A El Mañana de Nuevo Laredo ya se la tenían sentenciada. De pura casualidad lo supe desde el año pasado: Dos veces les amenazaron perversos mafiosos. Seguramente “Zetas” traidores enviados por Osiel Cárdenas Guillén. Me di cuenta cuando cierto día recibí una llamada de El Mañana para cancelar la publicación de mi columna “Conversaciones Privadas”. Un editor simplemente explicó “ya no tenemos presupuesto”. Me extrañó. El Mañana es un diario exitoso. Líder. Todavía les ofrecí la columna gratis. “No me importa que no me paguen, me interesa que me lean”. Pero ni así. Entonces me quedó claro. No era el dinero. Pero más me extrañó. Ninfa Deandar, directora de El Mañana y yo teníamos tanta confianza como para decirnos las cosas sinceramente y no lo hizo. Por su silencio no la busqué. Todo me quedó claro. Ya había colocado a su hijo Ramón al frente del diario. Tampoco él me informó sobre la suspensión de la columna ni le pedí explicación.
Dos amigos reporteros de Nuevo Laredo me dijeron cada quien por su lado y coincidieron: Recién envié una columna titulada “Ciudad Miguel Alemán”. Detallé allí los lugares donde se encontraban siempre “Los Zetas”. Desde restaurantes hasta billares. Mencioné algunos nombres. Marcas de vehículos. Hora de reuniones y más. “No les gustó” me dijo un reportero. “Fueron Los Zetas al periódico o llamaron a El Mañana y reclamaron”. Por eso cancelaron la columna. Respeté la decisión y decidí no publicar nada para evitar colocarlos todavía en más peligro. Entretanto ofrecí la columna a otros periódicos de Nuevo Laredo y no la aceptaron. Ni modo.
Poco después vino el secuestro y desaparición del reportero Alfredo Jiménez de El Imparcial en Hermosillo, Sonora. Eso provocó la reacción periodística en el norte mexicano: Los reporteros decidieron sorpresivamente no realizar más investigaciones del narcotráfico. Únicamente estaba haciendo eso y bien, Alfredo. La mayoría de los compañeros me comentaron no tener miedo. Pero alegaron falta de garantías. “No sabemos a qué le vamos tirando”. A su vez, editores decidieron no publicar esos trabajos de investigación sobre la mafia. Simplemente informarían sobre hechos. La ineficacia de la Procuraduría General de la República para aclarar el caso Jiménez fue absoluta. Mucha promesa de solución y nada en realidad. Esto provocó más descontento. Y entonces vino una convocatoria de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Septiembre 2005. Se realizó una reunión de directores fronterizos norteños en la Ciudad de Hermosillo.
Allí se decidió exigir al Presidente de la República solucionar por lo menos los asesinatos de periodistas en su sexenio. Como siempre prometió y hasta la fecha no cumple. Igual con promover una iniciativa para tipificar como federal el agravio y asesinato de periodistas. Simplemente dijo sí pero no cuándo. Fue entonces en Sonora cuando se firmó la “Declaración de Hermosillo” por más de 30 directores. Haciendo el reclamo al gobierno foxista y promoviendo reuniones de reporteros. Recibirían orientación sobre cómo tratar el caso del narcotráfico y no correr riesgos. Para eso se acordó realizar los seminarios en Nuevo Laredo como muestra de solidaridad a los compañeros de esa Ciudad. Y con la asistencia de todos quienes quisieran ir de otros Estados.
En esa reunión y durante un receso se me acercó Ramón Cantú de El Mañana. Me ofreció disculpas por haber cancelado la columna. Pero explicó “…es que tuvimos dificultades con algunas gentes, Usted sabe”. Sentí su referencia como la segunda amenaza recibida. Me pidió discreción. Quedamos de vernos en Nuevo Laredo, pero mi salud me impidió viajar. Tenía muchas ganas de ir. Quedarme unos días y ver cuál era la situación en esa frontera. Luego vino la gran sorpresa. A los pocos días de celebrado el seminario fueron cobardemente atacados en El Mañana. Me supongo los autores: “Zetas”. Es su forma de actuar. Asalto sorpresivo. Sin dar oportunidad a la defensa y el sello inconfundible: Granada. Son de esos traidores al Ejército. Expertos en esta clase de ataques. Para mí el motivo es claro: “Los Zetas” se enojaron cuando “El Mañana” fue anfitrión de numerosos periodistas de todo el país. En esas reuniones se condenó al narcotráfico estorbando la tarea reporteril. No les gustó oír eso y menos verlo publicado. Se enojaron. Fue como una venganza con el perverso “te lo dije”.
