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martes, octubre 1, 2024
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Sobre La Peste

* Mas de 100 millones de muertos hasta 1940’s

* En un día, 10 mil víctimas en Constantinopla en el Siglo I

 

“¿Hay más de treinta enfermos en la ciudad? Hay los que tienen miedo y los que no lo tienen. Pero los más numerosos son los que todavía no han tenido tiempo de tenerlo”.

-Albert Camus, La Peste (1947).

 

“Se extrañan algunos de que nos sea común, con los demás esta peste. Mientras estamos en este siglo, tenemos el mismo cuerpo que los otros hombres; solo nos diferenciamos por el espíritu. Cuando, pues, nos acomete la enfermedad y la peste hace estragos, entonces se practica nuestra fortaleza; entonces la fe, si permaneciere puesta a prueba, es coronada, como está escrito. (Eccli 27,5)”.

-San Cipriano, Sobre la Peste. (Año 252).

 

Sobre la Peste, año 252 d.C.: Había cesado la furiosa persecución del emperador Decio, que tantas víctimas causó entre los cristianos. Y en Cartago, África, con violencia aparece la terrible y mortífera peste. San Cipriano, obispo de esa región, sobrellevará la tragedia de su pueblo y de los no cristianos.

En la tempestad se conoce al piloto, en la pelea se prueba al soldado; resulta voluptuosa la jactancia cuando no hay peligro. Así expresa este pastor africano. Ni deben debilitar ni quebrantar la fe de un cristiano; antes bien han de poner de relieve el valor en la pelea, puesto que ha de menospreciarse toda molestia de los males presentes con la confianza de los bienes futuros. Si no precediere el combate, entonces habrá corona para los vencedores.

San Ciprino es africano de Cartago; otro africano es Albert Camus, de Argel, Premio Nobel de Literatura a sus 44 años, el segundo más joven (el primero fue Kipling, a los 42 de edad). Periodista y filósofo existencialista, compañero de Sartre y de Simone de Beauvoir, Camus escribe La Peste en 1947.

Describe Camus que un comerciante de productos alimenticios de su barrio acaparaba grandes cantidades para venderlas luego a precios más altos, y que descubrieron latas de conservas debajo de la cama cuando fueron a buscarlo para llevarlo al hospital. “Se murió y la peste no le pagó nada”.

El argelino Camus en La Peste describirá una cuasi crónica de las pestes que han azotado la humanidad, con más de 100 millones de víctimas, sin contar los de las guerras estúpidas. El cartaginés obispo Cipriano describirá detalles de aquella peste en el siglo III:

“Este flujo incontenible de vientre, que destroza ahora las entrañas; el fuego interior de la sangre que enciende inflamaciones de garganta; los repetidos vómitos que revuelven intestinos; las inflamaciones de los ojos sanguinolentos; los pies o miembros de algunos que, gangrenados por la peste, hay que amputa; todos esos males y daños de los cuerpos debidos a la peste sirven para mostrar nuestra fe”.

“¡Qué grandeza de alma luchar sin conmoverse el ánimo contra tantos ataques de la peste y mortandad! ¡Qué superioridad permanecer en pie sin doblarse en medio de tantas ruinas de los hombres, sin quedar derribado como los que no tienen esperanza en Dios, y alegrarse, en cambio, y aprovechar la ocasión que se nos ofrece de alcanzar el premio de esta vida y de la fe de la mano del jueves, si damos pruebas manifiestas de nuestra fe con viril fortaleza, y seguimos el camino estrecho que lleva a Cristo a través de la paciencia en los trabajos!”. (San Cipriano, Sobre la Peste).

Cartago y Argelia, están al norte de África. Entre Túnez, Argelia, Cartago, cerca del mar, enfrente tienen a España, Europa, Barcelona… En La Opinión de Los Ángeles, California (online), las descripciones actuales de la pandemia 2020 son crueles:

Los cadáveres en Nueva York, colocados en la caja de un tráiler. En España e Italia faltan crematorios para incinerar los miles de cuerpos muertos por la pandemia. En Estados Unidos, 502 muertos en un día (nada comparado con los 10 mil de Constantinopla en un día del siglo I). Pero veamos lo que magistralmente nos comparte Albert Camus, como escribe Raquel Castro sobre Émile Zola: ambos filósofos, periodistas auténticos, sinceros, no simuladores, como tantos intelectuales de televisión, dirá Castro.

Las plagas, en efecto, son una cosa común, pero es difícil de creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes (y pandemias) como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas. “Cuando estalla una guerra las gentes se dicen: ‘Esto no puede durar, es demasiado estúpido’. La estupidez insiste siempre; uno se daría cuenta de ello si uno no pensara siempre en sí mismo. Nuestros conciudadanos a este respecto, eran como todo el mundo: pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad. No creían en las plagas”.

“La plaga no está hecha a la medida del hombre; por lo tanto, el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa, y de mal sueño en mal sueño son los hombres los que pasan, y los humanistas en primer lugar, porque no han tomado precauciones”. (Camus, La Peste).

En 2020, la peste (pandemia) sorprendió a Wuhan, China. En Cantón, China, hace 70 años (1870), 40 mil ratas murieron de la peste antes de que la plaga se interesase por los habitantes. Pero en 1871 no hubo manera de contar las ratas, anotará Albert Camus. “No se trata de ver las cosas negras. Se trata de tomar precauciones”, diría el Dr. Rieux, el heroico médico de Camus en La Peste. Al 31 de marzo, en Italia sumaban 12 mil 428 muertos de 105 mil 792 contagiados.

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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