“Es un error entregar al PRI la presidencia de la Cámara de Diputados”, alcanzó a decir en la derrota el diputado federal por el Partido del Trabajo, Gerardo Fernández Noroña, antes que con los votos de Morena, eligieran como presidente de la Cámara de Diputados a la priista Dulce María Sauri Riancho el 2 de septiembre de 2020.
Las negociaciones en la Cámara de Diputados federal iniciaron la última semana de agosto, a días de concluir el periodo como presidenta de la Cámara baja de la panista Laura Rojas. Siendo Morena y el PAN, primera y segunda fuerza política en el legislativo, desde su tercera posición, el PRI demostró interés por encabezar ese cuerpo legislativo.
Pero también el PT, en la figura de Fernández Noroña, pretendía presidir la Cámara legislativa. Para entonces el Partido Revolucionario Institucional contaba con una bancada de 46 diputados y el PT de 43. Pero cuatro legisladores “decidieron” dejar sus partidos, uno incluso a Morena, para adherirse a la bancada del Partido del Trabajo y hacerlos mayoría, con lo que entonces sí, Fernández Noroña obtendría la presidencia, considerando que su partido lo propondría para la posición.
Aseguran en la Cámara de Diputados que la negociación de su presidencia no se hizo en el recinto legislativo, sino en el Palacio Nacional. No suena tan descabellado, considerando que Morena es partido de mayoría, y que el PT fue en alianza con el Presidente para ganar la elección de 2018.
En esa circunstancia hubiese sido lo más fácil para Morena derrotar de nueva cuenta al PRI, apoyando no solo con más miembros a la bancada del PT, sino votando por la planilla que ellos propusiesen, aquella encabezada por Fernández Noroña. Pero no.
En los últimos días de agosto, cuatro legisladores del Partido de la Revolución Democrática se adhirieron a la bancada priista, llegando ésta a los 50 miembros, conservando así la posición de tercera fuerza política, ganándose “el derecho” a presidir la Cámara de Diputados.
Y si Usted habría supuesto que Morena intentaría quitar esa posición a los tricolores para regresar a tercera fuerza al PT su aliado electoral, lo cuál sería lógico, pues no fue así. Los diputados de Morena se quedaron tan campantes como han estado y de hecho votaron algunos por la diputada priista para la presidencia legislativa.
Dulce María Sauri Riancho ganó la titularidad de la Cámara con 313 votos que no habría logrado sin la participación de Morena, registrando 123 sufragios en contra y 21 abstenciones, lo cual no se hace suponer, sino evidencia, que la representante tricolor llegó con la venia y apoyo de Morena.
Aquí es donde la situación da un viraje hacia la promiscuidad política, porque es evidente que sin importar ideología, sin imperar el pensamiento ni ponderar la oposición parlamentaria, los de Morena pactaron con el PRI para que llegaran a la Cámara baja. A cambio de qué, es la pregunta.
Antes que se diera la votación en la Cámara y las adhesiones en PT y PRI en la lucha por el poder, entre las cúpulas de los partidos políticos y los corrillos de Palacio Nacional ya se sabía que la elegida había sido la ex gobernadora de Yucatán. El espectáculo mediático legislativo que ofreció el diputado Fernández Noroña fue porque se sabía fuera de la jugada política. Entendió que no lo dejarían llegar, que su aliado lo había sacrificado por un pacto mayor con la “oposición tricolor”. Al final, mayoriteado, el petista se consolaría con un “Yo soy presidente de la Cámara en el corazón del pueblo”.
En las negociaciones políticas, el dar para sumar y quitar para ganar, Morena (Andrés Manuel López Obrador) perdió después de 2012 a Movimiento Ciudadano, y si el tema de la presidencia de la Cámara no estaba solo en la cabeza de Gerardo Fernández Noroña, sino en el espíritu político del PT, podría perder también a ese aliado. Aunque también es opción, que la cúpula petista haya acordado el sacrificio de uno de los suyos ante un “bien mayor”.
El objetivo detrás de la votación que hizo triunfar a Dulce María Sauri con las voluntades de los diputados de Morena, dicen, es darle relevancia al PRI a cambio de una actitud institucional dócil en la Cámara de Diputados.
En la víspera de la elección de 2021, Morena desde el poder no tiene oposición política, aparte de que ciertamente, como dice el Presidente, “están moralmente derrotados” con las negociaciones en el Legislativo y terminan cooptados. ¿Con cuál calidad moral e independencia ideológica el PRI se erigirá como principal crítico de López Obrador y sus acciones, cuando fue beneficiado por Morena para sentarse en la silla de la presidencia de la Cámara de Diputados?
En las negociaciones y pactos políticos, en las concertacesiones -como las llamaba durante su presidencia Carlos Salinas de Gortari- siempre el partido en el poder cede algo para obtener una ganancia. Y es justo ahí cuando los segundos terminan limitados por los primeros.
Lo que saldrá de la negociación PRI-Morena lo veremos en el siguiente periodo y en las próximas elecciones, porque así como en política no hay coincidencias, nada es gratuito. Las negociaciones son la tumba de la independencia política, y la dominación sobre la “oposición”, comprar para tener. No hay de otra.