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sábado, octubre 5, 2024
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Lo detienen policías municipales por comer en una banca

Licenciada Ma. del Carmen Espinoza Ochoa

Síndico procuradora en Tijuana, B.C.

 

Tijuana ha tenido varias etapas en la cuestión policiaca, pero la constante, el común denominador, ha sido la corrupción, el abuso de los derechos plasmados en la Constitución, tanto de los que aquí vivimos como de nuestros visitantes.

La extorsión, el chantaje y hasta el despojo y el robo que, al amparo del uniforme, placa y arma, han practicado los que han formado de este agresivo y abusivo cuerpo policiaco, hasta la fecha, no hay una memoria que tenga un balance positivo de los que han desfilado, ya sea como tropas o comandos. Históricamente, la policía en Tijuana tiene una imagen negativa tanto entre los nativos como para los que se integran a esta frontera, provenientes de otros lugares de nuestro país.

En la actual administración municipal, no han querido evitar estas prácticas corruptas y de abuso. Se dice que cada agente de la Policía Municipal aquí en Tijuana, no termina su jornada sin traer en su bolsillo $100 dólares ($2,000 pesos), y para poder llevarlos a su casa tendría que haber reportado $200 dólares ($4,000 pesos) a su mando inmediato superior; en el trayecto hacia la parte del ápice de esta estructura, se quedan $100 dólares en este segmento medio, llegando $100 dólares libres de polvo u paja hasta la cúspide, la cima, el alto mando que, tomando en cuenta una fuerza de 1,000 elementos, multiplicados por esos $100 dólares, da un total de $100,000 dólares (o sea, dos millones de pesos diariamente).

¿Para qué quiere salario un integrante de un club campirano, si se hace “la cruz” cada día con esta módica cantidad?

En este ambiente de corrupción y abuso, presento mi queja/denuncia por los hechos que a continuación describo:

El día miércoles 24 de junio del año en curso, siendo las 14 horas (dos de la tarde), estando yo sentado en una banca frente al motel Díaz, ubicado en avenida Revolución entre calles Primera y Coahuila, se aproximó la patrulla de la Policía Municipal, número 3924-1 y cuyo tripulante -y único ocupante de dicha patrulla- me ordenó, en forma arrogante y soberbia, me retirara del lugar, a lo que le respondí en forma comedida y educada que estaba comiendo y que yo era de la tercera edad.

El agente repitió la orden, sin oír lo que yo le señalaba; le hice notar que su actitud denotada hostigamiento policiaco a una persona de la tercera edad. El agente se bajó de la unidad y me dijo que pusiera lo que trajera en los bolsillos en la carrocería de la patrulla; yo hice lo que me ordenada y le pregunté su nombre, a lo que me dijo “oficial Ramírez”; sin darme su nombre propio. En ese momento se acercó otro oficial, bajando de su patrulla, y me dijo “cada vez que usted se ponga aquí, lo vamos a detener”; le pregunté su nombre, diciendo él ser Pedro Pérez.

El oficial Ramírez me dijo “si se va en este momento, no lo voy a detener”, a lo que le respondí que iba a seguir comiendo en el lugar. Me ordenó subir a la patrulla, diciéndome que estaba detenido, a lo que le respondí “cumpla con su deber, oficial”.

Me trasladó a las celdas de detención ubicadas en avenida Internacional y Vía Rápida; al llegar, fui sermoneado por el oficial a cargo de las celdas, y enseguida apareció una persona, quien dijo ser el juez calificador, quien de igual manera me sermoneó y luego ordenó ingresarme a las celdas. Ya estando en una, se acercó el oficial Ramírez para preguntarme por mis datos personales, los cuales se los proporcioné, y al terminar sus preguntas, le inquirí acerca del dictamen del juez, respondiéndome que la infracción equivalía a 20 veces el salario mínimo vigente en esta ciudad. Le pregunté si había la manera de comunicarse por teléfono, a lo que me contestó que no, hasta que fuera trasladado a la 20 de Noviembre.

Permanecí en las celdas cerca de dos horas.

En ese momento, se acercó el encargado de las celdas y me preguntó mi edad; al escuchar mi respuesta, me dijo que me acercara a la puerta, abriendo ésta, para decirme que saliera de la celda. Ya en el corredor, se acercó el juez calificador y me dijo: “En consideración a su edad, le dejaremos en libertad”. Tomé mis cosas y salí.

Lic. Ma. del Carmen Espinoza Ochoa, ¿qué pasa en nuestra ciudad?

No se respetan las garantías individuales ni los derechos humanos; la policía asume que es dueña y señora de nosotros los ciudadanos; que es dueña de calles y barrios, como si fuera una pandilla, una ganga.

A Ud. le corresponde ubicar bien el papel de la policía en Tijuana.

Esperando que se tome en cuenta mi queja denuncia.

 

Atentamente,

Arturo Fierro Quiroz.

Tijuana, B.C.

Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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