La naturaleza cobra caro los daños provocados por humanos. No en la guerra por la Conquista y la de México se causaron tantos daños a la naturaleza, a pesar de que los nuevos gobiernos concedieron la tala de montes en todo el país. Al paso de los años, fueron disminuyendo los manantiales naturales (que hubo hasta que hubo), y después el país dejó de ser el granero de América.
Al término de tantas revoluciones, se inició el reparto de tierras en México. Pero quienes las poseyeron, no tenían dinero para sembrar; muchos se fueron de braceros al vecino país y allá se quedaron, y sus tierras abandonadas dejaron de ser una fuente de trabajo y producción agrícola.
En esos años, el comunismo amenazaba extender su poderío en el mundo; por ello, Alemania, que ya era una potencia que pretendía acabar con el comunismo, de inmediato declaró la guerra a los comunistas. Entonces el vecino país -siendo una potencia mayor- decidió organizar y patrocinar la Segunda Guerra Mundial.
La consecuencia, ya en plena lucha: contaminaron las aguas de los mares, ríos y lagos. Así se ha perdido el respeto y el amor a la naturaleza; por eso nos comienza a cobrar por los daños.
Esta es mi opinión personal.
Atentamente,
Vicente Martínez.
Tijuana, B.C.