Creo que la tirria de “Los Zetas” contra El Mañana se fortaleció cuando el diario insistió en 2004: “Nuestro editor Roberto Mora fue asesinado por el narcotráfico”. Y entonces las opiniones estaban y siguen divididas. Hay quienes consideraron y siguen opinando: Fue un crimen pasional. No tenía las características mafiosas. El editor fue recibido en la madrugada a las puertas de su casa por un joven. Lo acuchilló. Lo detuvieron. Al encarcelarlo otro reo también le apuñaló. Es que, según eso, le estaba pidiendo algunos favores sexuales. Pero de todas formas El Mañana insistió en el narcotráfico…hasta cuando vino la primera amenaza.
Nuevo Laredo es una de las ciudades más dominada por el narcotráfico. La gran mayoría de policías municipales, estatales o federales son cómplices de “Los Zetas” o por lo menos sabedores de sus movimientos. Estoy seguro: En las procuradurías federal y estatal saben perfectamente quiénes fueron los atacantes. De dónde salieron. Cómo llegaron, escaparon y se escondieron. También quién dio la orden. Desde y con quién. Por incapaz y medroso el Gobierno de Vicente Fox tiene responsabilidad en estos ataques. Lejos de correr y encarcelar a los malos policías, cada vez son más aquellos robando, secuestrando o en el narcotráfico. Todo mundo lo sabe. La Procuraduría General de la República no tiene la capacidad para hacer frente al narcotráfico. Pueden decir todo lo contrario, pero las mafias han rebasado a las policías civiles. Forman parte de ellas. La realidad lo deja ver: Nuevo Laredo, Tijuana, Sinaloa, Michoacán, Distrito Federal, Jalisco y para no seguir, cada día hay ejecuciones. Pero casi nunca se captura a los responsables. A eso no se le puede llamar eficiencia policíaca. Es complicidad o miedo. Las declaraciones del Presidente “…no vamos a permitir estos atropellos del crimen organizado” solamente son palabras. Materia prima para discurso. Salida fácil a preguntas de reporteros. Lucimiento en televisión. Los delincuentes hacen cuanto quieren. Para desgracia en Nuevo Laredo cientos de jóvenes sirven de alerta en cada esquina a los mafiosos. Hasta les llaman “polizetas” y hay más en las afueras de la Ciudad para ver quiénes llegan por carretera y salen. Es una gran organización que lamentablemente ha comprado policías como naranjas en el mercado.
Sé de otros cinco periódicos en peligro como El Mañana. Fueron igualmente amenazados. Y también decidieron no publicar más información de narcotráfico. Apenas hace cuatro semanas les cayeron. Me daría mucha tristeza si les pasa algo. No puedo mencionarlos porque les pondría más en la mira trágica. Pero más coraje tendré si las policías no hacen nada por evitar este abuso increíble de la mafia. Lo de Nuevo Laredo es gravísimo: Fácilmente pueden entrar a tirotear y lanzar granadas a un periódico. Al rato lo harán en cualquier parte donde se les antoje. Hasta las oficinas de gobierno. Y luego tendremos las declaraciones oficiales inservibles gubernamentales: “No vamos a tolerar estas agresiones del crimen organizado”. Pura palabrería. Nada de hechos. La muestra es clara. Ningún crimen de periodistas durante este sexenio ha sido aclarado. Y los reporteros han investigado y publicado el nombre de cada culpable. Soy de la opinión: Si el caso de El Mañana no se aclara deben retirarse los procuradores General de la República y de Tamaulipas. No es posible seguir viviendo de sus incapacidades. Entretanto y desde aquí, toda mi solidaridad para Ninfa Deandar y su hijo Ramón. Incondicionalmente.
Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Bancornelas,
publicado por primera vez en febrero de 2005.