Jorge Mario Bergoglio, sacerdote obispo argentino, ha logrado cautivar a creyentes y no creyentes; es el primer sucesor de San Pedro Apóstol, primer Pater et Pastor (Papa) de la Iglesia Católica con tres singularidades entre muchas: es el primer Pontífice (hacedor de puentes) originario de América (Argentina); el primer Papa Jesuita (Compañía de Jesús), y el primero que escoge el nombre de Francisco (no por el compañero de San Ignacio, Francisco Xavier, sino siendo obispo de Roma y Sumo Pontífice), por el patrono de Italia: San Francisco de Asís.
Como complemento, quizá, de dos Papas; la producción del documental “El Papa Francisco: Un Hombre de Palabra”, es más verosímil y objetiva. Con más de 75 años de edad a cuestas, el Santo Padre o Papa Francisco, a través de Netflix, ofrece una visión universal del trabajo de un obispo, sacerdote, un hombre de Iglesia.
El documental en el que participan el Estado Vaticano a través de sus medios de comunicación digital y social, deja ver la personalidad verdadera de lo nunca visto en la historia de la Iglesia: Un Papa jesuita americano de apellido italiano: Bergoglio.
Muchos sufrimientos espirituales, físicos, morales, familiares forjaron como plasma el documental, la vida original y única del Papa Francisco: el primer Papa de los medios en redes. De la comunicación directa, sincera e inmediata.
Francisco no es como Juan Pablo II; grandes personalidades diferentes. Karol Wojtyla realiza su primer viaje internacional a México en 1979. El Pontífice argentino ha estado en Bolivia, Chile, México, Cuba. No ha ido a su natal Argentina, ¿por qué? Juan Pablo II va a México y de ahí a Polonia en 1979. El segundo de sus viajes internacionales.
Francisco I ha hecho llorar con su testimonio y palabras a congresistas republicanos y demócratas en su visita al Congreso de USA; le dio la bendición a Stephen Hawking, el genio matemático y científico inglés.
Cercanos a las personas, a mujeres, niños, hombres, trabajadores, empresarios, líderes religiosos y políticos; cercanos de ellos lo han sido todos los Papas del siglo XX y XXI: desde san Pío X, Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el actual Papa.
Cuando llega a México Fray Juan de Zumárraga, franciscano, primer obispo de México-Tenochtitlan, trae consigo la primera imprenta de América, a través de la cual evangelizará con libros, hojas y folletos impresos, a los aborígenes y a los “conquistadores”. Desde Nueva España (México) surgirá el primer periódico científico del continente, El Mercurio Volante.
Prácticamente Francisco es el hacedor de puentes (Pontífice) a través de Twitter, Facebook, WhatsApp… Con permanente presencia digital, también es un Papa presencial; esa es la belleza y profundidad de esta obra difundida por Netflix: “El Papa Francisco: Un Hombre de Palabra”. Sin dejar de estar ajeno a los retos y dificultades al interior y exterior de la Iglesia Católica, el Papa actual ha sabido, como Juan Pablo II, aprovechar la era digital.
A mediados del siglo XIX, algunos sectores de la Iglesia Católica llegaron a considerar los nuevos medios de comunicación como un invento del “demonio”. Grave error. Santos como el franciscano polaco Maximiliano María Kolbe, fundaron Niepakalanov, la ciudad de la imprenta; cientos de frailes franciscanos producían ya en 1939, un millón de ejemplares de El Caballero de la Inmaculada (edición para China y Rusia). Los nazis enemigos de la libertad de expresión, convirtieron en material bélico todas aquellas imprentas del padre Kolbe.
No deja de ser sorprendente cómo Guillermo Marconi, inventor de la radio, personalmente instaló y regaló al Vaticano lo que hoy ha llegado a ser Radio Vaticano. Evangelizando en más de 40 idiomas y lenguas.
Francisco, el Papa, es un hombre de palabra. Lleva como jesuita, argentino y como Obispo de Roma y del mundo, el peso del Padre y Pastor (Papa); recién electo expresaba cómo los cardenales que lo eligieron, tuvieron que ir por él hasta el fin del mundo, hasta Argentina. Y lo primero que pidió fue: “Oren por mí”. Pedir a Dios por él, es lo primero que solicitó a los asistentes de la Plaza de San Pedro, pero sobre todo a los creyentes y no creyentes que lo han conocido por los medios de comunicación social y digitales, y a quienes han tenido la dicha de conocerlo presencialmente, a pesar del gran sacrificio que significa para un sacerdote de más de 75 años, salir sonriendo a saludar a miles de personas.
Cuenta el mismo Papa Bergoglio que constantemente hace la oración de Santo Tomás Moro, para pedir a Dios el don de la sonrisa y el sentido del humor. La sonrisa fresca.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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