En 2019 la autora argentina recibió el Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria y la Medalla Carlos Fuentes. “La literatura es la vida”, expresó a ZETA la narradora que en 2019 entregó el libro de cuentos “El chiste de Dios”, publicado por Editorial Sb-Vs
Una narradora imprescindible del mundo hispanoparlante contemporáneo es Luisa Valenzuela. Novelista, cuentista, minificcionista y ensayista, recibió en meses recientes dos distinciones en reconocimiento a su fructífera trayectoria.
Primero se hizo merecedora del Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria 2019, otorgado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), “por la extensión y la inteligencia de su obra, su genialidad narrativa, la constancia y presencia en sus publicaciones, el acierto en cuatro géneros (la novela, el cuento, el microrrelato y el ensayo), su sentido lúdico y creativo y el elemento reflexivo de su obra y su vinculación con la sociedad – lo que la hermana a Carlos Fuentes-”, de acuerdo con el Jurado del Premio.
Luego, la escritora argentina alzó la Medalla Carlos Fuentes durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2019, presea otorgada de la mano de Silvia Lemus que ha sido también concedida a figuras de la literatura mundial como Herta Müller, Jonathan Franzen, Nélida Piñón, Paul Auster y Salman Rushdie.
“Carlos Fuentes era un hombre muy generoso con los escritores que más o menos le interesaban, entonces siempre conmigo fue espléndido”, expresó a ZETA Luisa Valenzuela muy contenta en torno a los dos reconocimientos obtenidos que llevan el nombre del autor de “La región más transparente”.
Y valoró:
“Creo que la obra de Carlos es como inabordable, es enorme, hay libros que yo prefiero sobre otros, no hay duda, como con todo autor: me encanta ‘Una familia lejana’, ‘El naranjo’, ‘Federico en su balcón’; cuando releí ‘La región más transparente’, cuando volvió la reedición de los 50 años en 2008, entendí ese libro, me costaba entrar en Fuentes al principio, con sus mexicanismos, con su mundo tan barroco, una vez que uno entiende es maravilloso y sorprendente”.
Además, Valenzuela compartió algunas consideraciones sobre la narrativa breve, su nuevo libro de cuentos titulado “El chiste de Dios” y hasta sus primeras andanzas por la literatura.
EN LA NIÑEZ
Luisa Valenzuela nació el 26 de noviembre de 1938. En entrevista con ZETA, trajo a la memoria cómo, durante su infancia, su casa era un desfile de escritores, sobre todo evocó a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
“Yo me crie con Borges en la casa, literalmente; entonces, estaba muy inmiscuida, muy empapada de eso, pero no puedo decir que tenga una influencia de un solo autor. Yo no quería ser escritora, me fascinaban los escritores, me parecían divertidos, me metía a la casa, comentaban y me iba y jugaba por ahí, me trepaba a los árboles, pero leía mucho, quería tener mi propia biblioteca y armaba mis cosas, mis museitos de historia natural, era una niña muy curiosa. Del colegio primario, ¡olvídate!, porque siempre te enseñan cosas relativamente aburridas”.
Entonces reconoció su admiración particularmente por el autor de “Rayuela”:
“El que más me conmueve y que siento más cercano o más afín es Cortázar, hay un universo común, pero no por las influencias mutuas, evidentemente yo no voy a influenciar a Cortázar como bien comprenderás, pero él lo reconocía como el acercamiento a la patafísica, es una mirada lateral del mundo; la patafísica es la ciencia de las soluciones imaginarias, entonces ese mundo lo compartimos, y el tipo de humor”.
PRIMERO FUE EL CUENTO
Heredera de una tradición narrativa, rememoró la escritura de su primer cuento, alrededor de 1955:
“Yo entiendo lo que es escribir a los 17 años, más o menos, ahí descubrí la aventura de escribir. Es un cuento que todavía circula, se llama ‘Ciudad ajena’, al principio se llamaba ‘Ese canto’”.
— ¿Era difícil publicar para una escritora argentina en la década de los 50 y 60?
“Cuando yo era chica, había muchas mujeres en Argentina, muy buenas escritoras, así que había un cierto reconocimiento de la literatura de las mujeres, de alto nivel; nunca es tan fácil como para los hombres, ahora no. Ahora ya están de moda, ya están publicando y están muchas jóvenes escritoras en Argentina que son muy buenas, excelentes, relativamente jóvenes, en los 30, 40 años, jóvenes para mí”.
A propósito de su primera novela “Hay que sonreír” (Editorial AméricaLee, 1966; reedición Fondo de Cultura Económica, 2007), incluida también en “Trilogía de los bajos fondos” (FCE, 2004), recordó cómo la publicó:
“Me gané un subsidio de lo que era el Fondo Nacional de las Artes para publicar mi primer libro, ‘Hay que sonreír’, lo publiqué en una buena editorial, AméricaLee, y eso cuenta como un subsidio. En ese momento estaba yo trabajando en el diario La Nación, tenía mi escritorio. Fue un parteaguas, pude publicar ese libro que hacía mucho que lo había escrito”.
