“En el Paraíso la serpiente habló en inglés, la mujer en francés,
el hombre en italiano y Dios en castellano”.
-Adalberto González, Dichos Alteños.
Don Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores de México en USA, alcanzó a esconder su Rolex de 300 mil pesos, engañando al Presidente López Obrador; pero no a lo que él considera sus enemigos como “prensa fifi”. Cuando uno daba consejos sobre la austeridad, el otro en una transmisión televisada, Ebrard escondía el regalo de una de sus mujeres. Desafortunadamente, el diario Reforma destacó la dialéctica circense sobre la austeridad en la República bananera, donde en realidad se han perdido más de un millón de empleos por la pandemia.
Nuestro cinismo o simulación, son como los gestos de don Marcelo: fija la mirada para engañar al Presidente, ignorando que no se puede engañar a Dios, ni a uno mismo. Y tampoco a las cámaras de vigilancia o periodísticas.
Cuando no es Romero Dechamps, es algún político de cualquier partido; un secretario de Estado, como el mexicano, donde el salario solo alcanza para comer o sobrevivir; ahora, sumado a la falta de empleo por la contingencia; y el secretario de Relaciones Exteriores con su reloj de 300 mil pesos. Y esa no es la torpeza, el cinismo de esconderlo ante la mirada perdida del Presidente de la “austeridad”; pidiendo, predicando austeridad en la pandemia.
¿Será cierto que es mejor un pendejo bueno, que cien sabios malos?
Y acá en Baja California, torpeza tras torpeza: abajo la ley Bonilla 1, y enseguida abajo la ley Bonilla 2 (gubernatura de tres años). No y no. Se sumaron cuatro diputados de Morena a la negativa de la segunda ley Bonilla. A ver qué pasa con la Ley “Gandalla”.
“¿Del ZETA… el ZETA?… ¿Sigue saliendo?”, le contesta el gobernador a la reportera ignorada; pensará el Ing. Bonilla como AMLO, que Proceso o Reforma deberían de comportarse como el Granmma con Fidel Castro; o como Novosti con Breznev o Putin. Quizá por eso San Juana Martínez despidió en la hambruna a muchos corresponsales de Notimex, como el de México en Caracas, Venezuela. Que nunca esperó que la izquierda lo sepultara vivo, abandonado con Parkinson, viviendo con el sueldo de su esposa de tres dólares al mes; pero con un ahorro del corresponsal de 800 dólares. Le alcanza como para 250 meses. ¡Qué vida!
Para los políticos, la pandemia les pasó de noche, como a los miserables romanos que se escondían en los templos cristiano católicos cuando los bárbaros acababan con la ciudad eterna. A los romanos paganos, es decir, que creían en muchos dioses como Júpiter, Afrodita, Baco o la diosa Fiebre, según refiere san Agustín en la Ciudad de Dios.
Hipócrita y simuladamente, quienes escribieron por años en ZETA, mal agradecidos con este baluarte de la democracia y la libertad de prensa, ahora la atacan, habiéndola claramente instrumentalizado. Misma queja de la actual dirección editorial de la revista Proceso. No es una revista perfecta; pero nadie puede ignorar que ahí escribieron simultáneamente admirables pensadores ideólogos críticos, como Heberto Castillo de la auténtica izquierda mexicana; o Carlos Castillo Peraza, el presidente del PAN que llevó al triunfo a Fox; el yucateco que el obispo quería fuera sacerdote, pero quien le expresó con rectitud que le servía más a la Iglesia en la política. Y así fue.
En El Universal, enriquecen las páginas editoriales y de colaboradores personajes de todas las corrientes políticas; un ejercicio sano de debate de ideas, de hiper e hipocrítica. Alta y baja crítica.
El veneno que se esparce por la tierra en forma de corona; un microorganismo, millonésimamente pequeño, nos permite pensar en el más allá y en lo breve del más acá. “Como apunta Albert Camus en La Peste, “la Vida es Breve” escribirá Séneca. De la pandemia peste, lo único que hay que hacer es “aprender” dirá el doctor Rieux, personaje clave de Camus.
Con la peste actual hemos de leer o releer a Soren Kierkegaard (Temor y Temblor). O al mexicano Antonio Caso: La Existencia como Economía, como Desinterés, o como Caridad.
O seguiremos aferrados a lo que escribe un amigo: “En este mundo maltraca, sólo una cosa hay que ver: la raja que se saca y el mal que se puede hacer”.
Hay que respetar las indicaciones de las autoridades sanitarias, la pandemia no es un chiste. Es verdad.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.
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