El pintor tijuanense falleció el martes 8 de septiembre a la edad de 84 años. “Busco el equilibro, la armonía, que mis cuadros estén bien compuestos. Yo me considero simbolista; algunos me dicen que soy surrealista, de ninguna manera, soy simbolista”, expresó a ZETA durante su exposición-homenaje en la Galería de la Ciudad en 2019
Pilar de la plástica bajacaliforniana, Manuel Rodríguez Sarabia, mejor conocido en la escena cultural de la región como Varrona, murió el martes 8 de septiembre de 2020, a la edad de 84 años.
“Quienes laboramos en la Secretaría de Cultura de Baja California lamentamos profundamente el deceso del Creador Emérito Manuel Rodríguez Sarabia ‘Varrona’. Deja el plano terrenal un ícono de Tijuana, el personaje de los lentes de pasta y las camisas que convertía en lienzos en sus exposiciones”, informó el organismo que titula Pedro Ochoa Palacio.
“El Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana (IMAC) externa su más profundo pesar y se suma al dolor que embarga a familiares, amigos y a la comunidad artística por el sensible fallecimiento del maestro Manuel Varrona, artista plástico, pionero en Baja California y maestro formador de generaciones de artistas”, emitió Minerva Tapia Robles, directora de la institución en la que Varrona fue distinguido en 2019.
DE TIJUANA
Hijo de Melitón Rodríguez y Otilia Navarro, Manuel Rodríguez nació en Tijuana el 28 de mayo de 1936.
“Antes de aprender a leer y escribir yo dibujaba, era natural en mí estar dibujando; cuando otros niños jugaban canicas o trompos, la pelota, mi diversión era estar dibujando”, expresaría a ZETA Manuel Varrona cuando festejaba 83 años.
Recordaba que sus padres querían que estudiara Derecho, pero siempre tuvo claro que lo suyo era el arte desde el dibujo:
“Mi padre quería que yo fuera médico o abogado, nunca contradije a mi padre, pero esa vez sí, porque lo que yo hacía era dibujar todo el tiempo; le dije que tenía que ser algo relacionado con el dibujo, porque es lo que me gustaba, el dibujo; mi padre no entendió nada de eso. Me dijo mi padre: ‘Si no va a hacerse lo que yo digo, te pones a trabajar en la tienda’, luego me sacó de la secundaria y me puso a trabajar en la tienda que era de mercería”.
Transcurría 1953 cuando el joven Manuel Rodríguez hizo el viaje de norte a sur, estableciéndose en Ciudad de México para matricularse en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”; incluso años después, en 1968, estudió Sociología del Arte en la École des Hautes Etúdes en Sciences Sociales de París.
Lo demás es historia para fortuna de la plástica regional, ya que Manuel Varrona es uno de los pilares del arte bajacaliforniano.
LOS SÍMBOLOS
Una característica que prevalece en la obra de Manuel Varrona es la simbología que plasmaba en cada una de sus piezas; cada objeto o color tenía una justificación en la propuesta de Varrona.
Los símbolos en la obra de Varrona se manifiestan desde sus primeros dibujos de tinta de imprenta sobre papel como “Gucumatz y las bacantes” (1969) y “Gucumatz El Creador” (1970), donde se aprecia una “X” en la composición que, como manifestó a este Semanario, es un elemento que retomó de la cultura maya cuando vivía en Mérida. De hecho en la composición de sus obras de las siguientes décadas figuraba también de manera implícita la “X”, como en la pieza “La leyenda de Calafia” (2014).
– ¿Qué busca lograr en su obra, sobre todo con la diversidad de símbolos, colores vivos, la composición, la figura de la “X” explícita o implícita?, se le cuestionó en cierta ocasión.
“Busco el equilibro, la armonía, que mis cuadros estén bien compuestos. Yo me considero simbolista; algunos me dicen que soy surrealista, de ninguna manera, soy simbolista”.
Algunas de sus obras más representativas son aquellas en las que critica al sistema capitalista y el consumismo en general, o su postura contra la guerra, como la invasión de Estados Unidos a Kuwait en los 90; recreó el tema bélico en los acrílicos sobre tela “Entropía en Kuwait I”, “Entropía en Kuwait II” y “Entropía en Kuwait III”, de 125×100 centímetros.
“Trabajo diferentes temas, no tengo preferencia por un tema, sino que de repente algo me molesta y lo pinto como modo de protesta, delatar algo u otras veces relacionado con el erotismo, lo místico. Estos cuadros corresponden a la violencia, sobre la guerra del petróleo en Kuwait, son obras de los 90”, manifestaría a ZETA Manuel Varrona y haría hincapié en la simbología:
“La obra que tiene más símbolos es ‘Entropía en Kuwait III’, traté de simbolizar la muerte, inventé un arma múltiple, es una flecha, rifle, es varias cosas el arma que lleva la muerte; esta obra tiene tres símbolos: la Coca-Cola, el dólar y la Estrella de David. En las tres se repite el símbolo de la paz, pero aquí la están hiriendo, la están molestando”.
