Es la novela clásica de Jack London de nuevo en la pantalla grande, y el resultado se basa en dos elementos: Harrison Ford muy sólidamente a la cabeza del elenco, y los desastrosos perros animados, incluyendo a Buck, el protagonista.
La historia en sí es la misma: un can debe dejar la comodidad de su casa cuando es llevado a la fuerza al Yukon, durante la fiebre del oro en Alaska. En ese entonces los perros eran codiciados para jalar trineos.
Primero Buck trabaja para una pareja de carteros y con ellos descubre su nuevo contexto, pero de ahí pasa a manos de un cruel amo para luego encontrarse con John Thornton (Ford), un viejo ermitaño que, finalmente, entiende y sabe comunicarse con el can.
Pronto este par desarrollará un vínculo entrañable que, a final de cuentas, creará el conflicto interno de Buck, quien deberá decidir quedarse con el buen John o seguir su llamado salvaje y buscar la libertad de la naturaleza.
Como la primera de tres cintas en su tipo que el director Chris Sanders pretende hacer, este esfuerzo termina siendo una buena propuesta para la familia, pese a las escenas de violentos encontronazos entre los perros, a los que se les roba credibilidad por aquello de su origen digitalizado.
Tal pareciera que el realizador no supo hacer la transición de buenos largometrajes animados como “The Croods” y “How to Train Your Dragon”, a este tipo de apuestas a las que tanto se ha dedicado Disney en fechas recientes.
Con un mejor trabajo en el área de efectos especiales y sin descartar actores de la talla de Ford -francamente es lo mejor de la película-, habrá de aprender lo que aquí le faltó. ***
Punto final.- “The Invisible Man”… buen cine, de veras.
