La obra maestra “La peste”, de Albert Camus, ha sido reeditada por el sello Debolsillo de Penguin Random House Grupo Editorial, en un momento en que el enclaustramiento por la pandemia del coronavirus ha hecho que lectores en todo el mundo retomen una obra vigente, o bien, descubran la maestría del Premio Nobel de Literatura 1957.
En “La peste”, Camus (Argelia, 1913-Francia, 1960) cuenta la historia de ficción del doctor Bernard Rieux y sus amigos en la ciudad de Orán, azotada por la peste bubónica a mediados del Siglo XX, recreación de la calamidad que en la realidad arrasó con alrededor de 25 millones de personas en Europa entre 1347 y 1353, un tercio de la población del Viejo Continente.
La pandemia se llamaba peste bubónica porque al ser contagiados los humanos por las pulgas portadoras de la bacteria Yersinia pestis, que a su vez habitaban en las ratas, se les inflamaban los ganglios del cuello, axilas e ingles, protuberancias a las que llamaban bubones y que llegaban a alcanzar el tamaño de una naranja, entre otros síntomas como fiebre, hasta llegar a síntomas extremos como la podrida pigmentación oscura en las manos de los contagiados; de ahí también el nombre de “peste negra”.
Publicada originalmente en París en 1947 por Éditions Gallimard, la célebre novela tiene como escenario la ciudad de Orán en la década de los 40 del Siglo XX, después de la gripe española de 1918 y tras el paso del nazismo por el mundo y la Segunda Guerra Mundial entre 1939 y 1945.
En Orán, un día apareció una rata muerta en las escaleras del edificio del doctor Bernard Rieux, pronto miles de estos roedores empiezan a morir misteriosamente; pero no sería tan preocupante para los oranenses hasta que, igual que las ratas, también fallecen por decenas y luego por miles.
Con la traducción de Rosa Chacel, en “La peste” Camus indaga las pasiones humanas extremas en medio de una calamidad, el recurso del aforismo y, obviamente, la poesía que propone el autor mientras deambula la muerte.
Primero, a través de sus personajes y narrador omnisciente, Albert Camus explora las conductas humanas antes o durante la catástrofe. No puede faltar el ignorante que desestima una epidemia: “La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal” (página 32); o el egoísta que solo vela por lo suyo: “Nadie había aceptado todavía la enfermedad. En su mayor parte eran sensibles sobre todo a lo que trastornaba sus costumbres o dañaba sus intereses” (61).
Así como el Siglo XIX tuvo en Oscar Wilde a su máximo exponente del aforismo, el Siglo XX contó también con Albert Camus como el gran maestro de la sentencia, esparcida por su obra, incluida “La peste”: “Nuestros conciudadanos se habían puesto al compás de la peste, se habían adaptado, como se dice, porque no había medio de hacer otra cosa” (131). “En el momento de la desgracia es cuando se acostumbra uno a la verdad, es decir, al silencio” (89), “Nada es menos espectacular que una peste, y por su duración misma las grandes desgracias son monótonas” (130).
Como una forma de leer el mundo, la poesía de Camus también caracteriza a “La peste” aun en medio de la tragedia: “La ciudad estaba muda, poblada solamente de rumores” (98); o “Toda la ciudad parecía una sala de espera” (131).
En “La peste”, el doctor Rieux y sus amigos encabezan una lucha a muerte contra la epidemia de Orán, aunque el desenlace de una catástrofe de proporciones apocalípticas es siempre impredecible, que el lector querrá leer por primera vez o volver a la maestría del Premio Nobel de Literatura.
Para que el lector evite salir de casa en estos días de cuarentena, puede adquirir “La peste” de Albert Camus por envío a través de www.gandhi.com.mx Asimismo, Penguin Random House (https://www.megustaleer.mx/) puso a disposición del público la obra en libro electrónico desde el 3 de abril y, a partir del día 30, estará disponible el audiolibro, cuya narración a cargo de Carlos Di Blasi dura alrededor de ocho horas.