Además, en las tres obras de “Entropía…” predomina el color violeta, cuyo significado también revelaría el artista a este Semanario:
“Como el tema de la violencia es el mismo en los tres cuadros de ‘Entropía en Kuwait’, predomina un violeta grisáceo, entre lo místico y lo trágico”.
SU HOMENAJE
“Varrona simbolista” fue el título de la exposición-homenaje que le ofreció el IMAC -entonces dirigido por Haydé Zavala- en la Galería de la Ciudad de Tijuana, en mayo de 2019.
Bajo la museografía de Guillermo Hernández, Arturo Olivas y Graciela Mendoza Santos, “Varrona simbolista” fue una retrospectiva que incluía 35 obras creadas en seis décadas de trayectoria.
“Fue una manera de darle las gracias al maestro por parte de la ciudad al reconocerlo como un precursor del arte en Tijuana y por su labor docente. Montar la retrospectiva por sus más de 60 años de trayectoria en la Galería de la Ciudad, una de las salas de arte más emblemáticas para los artistas de Tijuana, fue cumplir con uno de los deseos del maestro y a la vez saldar una deuda de reconocimiento institucional que se tenía con él”, expresó a ZETA Haydé Zavala.
“Las 35 obras que se incluyeron en la muestra fueron representativas de su afán de experimentación plástica, que se manifestó sobre todo en la pintura y la escultura. Llama la atención que en su obra siempre había un punto de vista crítico, ya fuera a la historia o panoramas políticos nacionales o internacionales, a la cultura popular y, por supuesto, al arte mismo”, complementó.
“Manuel Varrona fue uno de los primeros creadores nacidos en Tijuana que se dedicó por completo al arte. Se fue de la ciudad pero regresó, sin dejar de pregonar jamás que quería llevar una vida dedicada al arte por el arte, pero con una conciencia de la continuidad, de cierta tradición y de la importancia de las nuevas generaciones. Se convirtió también en una presencia recurrente en la escena artística local, con su personalidad excéntrica y las camisas pintadas por él mismo. Será recordado como uno de los principales precursores del arte en Tijuana, pero también como un gran promotor ya que su militancia era en las filas de la creación artística”, reconoció la ex titular del IMAC.
“MANUEL ES UN SÍMBOLO DE LA PLÁSTICA TIJUANERA”: BLANCARTE
Tras el fallecimiento de Manuel Varrona, algunos artistas de la región manifestaron a ZETA su pesar, como el maestro Álvaro Blancarte:
“Lamento mucho el fallecimiento de Manuel. Manuel era un buen artista, un poco hacia lo simbólico más que a lo surreal, en realidad ahí hubo una intención”.
Y subrayó la búsqueda pictórica de Varrona:
“Para mí Manuel era un artista que terminó queriendo buscar algo, pensó que lo encontró pero le faltó camino, como le falta a todos cuando nos vamos”.
Finalmente, destacó al artista oriundo de Tijuana:
“Manuel era un artista tijuanense y clavado en su personalidad. Es una lástima que la gente se vaya antes de cumplir lo que no se cumple. Manuel era un buen hombre, pero sobre todo Manuel es un símbolo de la plástica tijuanera, parado en todas partes donde podía, él traía su presencia en Tijuana”.
“CUANDO UNO REVISA SU TRABAJO PARECE QUE ESTAMOS VIENDO A UN NARRADOR”: ROSIQUE
El artista visual e investigador Roberto Rosique también compartió con ZETA sus reflexiones sobre la obra de Manuel Varrona:
“Hay algo que me parece muy singular del trabajo de Manuel y tiene que ver con esa conjugación de las influencias europeas, de las vanguardias históricas: Manuel va a vivir más de 20 años a París y regresa bastante influido, aunque ya eran tendencias que habían pasado en su tiempo, se ve que calaron bastante en lo profundo de él; y lo interesante es que no regresa siendo un artista surrealista o expresionista, sino que conjuga estas tendencias”.
Y valoró:
“Hay particularmente dos vertientes que son las que me parece que predominan en su trabajo y lo distingue: una es el futurismo, esta tendencia de hacer elementos que te dan la sensación de movimiento y se ve muy recurrente en su trabajo; y el otro elemento está ligado estrechamente al surrealismo, pero un surrealismo fronterizo, un surrealismo cuyo tema tiene que ver con la realidad de nuestro contexto, un artista que está de alguna manera peleado con la abstracción. Es un figurativo, nunca tuvo interés por la abstracción, siempre denostó por la pintura impositiva imperialista, norteamericana, y vemos que su trabajo es un reflejo constante de cuestionar este sistema hegemónico”.
Para concluir, Rosique destacó:
“Creo que otra característica del trabajo de Manuel es justamente de que cuando uno revisa su obra parece que estamos viendo a un narrador, a alguien que narra la cotidianidad de lo que nos sucede, que no es muy común en el trabajo de los artistas de su generación”.