Desde hace algún tiempo me ha parecido positivo tener presente la idea de que muchas personas son feministas y no lo saben; la idea me hace sentir que el mundo no es tan injusto y que vamos avanzando hacia una sociedad mundial pacífica y equitativa. Quizás más de la mitad de quienes leen este texto es feminista, pero no lo ha tenido claro porque el término feminista lleva encima un pesado estigma, y ser feminista se ha satanizado; a la palabra se le han atribuido propiedades que no le corresponden. Por eso y muchas razones resulta imperante aclarar que el feminismo no es el machismo al revés. El feminismo es un asunto de derechos humanos, de justicia, libertad y de igualdad. Si los derechos humanos se fundamentan en la noción de dignidad para todas las personas, es claro que el sexo con el que se nace o el género con el que se identifica no debería predeterminar las oportunidades, responsabilidades, libertades, roles, o derechos que le pueden corresponder a una persona.
Ser feminista en esencia implica estar a favor de la igualdad entre hombre y mujeres; esta idea combate la premisa según la cual el sexo y el género son categorías que pueden determinar el lugar que ocupamos en la sociedad. Los feminismos movilizan a las personas que luchan para lograr sociedades igualitarias, respetuosas de la diversidad, sociedades en donde si eres mujer, puedas tener las mismas oportunidades de desarrollarte plenamente (como las que tiene un hombre).
El feminismo no sólo busca que la mujer sea reconocida sino también busca un espacio donde los hombres no sufran las consecuencias de sociedad patriarcal, donde puedan demostrar sus emociones, donde todo el sustento económico no resida en ellos y donde la violencia no sea la base para una educación infantil.
El derrotero del feminismo es la igualdad, misma que entraña el reconocimiento de todas las personas como libres e iguales en dignidad y derechos, sin distinción alguna; deriva de la unidad de naturaleza del género humano y es inseparable a este, e incompatible con toda situación en la cual se considera superior o inferior a un grupo o persona.
El principio de igualdad y no discriminación, y la perspectiva de género, constituyen pilares fundamentales de las sociedades respetuosas de los derechos humanos. El camino de la igualdad ha sido el camino del dogma de las diferencias, en principio, de identidades, así como del reconocimiento de los grupos históricamente en desventaja y oprimidos.
Con las recientes movilizaciones feministas sale a la luz el descontento por las pintas realizadas a los monumentos y edificios públicos; empero hay que tener en cuenta que el verdadero problema no es la marcha, ni las pintas, ni los destrozos en las ciudades. El problema real reside en asuntos tan graves como el hecho de que de enero a agosto de este año las estadísticas oficiales contabilizan 626 presuntos feminicidios, 1,988 mujeres víctimas de homicidios culposos, 1,906 de homicidios dolosos y 297 de trata de personas; situándose los municipios de Tijuana y Juárez con más feminicidios.
Es un hecho que las personas se escandalizan más por la protesta feminista que por las estadísticas preocupantes de feminicidio o de trata de personas; ello viene de los procesos de normalización de la violencia e invisibilización de la violencia de género.
La violencia contra la mujer nos afecta a todas las personas, a la humanidad, pues impide el logro de los objetivos de igualdad, desarrollo, paz y menoscaba su disfrute de los derechos humanos. Como se estableció en la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing (1995): La inveterada incapacidad de proteger y promover los derechos y libertades de las mujeres en los casos de violencia es un problema que incumbe a todos los Estados y exige que se adopten medidas al respecto.
Podemos estar de acuerdo en las diferentes manifestaciones que se hacen para buscar justicia para más de la mitad de quienes habitamos el planeta, podemos ejercer el derecho a manifestarnos o abstenernos de hacerlo, pero debemos tener conciencia del gran daño que ocasionan las actitudes y acciones de discriminación y violencia hacia las mujeres y las niñas.
Si estás a favor de la igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres, eres feminista.
Melba Adriana Olvera fue presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California. Correo: melbaadriana@hotmail.com