Recordar tantas vivencias de mi pueblo,
costumbres vivas en mi pensamiento,
personajes que se pierden en la bruma,
en la distancia, el olvido o en el tiempo.
Amanecer con un ponche en el mercado
de Doña Nanda, esos ricos calientitos;
probar temprano un menudo con Piedad
o comprarle a Polin unos ricos panecitos.
Probar de Don José los churros calientes
o ir con Don Santos por un rico raspado,
comprar unas conchitas con José Toledo…
¡Hoy solo son recuerdo del viejo mercado!
Con el calor costeño de Rosamorada,
a media mañana se antojaba
pedirle a Conchita un buen tejuino
o con Don Félix un buen vaso de cebada.
Tardes calurosas de sabrosos antojitos.
¡A degustar sopes con Doña Pancha,
con Calero unos tacos de birria
o probar pozole con Elena la Cacharpa!
¡Todo eso vivimos en mi pueblo viejo,
tradiciones, algunas ya olvidadas!
Si las recuerdas o tú las disfrutaste,
¡afortunado por esas épocas doradas!
Eduardo Enrique Parra Romero.
Tijuana, B.C.