– Oye, Mari, ¿y tu marido?
“En el jardín”.
– No lo veo…
“¡Tienes que escarbar un poco!”.
Autor: Fan de series de crímenes.
Un verdadero milagro
Estaba San Pedro recibiendo a las almitas que arribaban al cielo, cuando llega un curita. San Pedro le indica:
“Esta casita y este pequeño automóvil serán tuyos, hijo”.
El sacerdote se retira a hacer fila en la ventanilla de Entrega de Títulos de Propiedad.
En eso nota que un hombre conversa con San Pedro. El santo sonríe mucho, lo abraza, le da indicaciones y muy contento se retira a la fila.
Extrañado de tanta alegría, el curita pregunta al recién llegado:
– ¿Por qué tanta alegría, amigo?
“Es que me entregaron una mansión y una limosina”.
Indignado, el sacerdote se dirige donde San Pedro y cuestiona:
– San Pedro, ¿por qué le dio todo eso a ese tipo? Yo creí que en el Cielo no había favoritismos, yo fui sacerdote, ¿y él?
“Verás, hijo, él era abogado, ¡y cómo no vamos a estar felices, si es la primera vez que llega uno!”.
Autor: Un juez, ¡ja!
En el autobús
Iba sentado en el autobús junto a una mujer joven y su bebé; de repente el niño comenzó a llorar, ella sacó su pecho y el bebé no lo quiso, a lo que ella le dijo:
“Si no lo quieres, se lo voy a dar al señor…”.
El niño siguió en lo mismo, lo agarró poquito y lo soltó, pero ella insistía:
“Si no quieres, se lo voy a dar al señor…”.
Seguí muy atento a ese diálogo por largo rato, hasta que por fin no pude más y le dije:
señora, dígale al bebé que decida si lo va a querer o no, ¡porque yo hace como media hora tenía que bajarme!
Autor: Pasajero frustrado.
Las loras
Una señora va a la iglesia a confesarse y aprovecha para hablar con el cura:
– Padre, tengo dos loritas que lo único que dicen es “¡Somos de la vida alegre y queremos gozar!”. Me da una vergüenza cuando van visitas a mi casa y lo único que las loras dicen, son esas palabrotas.
“No se preocupe, tráigame a las dos loras, que tengo dos loritos muy bien educados, rezan y leen la Biblia, lo más probable es que les enseñen cosas buenas”.
Al otro día llega la señora con las loritas y el cura le pide que se las entregue. Las mete en una jaula con los loros que estaban rezando y las loras comienzan: “¡Somos de la vida alegre y queremos gozar!”. En eso se levanta uno de los loros y le dice al hermano:
“Deja esa Biblia y el rosario, ¡que nuestros rezos dieron resultados!”.
Autor: Anónimo del confesionario, claro.
Círculo vicioso
Haciendo poco esfuerzo, trataré de explicarles en pocas palabras este famoso término:
El director de una escuela llama a su secretaria y le dice:
“Vanessa, mi vida, tengo un seminario en Vallarta por una semana y quiero que me acompañes para que nos masacremos en la playa y en la cama toda esa semana. Haz los preparativos del viaje”.
La secretaria llama al marido:
“Juan, mi vida, voy a viajar a Río con el director de la escuela a un seminario, es por una semana”.
El marido llama a la amante:
“Leonor, mi tesoro: mi mujer va a viajar al exterior por una semana, vamos a pasarla juntitos, mi reina…”.
La amante (que es maestra) llama al niño a quien da clases particulares:
“Carlitos, tengo mucho trabajo la próxima semana. No voy a poder darte clases”.
El niño llama a su abuelo:
“Abu, la próxima semana no tengo clases, mi profesora estará ocupada. Así que por fin vamos a poder ir a pescar juntos”.
El abuelo (que es el director de esta historia) llama a la secretaria:
“Vanessa, ven rápido. Se dañaron todos nuestros planes, mi vida. Suspende el viaje porque voy a pasar la próxima semana con mi nieto que hace un año no veo, por lo que no vamos a participar en el seminario. Cancela el viaje y el hotel, y en dos meses armamos otra luna de miel”.
La secretaria llama al marido:
“Juan, el director se confundió de fecha y acaba de cancelar el viaje”.
El marido a la amante:
“Amorcito, ¡qué embarrada! No podremos pasar la próxima semana juntos, el viaje de mi mujer fue cancelado”.
La amante llama al niño de las clases particulares:
“Carlitos, cambié algunos planes y voy a poder darte clases como siempre”.
El niño llama al abuelo:
“Abu, mi profesora me dijo que tengo clases como siempre; no voy a poder ir a pescar contigo, ¡qué pálida!”.
El abuelo llama a la secretaria:
“Vanessa, mi reina: mi nieto me acaba de decir que no va a poder estar conmigo la próxima semana porque sí tiene clases, así que no compres los pasajes ni la tanga roja para ir a Vallarta”.
Autor: Vago aún confinado.