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jueves, febrero 15, 2024
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Cicese-UNAM trabajan con pruebas de COVID-19

En condiciones adversas debido a un recorte presupuestal del 50% para gastos de operación por parte del Gobierno de México, los centros científicos empezaron a procesar muestras de Ensenada, pero dada la capacidad para operar, en dos días comenzaron con diagnósticos en el resto de los municipios de BC

 


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El grupo de voluntarios del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (Cicese) realizó 113 diagnósticos en la primera semana de trabajo para detectar casos positivos del virus que causa la enfermedad COVID-19.

La mañana del martes 21 de abril, recibieron la primera muestra de casos sospechosos, y a pesar que solo usaron ejemplares de pruebas de Ensenada, en dos días iniciaron con el resto de los municipios de Baja California.


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Los investigadores actuaron antes que los hospitales de la ciudad se saturaran, con resultados en 24 horas, de manera que los casos que se consideran sospechosos, puedan retirarse a sus casas.

El primer contagio en Ensenada y San Quintín se registró el 4 de abril y, al día 28 del mismo mes, sumaban 35 casos positivos y siete defunciones.

Aunque las instituciones demostraron que pueden resolver problemas en tiempo real, el escenario económico es poco optimista cuando el gobierno redujo en abril el presupuesto del centro en un 50%.

El presupuesto anual promedio del Cicese, es de 543.4 millones de pesos, los cuales entrega el Gobierno Federal a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

De acuerdo con lo publicado en el Diario Oficial de la Federación, las ministraciones se realizan de manera mensual y fluctúan entre los 30 y 60 millones de pesos.

Con ese presupuesto, investigadores, administrativos, técnicos y personal de apoyo, deben cubrir las necesidades operativas que demanda en un organismo dedicado a formar nuevos investigadores y desarrollar ciencia. Los gastos se presentaron desde el inicio para adecuar el Laboratorio de Microbiología en un centro para el diagnóstico del coronavirus en coordinación con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Ensenada.

 

TODO INICIÓ EN UNA RED SOCIAL

Como en otras instituciones públicas y privadas alrededor del mundo, en Ensenada, investigadores del Cicese y de la UNAM abrieron un canal de comunicación vía WhatsApp bajo el título GRUPO COVID-19.

Rosa Mouriño Pérez, directora de la División de Biología Experimental y Aplicada, indicó en entrevista con ZETA que el lazo de comunicación se dio de inmediato, una vez que se presentaron los primeros contagios cerca de México.

“Nos dimos cuenta de cómo un problema tan directo desató la creatividad, así como el uso de los recursos intelectuales y materiales para contribuir con la población, porque es responsabilidad de todos ver de qué forma podemos contribuir con el mínimo granito de arena, organizados y unidos”.

¿Cuándo comenzaron a idear la posibilidad de contribuir con diagnósticos, de quién fue la iniciativa?

“Hubo varias iniciativas para apoyar al Sector Salud y estas aparecieron desde el momento en que comenzaron los casos cercanos a México, y antes de la indicación del distanciamiento social. Abrimos, como muchos, un grupo COVID-19 en WhatsApp donde los participantes tuvieron diferentes iniciativas, en diferentes ángulos; uno de los más importantes en ese momento fue la detección o identificación del virus.

“El doctor Alexei empezó a organizar para tener los medios necesarios para llevar a cabo las pruebas, no fue una iniciativa exclusiva del Cicese, sino que en la UNAM, a través del centro de Nanociencias y Nanotecnología, también se sumaron”.

¿Cuántas personas participaron para convertir el laboratorio en un centro de diagnóstico?

“Decenas están colaborando en cada uno de los proyectos, algo muy importante es que a pesar que el Cicese su quehacer principal es la investigación, contábamos con lo necesario para hacer la transformación para abocarnos a resolver el COVID-19. Somos profesionales de diferentes áreas y expertos en muchos temas, tenemos expertos en computación para la telemedicina, ingenieros en electrónica que han podido desarrollar aspectos para respiradores, físicos, biólogos moleculares, especialistas en microbiología”.

¿Influyó la Fase 3 del contagio en el proceso para realizar diagnósticos? ¿Hubo cambios que los retrasaran?

“Como país probable, sí, sin embargo, hay una serie de situaciones en las que no todos los municipios ni ciudades están en esa fase, afortunadamente tenemos ejemplos diversos donde realmente sí están en ese nivel. En el caso de Ensenada no estamos y no hay una distinción para el manejo, la única diferencia en la Fase 3 es un rastreo de dónde se pudo haber contagiado la persona, una difusión masiva en todas partes”.

