Larry Nassar pasará a la historia criminal como el mayor depredador sexual de Norteamérica, tras haber abusado de por lo menos 500 mujeres (muchas de ellas, menores de edad) mientras ejercía como médico y osteópata de la Federación Estadounidense de Gimnasia.
Muchos de esos abusos, por los que Nassar está condenado a purgar casi 160 años de cárcel, se podrían haber evitado de atenderse la denuncia de la “Atleta A”, nombre que se asignó en USA Gymnastics a Maggie Nichols, una prometedora gimnasta que pagó muy caro ser la primera en alzar la voz en junio de 2015 contra los abusos de Nassar.
Ella es el origen y cierre del documental que acaba de estrenar Netflix, y cuenta la historia de cómo se descubrió el caso de los abusos de Larry Nassar, y, de paso, arrasó con el prestigio de una federación que ha dado tantos éxitos deportivos como vergüenza a los estadounidenses y al mundo en general.
El título cuenta con la participación de varias víctimas de Nassar. La propia Nichols es la primera, pero también están Rachel Denhollander, ex gimnasta que lideró la causa judicial contra Nassar; Jessica Howard, quien formó parte del equipo olímpico de Sidney 2000 junto a otra de las protagonistas, Jamie Dantzscher; o la campeona nacional de 1986, Jennifer Sey, que además es una de las productoras del documental.
El metraje cuenta con perspectiva cómo el periódico IndyStar destapó el caso en plenos Juegos Olímpicos. La denuncia de Nichols, que fue desoída e incluso encubierta por Steve Penny, ex presidente de USA Gymnastics y otro de los señalados en “Atleta A”, funge como hilo conductor de una trama que poco a poco va desmenuzando lo profundamente corrupto y podrido que está -o estaba- la metodología de la Gimnasia en un país donde los éxitos deportivos son clave.
También se narra con crudeza cómo con declaraciones policiales suyas, Nassar justificaba que hiciera penetraciones anales y vaginales con sus dedos a las gimnastas bajo la excusa de que las estaba tratando médicamente. Las víctimas explican que se lo permitían por el estado del miedo en que vivían en el Rancho Karolyi, del matrimonio de entrenadores conformado por Bela y Martha, que primero descubrieron a la rumana Nadia Comaneci, y, ya en Estados Unidos, a Mary Lou Reeton y el resto de históricas campeonas olímpicas de la Gimnasia.