Este México nuestro, tan agredido por la clase política e insultado por muchos compatriotas que se dejan llevar por las pasiones partidistas…
Duele profundamente constatar que, a uno y otro grupo, no les importa el bien común. Tampoco la tranquilidad de la ciudadanía, la estabilidad social para que, a pesar de la actual crisis de salud, sea atendida -ahora sí- correctamente. La temida pandemia, que desde el principio no fue identificada adecuadamente, ni se le dio importancia de su peligrosidad, dañó sin misericordia. El Presidente López Obrador, con esa frivolidad que le es tan característica, no ha querido asumir su responsabilidad de guía y ejemplo de nuestra nación.
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Insulta, descalifica e ignora a todos los grupos sociales que se le acercan con el ánimo de ser escuchados en sus inquietudes, planes y sugerencias para unir sus esfuerzos a los del gobierno federal para la recuperación económica. ¿Es normal que se empeñe en negar todos sus dichos y hechos de años pasados? Sus apasionados seguidores, muchos de ellos seres inteligentes, pensantes, no admiten la decadencia de nuestra nación. Ahora ser malhechor, delincuente, merece las atenciones presidenciales.
Y si la conducta de dilapidar miles de millones de pesos por acciones equivocadas, no estuviera causando tantas muertes, el Presidente podría seguir tirando el dinero de los mexicanos. Pero ahí están sufriendo los grupos de enfermos, especialmente con cáncer, que mueren por la falta de medicamentos. El Presidente instituyó una extraña forma de gobernar, destruir las instituciones que estaban trabajando “muy mal”, según él, sin asegurar las dotaciones necesarias para proteger la salud y la vida. ¿Quién paga por estos errores? ¿Quién revive a los muertos?
Y qué decir de la administración pública, empeñado el presidente en sacar adelante sus “obras insignias” quita dinero a todo programa indispensable. Los niños, las mujeres y miles de hombres y mujeres abandonados a su suerte, sin programas que los protejan, desmantelando oficinas y sin dinero. Pidiendo a quienes trabajan en el gobierno que sacrifiquen parte de su sueldo para que paguen los errores de una administración pública, totalmente inepta.
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Nota 1. Los gobiernos municipales de Tijuana, al entrar, tienen la costumbre de cambiar pisos y pintar oficinas, quitar o poner paredes. Pero el actual que preside Arturo González Cruz, sí le ganó a todos. Y los perjudicados serán las personas que por necesidad tienen que acudir a Desarrollo Social Municipal. Se les ha ocurrido sacar de Palacio la dirección (dejando la Secretaría) y llevarla hasta la calle Ermita. Sin preguntar a los que saben los problemas que ocasionarán a quienes tienen necesidad de hacer trámites, muchas veces relacionados entre las mismas oficinas de Palacio o del Centro de Gobierno. Y dinero es lo que les falta.
Nota 2.- El gobernador Jaime Bonilla está empeñado en seguir siendo “la figura” de México e imitador del Presidente AMLO en sus agresiones a los periodistas. ¿Quién descalifica a los periodistas… Bonilla… Amador…? ¿Sabrán lo que muchos opinamos de ellos? La historia de cada uno es pública; nadie la inventa. Ellos, con sus acciones, la han escrito.
Nota 3. El general Luis C. Sandoval aclaró que no se trataba de ningún montaje, como lo calificó Durazo; el CJNG es un pequeño ejército, lo tienen localizado, pero no van por ellos, porque sólo se trata de delincuentes.
Luz Elena Picos es directora de Red Social de Tijuana.
Correo electrónico: redsocialtijuana@hotmail.com www.lagacetaredsocial.org
