“México vive en paz social”. “Ha disminuido la pobreza”. “El país es más democrático, existe libertad de prensa”. “El desempleo ha disminuido”. “La economía crece”. “Los salarios son mejores que antes”. “Se ha mejorado la ciencia y la educación”. “Estamos en guerra contra la corrupción…”.
No tendríamos que buscar mucho para encontrar idénticas o similares frases en alguna de las innumerables declaraciones y discursos del señor que “tiene otros datos” o que afirma que todo va “requetebién”. Pero no, las frases entrecomilladas corresponden a un artículo de Wikipedia en el que se explica que “el término ‘Foxilandia’ es acuñado en el discurso político popular mexicano, que fue comúnmente utilizado por opositores al Partido Acción Nacional (PAN) y por simpatizantes de la izquierda mexicana, que hace referencia al país descrito por el expresidente Vicente Fox (PAN) cuando menciona, según sus críticos, los logros de su gobierno (2000 – 2006)”. Al igual que el López Obrador de hoy, el en su momento Presidente Fox también hablaba de un país idílico muy diferente al de la realidad diaria de la inmensa mayoría de los mexicanos. De Foxilandia a Pejelandia.
En su discurso con motivo de la celebración del segundo aniversario de su victoria electoral, López Obrador nos describió a Pejelandia, al país de ensueño en el que vive: dijo que “se eliminó la tortura”, que “se atiende a las víctimas de la violencia y del neoliberalismo”; que ante las críticas a su gobierno, “la respuesta ha sido la tolerancia y la no censura” y, claro, que “no se permite la corrupción”. Por supuesto que dijo mucho más: las colonias y los pueblos rurales están mejor; bueno, hasta Pemex, según él, goza de cabal salud y “se recuperó la producción petrolera”. Solo agregó tres perlas más:
1.- Acerca de la pandemia afirmó “hemos logrado reducir la intensidad del contagio”. (El mismo día que México se ubicó entre los diez países más graves, con más de 231 mil enfermos y como el sexto en muertos; superando a España, al reportar a 28 mil 510 fallecidos por COVID-19).
2.- Sobre los pobres, los más afectados en la emergencia sanitaria, dijo que nunca habían recibido tantos apoyos y que “con esta inyección de recursos rápida y directa a las familias se está fortaleciendo la capacidad de compra o de consumo de la gente y con ello estamos reactivando pronto la economía”. (Lo dijo justamente cuando el Inegi publicó que el desempleo siguió creciendo y que en mayo el 52.9% de la fuerza laboral mexicana manifestó la necesidad de empleo; y que “12 millones de personas siguieron sin recibir un salario ‘debido a la suspensión laboral temporal ocasionada por las medidas de distanciamiento social’”).
3.- En el éxtasis de su ensueño, afirmó que el principal beneficio que está dando su gobierno “reside en conseguir la paz y la tranquilidad en México”, lo que sustentó en su discurso con datos acerca de que no han aumentado los homicidios y, por el contrario, delitos como los asaltos, secuestros, robo de vehículos o de comercios y de casas habitación, todos, sin excepción, han bajado.
Para López Obrador, no hay feminicidios; el 90 por ciento de las llamadas de mujeres víctimas de violencia -asegura- son falsas. “Es el primer Presidente que, de plano, niega que hay situaciones de violencia”, dijo Wendy Figueroa, directora de la Red Nacional de Refugios. Contrario a lo dicho por AMLO, Animal Político estimó que “es el primer año y medio de gobierno más violento en lo que va del siglo. La tasa de asesinatos duplica, por ejemplo, a la registrada en mismo periodo de Felipe Calderón, y es 55% más alta que con el expresidente Enrique Peña Nieto”, pues “en los primeros 18 meses de gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador fueron asesinadas 53 mil 628 personas en México, entre ellas, más de 5 mil 800 mujeres y mil 800 niños y adolescentes. En promedio, son casi 100 personas asesinadas todos los días en el actual sexenio”.
López Obrador se atrevió a decir que “lo más efectivo es precisamente lo que hacemos en el tema de atender las demandas de los más pobres y marginados”. Precisamente él, que niega en los hechos los derechos de organización, petición y manifestación, es el que presume de la paz, seguridad, tolerancia y atención a las demandas del pueblo que práctica su gobierno. De Foxilandia a Pejelandia, lo único irrefutable es la necesidad de la participación consciente y organizada de las masas populares en la política.
Sin la organización popular, no hay cambio posible.
Ignacio Acosta Montes.
Dirigente estatal del Movimiento Antorchista en Baja California.