudiera pensar, sus dirigentes se empeñan en repartirse las migajas que les quedan entre los mismos grupos de siempre.
En época de “vacas flacas” es relevante regresar a lo básico, aquello que los hizo fuerte en su momento. Es evidente que en la estructura partidista ya no hay nada que ofrecer. Abrirse a nuevos rostros es una opción.
Me parece que de las pocas personas en la oposición con antecedentes inmediatos partidistas que cuenta un perfil interesante, máxime que conoce la técnica de gobernar y lo hizo con éxito como alcalde de Tijuana, es Héctor Osuna Jaime. Su pecado -para algunos- fue renunciar al PAN; ahora busca regresar como candidato externo, aunque en el fondo nunca se fue de Acción Nacional. Aun así, y según se comenta, la candidatura a gobernador recaerá en una mujer por el tema de paridad de género aprobado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a propuesta del INE.
La oposición debería de voltear a ver nuevos liderazgos naturales que se han formado en los últimos meses, ya sean médicos, empresarios (medianos y pequeños), gente que ha contribuido con apoyos de diferente manera a quien más lo necesitan en época de pandemia. Ahí hay historias de éxito dignas de contarse y conocerse. ¿Por qué no ir por ellos e invitarlos a realizar una carrera política? Son rostros nuevos, frescos, diferentes a los tradicionales. La respuesta por la cual no se abren a este tipo de personalidades es muy sencilla: nadie cede al interés personal o de grupo a su candidatura a alcalde, diputación o hasta regiduría, ya sea para ellos o para sus conocidos.
La oposición en Baja California se cerró a explorar posibilidades, piensan que los que están lo merecen. Con esa actitud pasarán años para que recuperen el poder.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación; socio fundador de la empresa CAUDAE. @CasoAlejandro