Lo demás es historia para fortuna de la literatura hispanoamericana, ya que Luisa Valenzuela ha entregado obras como “Hay que sonreír”, “Como en la guerra”, “Novela negra con argentinos” (estas tres conocidas como “Trilogía de los bajos fondos”), “Cola de lagartija” y “La máscara sarda”; de los relatos “Los heréticos”, “Aquí pasan cosas raras” y “Libro que no muerde”; su libro de ensayo “Peligrosas palabras”, “Escritura y secreto” y “Cortázar-Fuentes, Entrecruzamientos”.
Es autora de “Brevs, Microrrelatos completos hasta hoy” y “Zoorpresas y demás microfábulas”. Sus relatos están compilados en “Cuentos completos y uno más”.
EL CHISTE DE DIOS
Su más reciente libro de cuentos se titula “El chiste de Dios”, publicado por Editorial Sb-Vs (www.editorialsb.com). Se trata de quince cuentos breves que han aparecido en distintas publicaciones, incluso otros que han sido traducidos a diversos idiomas.
“‘El chiste de Dios’ es una recopilación de cuentos un poco eclécticos, es un interesante muestrario de mi manera de ver el mundo. ‘El chiste de Dios’ es un trabajo sobre el lenguaje muy profundo”, manifestó a ZETA la autora.
“Son cuentos que he ido escribiendo a lo largo del tiempo y lo que en un momento dado tenía ganas de escribir, porque a veces el diario ‘Página doce’ en la sección los ‘Cuentos de verano’ te piden que escriban la cocina de ese cuento al publicar el cuento; yo tenía algunas cocinas; entonces dije, ‘sería interesante publicar el cuento con su cocina’.
“A mí me sorprende mucho cómo nacen las historias, mucho, mucho, porque de la nada aparecen, es como si ya estuvieran escritas, eso es algo que compartíamos con Cortázar; Fuentes decía que él programaba lo que iba a hacer; Cortázar, no; Cortázar se largaba al vacío y yo también, creo que es un sistema de escritura”, aclaró.
EL CUENTO ES LA SEMILLA
Narradora latinoamericana por excelencia, Luisa Valenzuela tiene especial predilección con el cuento, género que tiene su tradición en Argentina con Jorge Luis Borges y Julio Cortázar como máximos exponentes de la narrativa breve latinoamericana.
— Cortázar decía que en el cuento se gana por knockout y en la novela por puntos. ¿Usted cómo define el cuento?
“Cortázar tenía otra definición muy linda: la novela es el árbol y el cuento es la bellota, la semilla que contiene el árbol completo, ése es el cuento. Creo que esa definición es impecable.
“Es muy exultante pescar algo en el aire y lanzarte a ver qué pasa adentro de esa bellota, de esa semilla que tenés y ver cómo es. En el cuento no te podés ir por las ramas, el cuento exige que te ciñas a la historia, al cuento en sí; a mí me gusta mucho el cuento, pero no es fácil, es más difícil el cuento que la novela; es un género más exigente.
“Me asombra mucho que los editores prefieran la novela al cuento, el cuento te da todo un universo en pocas páginas y te quedás con ese universo, lo vas transformando y lo vas releyendo mentalmente, a mí me gusta mucho el cuento”.
— ¿Cuál es la situación actual del cuento en torno a su escritura en Argentina y Latinoamérica, en general con relación con otros géneros y tiempos pasados?
“Extraño mucho esta revista maravillosa que tenía Edmundo Valadés acá en México, El Cuento, era preciosa esa revista. Después Mempo Giardinelli hizo en Argentina Puro Cuento en un tiempo, también siguiendo la línea de Valadés. Así como en los géneros sexuales ya hay mucha diversidad, también los géneros literarios se han abierto mucho. Entonces, ese rigor del cuento que me interesa mucho también se ha estado perdiendo, en la actualidad los cuentos son más abiertos, las historias más abiertas; a mí me gusta el cuento riguroso”.
“LA LITERATURA ES LA VIDA”
En la última parte de la entrevista con ZETA, se le planteó a Luisa Valenzuela que para Hemingway el cuento es como un iceberg, que solo conocemos una parte y que la otra está oculta; entonces se le cuestionó ¿cómo concibe la literatura?
“La buena literatura está hecha entre líneas, aunque sea de 500 páginas, porque siempre hay dadas cosas que subyacen, lo que se llama el metamensaje, toda esa cosa subyacente que es lo que enriquece y estimula y te hace comprender el mundo, son momentos de acceso a una comprensión de todo, un desciframiento de misterios”.
— ¿Qué es la literatura para Luisa Valenzuela luego de una reconocida trayectoria?
“Creo que la escritura es un espacio de libertad, lo tenés que tomar así, porque si te vas a dejar llevar por las vías del mercado o por las exigencias de editores, entonces ya quedás atrapado en una red quizá comercial bien, pero no es bueno para la literatura.
“La libertad quiere decir que hay que ir en contra hasta de los gobiernos, de todo, hay que tener mucha valentía, no tener autocensura en la medida en que hay cosas que no te animas a escribir, bueno, hay que hacerlo. Siempre he ido un poco más allá de la escritura, del lenguaje, de lo que sabés, mucho más allá de lo que crees saber, ir más allá; ése es el objetivo de escribir”.
Así llegó la sentencia de Valenzuela hacia el desenlace de su encuentro con este Semanario: “Es muy simple: la literatura es la vida”.