Conzultoría Matrimonial y Familiar
El síndrome del nido vacío es una sensación general de soledad que los padres pueden sentir cuando uno o más de sus hijos abandonan el hogar. Aunque es más común en las mujeres, ya que por lo general los hombres son más conchudos -bueno, somos-, aunque ocurre en ambos sexos. El síndrome del nido vacío se ha vuelto más importante en los tiempos modernos a medida que las familias extendidas son menos comunes que en las generaciones pasadas y las personas de la tercera edad empiezan a vivir solos.
Cuando los hijos se van los padres comienzan una nueva etapa en la que, probablemente, dispongan de más tiempo libre, no solo cambia el destino del tiempo propio, también en la economía familiar, gastos de escolares, alimentación, ocio. Habrá, además, una redistribución de espacios, en las habitaciones y mil detalles que hacen que, cuando el hijo regresa, la vida en familia no tenga nada que ver con la que dejó atrás.
Pero lo que no estaba previsto por los padres al irse los hijos, era que se diese la situación contraria, es decir, que un hijo tras años independizado, regrese a casa solo o con su propia familia. Este efecto boomerang y sus consecuencias es lo que se empieza a conocer como Síndrome del Nido Lleno.
La situación por lo que regresan a casa debe ser muy difícil para esos hijos, sobre todo si ya son mayores de 30, 35 o más años. Volver con los padres a menudo les hace sentirse fracasados, porque sienten que no son capaces de pagarse su propia vida. Es una dependencia que, si se prolonga en el tiempo, puede provocar cuadros de ansiedad e incluso depresión; al mismo tiempo es probable que genere también graves tensiones familiares, porque los padres, principalmente las madres, pretenden que sigan las mismas reglas antes de que se fueran, como “¿adónde vas?”, “no llegues tarde”, “limpia tu cuarto”, “no dejes tirada la ropa”, etc.
La casa que dejaron ya no es la misma, las nuevas costumbres implementada por los padres al quedarse solos son diferentes: viven más relajados, sin los compromisos y obligaciones que tenían que atender cuando estaban los hijos presentes; los gastos que tienen son diferentes y menos, por lo mismo. Asimismo, respetar el espacio propio de cada uno de los padres, y poder disfrutar de su independencia al irse los hijos de un espacio en soledad cuando se necesite. Es importante establecer que la necesidad de los espacios va en doble dirección, tanto los hijos como los padres necesitan su espacio personal propio.
Los padres también han de entender que conviven con otros adultos y que ya no son niños pequeños sin responsabilidades. Por lo que es conveniente y necesario establecer unas reglas para organizar tareas domésticas y horariosque se adapten a las necesidades de todos, y que impliquen la colaboración de cada miembro de la familia.
Mientras tanto, deben afrontar una relación familiar que no se parece en nada a la que conocieron años atrás cuando eran los niños de la casa. Es una nueva convivencia entre adultos con vínculos fuertes, pero también con criterios, prioridades y emociones muy distintas, y más si vuelven con esposa(o)s e hijos, o solo con hijos por haberse divorciado, o casos extremos de quedarse sin trabajo como está sucediendo por culpa del coronavirus en que se quedan sin trabajo.
Entre personas adultas, la comunicación entre iguales es la clave, pero en estas situaciones el parentesco familiar resulta determinante. A veces, a los padres les cuesta ver que su hijo ya no es un niño y que la manera de establecer un diálogo no puede ser la misma que la empleada en su infancia. También el hijo tiene que entender que sus padres ya no son los consentidores, dispuestos a todo por su felicidad.
Entender el nuevo rol de cada uno es el primer paso para que la convivencia funcione. A la hora de plantear una conversación, en la que se pueda tratar una situación conflictiva.
Como siempre gracias a mis dos que tres lectores por sus comentarios y consultas al correo: bautista46@hotmail.com o al celular (664) 204-61-80.
El Licenciado Roberto Bautista ejerce su profesión en Tijuana.