¿Qué fue lo más complicado en este proceso?

“Conseguir los insumos que se necesitan. Desafortunadamente hemos visto acaparamiento de productos como respuesta al COVID-19. Lo más importante fue conseguir ciertos reactivos de biología molecular que están agotados en el mercado mundial, hasta un tornillo nos puede hacer falta, para las soluciones desinfectantes no hay alcohol y ha habido especulación con los precios. Es una parte triste, hay gente que está tratando de lucrar con este tipo de necesidades, en un momento en que Estados Unidos no va a exportar ningún recurso que sea para la atención del COVID, eso nos limita y nos vemos en la necesidad de pagar a precios altos por cosas que se necesitan. Es importante tomar esa conciencia”.

 

DESABASTO DE ALCOHOL Y REACTIVOS

En la medida de lo posible, los investigadores optaron por fabricar insumos básicos como una solución para desinfectar manos, pies y superficies.

Un proyecto compartido entre las doctoras Rosa Mouriño y Rufina Hernández, del Departamento de Microbiología, consiste en que realizaron cámaras de desinfección para poner cualquier tipo de objeto que necesite ser sanitizado, así como cualquier cosa que haya estado en contacto con pacientes.

La mayoría de los fabricantes de insumos para responder a la pandemia se han enfrentado a la escasez de los componentes básicos, y el Cicese no fue la excepción.

Uno de los productos que no pueden faltar son los geles antibacteriales. La base es el alcohol, y, cuando las investigadoras empezaron a comprarlo, el costo era de 45 pesos por litro; mientras que en la última ocasión, lo adquirieron en 240 pesos.

Asimismo, los reactivos son esenciales para obtener el resultado de la prueba, se producen en otros países, la mayoría de Europa y Estados Unidos, con marcas específicas. En México se tienen algunos proveedores que por fortuna tenían existencia de algunos de esos reactivos.

La compra se realizó a través de la Secretaría de Salud del Estado, entidad encargada de surtir este y otros insumos.

 

CÓMO ES UN LABORATORIO CON BIOSEGURIDAD 3

El director Guido Marinone Moschetto firmó la autorización del Laboratorio Estatal de Seguridad Pública, un acuerdo con Epidemiología del Estado y el proceso de certificación del Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE).

El Laboratorio de Patógenos con Bioseguridad 3, donde se analizan las muestras, está conformado por cuatro áreas exclusivas: las dos primeras, acceso, extracción de aire con presión negativa y recubrimientos que facilitan la limpieza, de tal forma que cualquier patógeno transmisible queda contenido en el interior.

Los doctores Rafael Vázquez y Alejandro Huerta, de la UNAM, así como Alexei Licea Navarro, del Cicese, recibieron capacitación en el Método de Berlín, validado por el InDRE.

El espacio inició operaciones en septiembre de 2013 con proyectos aplicados en el área de salud humana para crear nuevos medicamentos, diagnóstico y generar patentes.

Para las pruebas de COVID-19 se tienen dos campanas de bioseguridad, centrífugas refrigeradas para la extracción del ARN viral y tres termocicladores en tiempo real.

Simultáneamente, hay un secuenciador de ADN de cuatro capilares,

por si se requiere conocer la secuencia específica de algún gen del virus; y un secuenciador masivo para analizar las posibles mutaciones que pueda sufrir el virus.

 

FORTALECEN PROTOCOLOS DE SEGURIDAD

Para resguardar el equipo tecnológico y el desarrollo científico, el Cicese mantiene altas medidas de seguridad y vigilancia privada dentro de las instalaciones. No obstante, la participación del organismo en la contingencia los obligó a invertir en seguridad personal en materia de salud.

Además del acceso controlado al edificio, recurrieron al protocolo de bioseguridad establecido por Isesalud, y al interior, uno diferente para resguardar las muestras.

La unidad de la institución de salud traslada las muestras en el vehículo oficial y se entregan de manera directa en el edificio a través de una ventanilla. No existe posibilidad de fuga, ya que, tanto en el centro como dentro del laboratorio, se estableció un protocolo de bioseguridad.

La toma de muestras se hará en los centros Centinela específicos que se encuentran en el Centro de Salud de la colonia Obrera, así como en Pórticos del Mar.

 

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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