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sábado, febrero 24, 2024
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Quedarse con las ganas

Ya no estamos en edad de quedarnos con las ganas.

“¡Claro! Además, los dos queremos, ¿no?”.


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– Sí, tienes razón.

“¡Mesero! ¡Diez empanadas más, por favor!

Autor: Un confinado hambriento.


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El banco

¿Qué puedo hacer por usted el día de hoy?

“Quiero sacar 500 pesos”.

– En ventanilla mínimo son 2 mil. Si quiere sacar menos, tiene que usar el cajero.

“¡Es que no sé cómo hacerlo!”.

– Pues venga otro día y un compañero le enseñará cómo.

“Bueno, deme 2 mil”.

– Aquí tiene. ¿Algo más que pueda hacer por usted?

“Sí, quiero depositar mil 500”.

Autor: Usuario colmilludo.

 

Había una vez…

Una persona tan, tan flaca, que ni siquiera tenía dedo gordo.

Un hombre tan flaco, pero tan flaco, que limpiaba mangueras por dentro.

Una mujer tan gorda, pero tan gorda, que cuando se ponía tacones sacaba petróleo.

Un hombre, tan feo, tan feo, que lo contrataron para quitar el hipo.

Un hombre tan viejo, pero tan viejo, que vio el arcoíris en blanco y negro.

Un hombre limpiando un espejo, de repente frena y dice: lo limpias tú, ¡o lo limpio yo!

Había una vez… pero ya no hay.

Autor: Un cuentero.

 

Cirugía

Un hombre se sintió mal en la calle, cayó al suelo y fue llevado a un Hospital Católico administrado por monjas, donde lo operaron del corazón.

Cuando despertó, a su lado estaba la Monja Tesorera del hospital, quien le dijo:

– Su cirugía fue un éxito, sin embargo, hay un asunto a determinar. ¿Tiene usted seguro médico?

“No, Hermana”.

– ¿Tiene tarjeta de crédito?

“No, Hermana”.

– ¿Puede usted pagar en efectivo?

“No tengo dinero, Hermana”.

La monja empezó a sudar frío, pero continuó:

– Entonces, ¿podrá pagar con un cheque?

“Tampoco, Hermana”.

Ya desesperada, la monja prosigue:

– Bien, ¿tiene algún pariente que pueda hacerse cargo de la cuenta?

“Solo tengo una hermana solterona, que es monja, ¡pero no sé si ella pueda pagar!”.

La monja lo corrigió severamente:

– Disculpe, señor, pero las monjas no somos solteronas, ¡estamos casadas con Dios!

“Ah, magnífico. Entonces, ¡hágame el favor de mandarle la cuenta a mi cuñado!

 

Adivina

Un hombre se topa en la feria con una tienda de campaña de una adivina. Pensando en pasar un buen rato, entra y se sienta. Viendo su bola de cristal, ella le dice:

– Puedo ver que tiene dos hijos.

“Ajá, ¡eso es lo que usted cree! Soy padre de tres”.

– Ajá, ¡eso es lo que usted cree!

Autor: Dudoso.

 

Una verdadera lucha

Mujer: ¿A dónde vas?

Hombre: Saldré un ratito.

M: ¿Te llevas el auto?

H: Sip.

M: ¿Tiene gasolina?

H: Si, ya le puse.

M: ¿Vas a tardar mucho?

H: No, una horita más o menos.

M: ¿A dónde vas?

H: No sé, por ahí… solo a dar una vuelta.

M: Y ¿no prefieres ir caminando?

H: “No, me voy en el auto”.

M: ¿Me traes una nieve?

H: ¿De qué la quieres?

M: De mango.

H: Bien, de regreso paso a la nevería y te la traigo.

M: ¿De regreso?

H: ¡Sí, porque si no se derrite.

M: ¿Por qué no vas ahora, vuelves y me lo dejas?

H:  Mejor a la vuelta…

M: Uta, ma…

H: Cuando vuelva tomamos nieve juntos.

M: Pero no te gusta el mango.

H: Me compro otra.

M: ¡Trae de vainilla!

H: Tampoco me gusta la vainilla.

M: Trae de chocolate, nos gusta a los dos.
H: ¡Okey! Besos, vuelvo en un rato.

M: Oye…

H: Qué…

M: Chocolate no, ¡trae de fresa!

H: No me gusta la fresa.

M: Entonces tráeme de mango a mí y tú de lo que quieras.

H: Fue lo que dije desde el principio…

M: Qué sarcástico…

H: ¡Oh! Ya me voy.

M: ¡Dame un beso!

H: Bueno… (beso)

M: ¡No tardes!

H: No me tardo (abre la puerta).

M: ¡Amor!

H: ¡Y ahora qué!

M: ¡Uuuyyy!, qué grosero.

H: ¡Estoy intentando irme y no me dejas, amor!

M: ¿Por qué quieres ir solo? ¿Vas con alguien?

H: ¿Qué quieres decir?

M: Nada, nada… olvídalo.

H: ¡Ven acá! (cariñoso) ¿Crees que te estoy engañando con alguien?

M: No… claro que no… pero ya sabes cómo son…

H: ¿Cómo son qué?

M: ¡Los hombres!

H: ¿Estás generalizando, o estás hablando de mí?

M: Estoy generalizando.

H: Entonces no me lo apliques. sabes que no te haría algo así.

M: Está bien… vete entonces. Oye…

H: ¡Ay por Dios! ¡Qué!

M: Llévate el celular.

H: ¿Para qué, para que me estés llamando constantemente?

M: ¡No! Por si pasara algo.

H: No te preocupes.

M: Olvídalo, pues.

H: ¿Estás enojada?

M: No.

H: Entonces me voy

M: ¡Amor!

H: ¡QUÉEEEEE!

M: ¡Ya no quiero nieve!

H: ¿Ah no?

M: ¡No!

H: (Un suspiro) Okey, okey, ¡ya no voy a salir!

M: ¿Ah sí? ¿Entonces te quedas conmigo?

H: ¡Ya me voy a dormir!

M: ¿Estás enojado?

H: ¡SÍIIIII!

M: ¿Y por qué mejor no te vas a dar una vuelta para despejarte?

Autor: Una verdadera estratega.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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