La tarde del sábado 12 de julio, el Centro Cívico de Mexicali se “paralizó” debido a dos manifestaciones con ideas encontradas sobre la posibilidad de aprobar el matrimonio igualitario en Baja California, cuyo dictamen será analizado por diputados de la XXIII Legislatura -sí no ocurre nada extraordinario- el miércoles 15 de julio.
A 10 años que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) consideró procedentes los matrimonios igualitarios en México, el Congreso de Baja California pretende -por segunda ocasión desde que sus integrantes asumieron el cargo- analizar la homologación de las leyes locales con las federales. Sin embargo, por las características del momento social y político de la entidad, existe una tendencia favorable a la causa de los colectivos LGBTI.
Después de 30 años de gobiernos con orientación conservadora, por primera vez en la entidad se cuenta con una mayoría legislativa que avala los derechos de las comunidades transgénero.
A esto se le debe añadir las consecuencias de la contingencia de salubridad originada por el coronavirus, que permite a los legisladores llevar a cabo sesiones virtuales desde cualquier parte, lo que evitaría que manifestaciones influyan la decisión de los diputados o incluso que “revienten” la sesión plenaria, como ya ocurrió en noviembre pasado.
Los primeros en protestar fueron los grupos religiosos y lo hicieron en favor de lo que califican como “familia natural”, quienes desde el inicio de la semana se organizaron para llevar a cabo una caravana de vehículos, con el objetivo de mostrar el poder con el que cuentan las agrupaciones “celestes”, color que han adoptado como símbolo.
Al enterarse, los colectivos LGBTI se organizaron para protestar el mismo día y boicotear la caravana de sus contrapartes, a sabiendas que serían superados en número, ya que las comunidades religiosas normalmente son muy fuertes en la capital bajacaliforniana.
Alrededor de las 15:30 horas comenzaron a formarse los grupos. Los “celestes” se reunieron en el estacionamiento de la tienda Ley, ubicada en la calzada Independencia, a la altura de la calle Francisco L. Montejano. Mientras, las banderas de arcoíris se encontraron en las afueras del edificio de la Cámara Nacional de Comercio (CANACO) de Mexicali, y otro pequeño contingente se reunió en el estacionamiento de la tienda Proconsa de Lázaro Cárdenas y Río Mocorito.
La diferencia numérica era abismal. El recorrido de los primeros era recorrer la calzada Independencia, hasta llegar al bulevar Benito Juárez, donde tomarían trayecto hacia el Norte hacia la calzada Justo Sierra, la cual los condujo a la calle Colón y posteriormente darían vuelta para recorrer el mismo trayecto hasta llegar al Centro Cívico de Mexicali, donde darían tres vueltas para culminar el movimiento.
Mientras, el reducido grupo de manifestantes en favor de los matrimonios igualitarios, realizó una pequeña marcha desde la calle Anáhuac en el mismo Centro Cívico, hasta la Plaza de los 3 Poderes; su movimiento inicial no superó las 30 personas.
La primera impresión sugería que los grupos contra el matrimonio igualitario avasallaría a sus contrarios con la cantidad de asistentes. Sin embargo, cuando la caravana intentó dar la primera vuelta al Centro Cívico, la treintena de manifestantes se apoderó de las calles en el ala Sur de Palacio Municipal, y atravesando sus cuerpos “paralizaron” el numeroso convoy vehicular que terminó “encajonado” en una estrecha vialidad de dos carriles.
Ahí iniciaron su protesta. Con música, consignas y bailes. Miembros de la comunidad LGBTI se hicieron escuchar frente a sus contrarios, quienes se limitaron a observarlos y buscar espacios libres para que sus automóviles avanzaran algunos centímetros.
Por aproximadamente media hora bloquearon el acceso a la caravana hasta que policías municipales liberaron la calle con exhortos y comandos de voz.
La caravana pudo continuar su manifestación, pero al dar la vuelta y llegar al lado Norte del Centro Cívico, nuevamente fueron “bloqueados” por la comunidad LGBTI que consiguió refuerzos.
En este punto, algunos conductores de la caravana, descendieron de las unidades e intentaron hacer frente a las consignas con discursos, pero de igual forma fueron opacados con un grito unísono que decía “mis derechos no se consultan”.
Una mujer en contra de los matrimonios igualitarios se acercó al colectivo LGBTI y comenzó un reclamo, pero este terminó cuando la dama de avanzada edad fue rodeada en medio de bailes y festejos, lo cual provocó que la inconforme terminara en risas.
Aunque se trata de un tema álgido para ambos grupos, la realidad es que la protesta no tuvo mayores contratiempos, salvo algunas personas que se enfrascaron en peleas verbales.
El desgaste físico se hizo presente y los miembros LGBTI comenzaron a retirarse, mientras que los “celestes” terminaron sus tres vueltas y se trasladaron al fraccionamiento Mediterráneo, donde reside el diputado Juan Manuel Molina, a quien pretendían increpar para que no continuara con su intención de subir a Pleno la reforma constitucional y las modificaciones al Código Civil, que permitan los matrimonios igualitarios.