A veces creo que es tu venganza:
no llamas, no vienes, no pareces preocuparte,
y lo cierto es que yo tampoco lo hice.
Entonces comienzo a pensar en
si realmente merezco tu indiferencia,
porque quizás es la vida cobrándose mi desinterés por ti.
Porque después de todo, yo nunca fui lo mejor y tú tampoco;
entonces me pregunto si los dos merecemos esto.
Me pregunto que si lo que yo consideré apoyo moral,
sólo era un intento de ocultar tu abandono.
Porque era más fácil pensar eso de ti.
Y ahora míranos:
Estamos aquí, sin nada para decir, y fingiendo
que todo está bien cuando lo cierto
es que no fuimos los únicos heridos en nuestro desastre.
Dos personas que parecen escucharse,
pero nunca logran entenderse;
esos somos y no hay nada más triste que darse cuenta
de lo desconocido que eres para mí.
Y duele, duele como no tienes idea y como yo nunca imaginé,
porque es más fácil vivir engañada a saber la verdad
y darte cuenta que la realidad no era tan maravillosa
como esperabas.
Porque siempre fue más fácil callar,
antes que hablar y parecer desagradecida.
Ahora me doy cuenta que no puedo parecer desagradecida
si nunca me diste nada;
duele pensar que nunca fuimos nada para el otro.
¿Tan fácil es perder a una persona?
¿O es que nunca estuvimos en el mismo camino,
por más que lo intentamos?
Quizás es mejor así.
Tú te mantienes lejos y yo guardo silencio
porque tengo más miedo a las respuestas de todas estas dudas
que a tu poca presencia.
Cobra tu venganza; me haré cargo de merecerla.
Irlanda Guadalupe Martínez Ruelas.
Tijuana, B.C.
(Preparatoria Educare, grupo 401)