No es fácil hacer una adecuada y justa definición de lo que es un “político”.
Si se acude a un buen diccionario, como el de la Real Academia Española, quizá en estos tiempos de tanta revoltura, resulte la definición obsoleta. ¿Dónde ha quedado la mística?, ¿los valores?, ¿el compromiso? ¿Puede merecer confianza absoluta, por ejemplo, la persona que cambia de pareja constantemente y deja a los hijos para ir a adoptar a otros, olvidándose de los primeros para centrar su amor a los que recién conoce? Y que generalmente los deja, entusiasmado porque sus “sentimientos de veleta” cambian de inmediato.
Ahora muchos de esos políticos hablan de honradez y sus antecedentes forman parte de la historia pública de ellos, sin coincidir con lo que postulan. Se han dedicado a criticar, descalificar, dar clases de lo que debe ser el periodismo y cómo se debe ejercer. En la misma licuadora colocan a los escribanos y a los periodistas; a los buenos y malos, cuyos historiales ahí están en la memoria de quienes han seguido su labor de comunicar.
¿Quién es periodista? A través de los años tal vez haya cambiado la respuesta, pero lo que no ha cambiado es la definición de “¿en qué consiste el buen periodismo?”. Eso, les guste o no a los neo y viejos políticos, no ha cambiado en lo absoluto.
Admitiendo que los avances tecnológicos han propiciado una gran variedad de manifestaciones de comunicación, en el que todos se autonombran “periodistas” (y de los buenos), las cualidades del buen periodista siguen siendo las mismas:
La primera gran obligación es con la verdad. Ya lo hemos escrito aquí mismo, pero hay que insistir -aunque haya muchos detractores- que no pueden borrar ese primer compromiso del periodista. Y la “verdad” no es aquella que expresan los políticos; insistimos en ellos porque son los que han llegado pretendiendo darnos clases, cuando ni siquiera saben hablar correctamente. El buen periodista es aquel que trata de llegar a la verdad, o al menos a una parte importante de ella.
Eso es lo que purga a los “políticos” dueños del poder temporal y “finito”, ¡por fortuna!
Su poder terminará antes de lo que ellos quisieran. Les molesta que los buenos periodistas (aquí en ZETA se practica semanalmente la escuela dejada por el inolvidable don Jesús Blancornelas) busquen todas las fuentes posibles, incluidas las que son difíciles o peligrosas de alcanzar. Comprueban los hechos y hacen juicios explícitos sobre la calidad de las pruebas.
La buena memoria y honradez deben ser cualidades en los periodistas. El defecto que se está viendo como constante en los actuales políticos es el rencor. Una persona rencorosa no es confiable. En el 2021 hay que recordarlo.
Nota 1. Según los promotores de la 4T, estamos disfrutando de gobiernos pulcros. ¿Usted qué opina?
Nota 2. Rosario Robles Berlanga -hasta que un juez la declare culpable- se podrá admitir que no es una venganza de los honrados ex compañeros del PRD, Bejarano y Padierna. Lozoya está siendo tratado como un principito, a pesar de los 111 actos de corrupción que le detectó la Auditoría Superior de la Federación (de este gobierno).
Nota 3.- A los compañeros de los Organismos de la Sociedad Civil: paciencia… No hay mal que dure cien años.
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.
Correo electrónico: redsocialtijuana@hotmail.com www.lagacetaredsocial.gob