En días pasados falleció la señora Alicia Ugalde de Olivas, víctima de una de las enfermedades que venimos padeciendo los bajacalifornianos; posteriormente murió su esposo el Mtro. Daniel Olivas Beltrán en un accidente automovilístico, y de lo cual quiero abundar un poco.
Estamos hablando de un universitario de pura cepa, su calidad de académico no tiene duda alguna, así como su desempeño como administrador; además de conocerse como un brillante académico, se dedicó como, director de la escuela de economía de Tijuana, director de la hoy facultad de contabilidad. También es digno de comentar el hecho de que fungió como director de la escuela de turismo.
Tuve la oportunidad de convivir con el Mtro. Olivas al grado de que se establecieron diversos lazos que nos consideraron, desde los inicios de la secundaria, como hermanos. Hoy como se imaginarán, queridos lectores, es triste que el compañero de clases, el compadre en el bautizo de los hijos y muchos nexos más que nos han unido a través de los años.
Recto, estudioso, serio, capaz, afectuoso y siempre preocupado por el alcance escolar, social y político de todo aquel que se cruzaba en su camino.
En fin, hay cuestiones que no podemos evitar, tales como lo es la muerte de personas de excepcional calidad humana.
Todo lo anterior viene como resultado de un ejemplo de esfuerzo, de humildad, que logró una familia ejemplar y que quedó trunco, porque Daniel al fallecer dejó muchos proyectos que cumplir.
Ya nos encontraremos con el que ha de juzgarnos a todos y hará un balance de todo lo que cada uno de nosotros hizo durante el transcurso de su vida.
Posdata: Un abrazo cordial para todos los miembros de la familia Olivas, esperando que pronto encuentren la resignación, aunque una pérdida de este tamaño es difícil de superar.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.