En la ciudad de Tijuana, las recomendaciones para evitar contagios de COVID-19 se han aplicado a paso lento por parte de algunos ciudadanos y comerciantes, quienes todavía hacen sus actividades diarias con normalidad, a pesar de las medidas aconsejadas por las autoridades sanitarias en el estado.
En un recorrido hecho por este semanario entre el viernes 27 y el domingo 29 de marzo en distintos puntos de la ciudad, se confirmó que hay espacios públicos que aún son concurridos, pero en menor grado. Playas, bancos, establecimientos comerciales, swap meets, mercados sobre ruedas, transporte y la misma vía pública, continúan siendo puntos de encuentro en los cuales la sana distancia entre cada persona no se respeta.
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Sobre el bulevar Díaz Ordaz, una de las principales avenidas de la ciudad, los locales que van desde peluquerías, refaccionarias, yonkes, restaurantes y pequeñas plazas seguían abiertos al público. En los negocios clientes entraban y salían como de costumbre sin ningún protocolo sanitario de por medio.
Asimismo con el comercio informal que se mantiene activo, ninguno de los comerciantes lleva consigo cubre bocas o gel antibacterial al momento de ofrecer sus productos.
En el crucero de la 5 y 10, lugar donde convergen un importante número de personas por las bases de camiones y taxis que hay en esa zona, el tránsito peatonal fue fluido, pero menor al que se acostumbra a ver día con día; según choferes de unidades de transporte, explicaron que la afluencia era apenas una tercera parte de lo que normalmente hay en esa área.
Como ejemplo, describieron que un camión tarda en llenarse unos tres minutos, pero a raíz de la situación que se vive, los checadores dejan que las unidades salgan de la base ya que han pasado siete minutos, y a veces con menos del cincuenta por ciento de pasajeros.
El transporte en la ciudad ha sufrido una disminución de usuarios, sin embargo también se observó que algunos transportistas continúan haciendo base en diferentes paradas hasta lograr llevar el mayor número de viajeros en sus unidades.
A pesar que las personas de la tercera edad son un grupo vulnerable de la población, a quienes se les ha pedido que se mantengan en casa, se detectaron varias personas mayores a los 60 años, tanto en la calle como en el transporte público, en contraparte pocos adolescentes y niños estuvieron presentes durante el recorrido.
La ausencia de personas en la calle fue más visible dentro de swap meets, en el Lázaro Cárdenas, el número de compradores fue mínimo; apenas se veía a los locatarios conversando entre sí, en espera de algún cliente.
En la plática informal, explicaron que algunos locales han ido cerrando porque no pueden pagar la renta del mes, y las ventas han bajado mucho, pero los que quedan, van a seguir abriendo porque la administración del lugar no ha recibido una petición oficial para que se cierre.
En cambio, en los súper mercados y los bancos, las personas tuvieron que hacer filas para poder ingresar a estos sitios. Fue en la Zona Río donde se dio más esta práctica. A partir del 23 de marzo, las instituciones bancarias tomaron la medida de no ingresar más de 10 personas a realizar movimientos, para evitar congestiones y posibles contagios, pero, a las afueras, las filas no tenían una distancia recomendada, quienes estaban en espera de entrar al banco se mantienen muy de cerca unos de otros.
En los supermercados algunos sí invitaron a sus clientes a que antes de ingresar tuvieran una distancia de al menos dos metros, así como al hacer las compras, pero en otros sitios, se detectaron a familias completas que iban reunidas a realizar la compra de la despensa.
En Zona Río, se hizo más visible la disminución de vehículos transitando por el Paseo de los Héroes. La falta de alumnos yendo a las escuelas y la restricción para cruzar hacia Estados Unidos, generaron una atmósfera de periodo vacacional en pleno marzo. Las plazas comerciales en esa parte de la ciudad tenían poca afluencia. El Centro Cultural Tijuana (Cecut) cerrado al igual que los cines. Y algunos restaurantes ofreciendo sus alimentos para llevar o con horarios restringidos.
En la Zona Centro de Tijuana, los bares ubicados en la avenida Revolución desde la calle primera hasta la calle 10 estuvieron cerrados, al igual que los casinos; solo algunos locales de comida y venta de curiosidades estaban abiertos. El transito peatonal ya no fue de turistas, ningún asiático o norteamericano fue visto durante el trayecto, como era común ver a principios de año.
La Plaza Santa Cecilia y el Pasaje Rodríguez se encontraban desiertos. Los bares y restaurantes de la Santa Cecilia estuvieron con las cortinas abajo, también los pequeños kioscos donde se venden recuerdos. Hasta el Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC) mantuvo sus puertas cerradas al público.
El contexto cambió sobre avenida Constitución y la avenida Niños Héroes, ahí el movimiento de personas y comercio ambulante continuó activo, la catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, en la calle segunda, tenía abiertas las puertas al público y dentro, algunos feligreses, sentados en bancas separadas, realizaban alguna plegaria.
Mientras tanto, en Playas de Tijuana las visitas continuaron a pesar que el ayuntamiento hizo una campaña de concientización y que la Secretaría de Salud colgó una manta para advertir que las personas podrían ser consignadas a las autoridades para evitar riesgos de contagios.
Por otra parte, en la Zona Este el domingo para ir a los mercados sobre ruedas no fue suspendido, ni comerciantes ni clientes dejaron de ir a vender y consumir. Las medidas preventivas de distancia al menos de dos metros, el uso de cubre bocas y gel antibacterial no aplicó en los puestos colocados en distintas colonias de la ciudad, dejando así latente la posibilidad de contagio comunitario.
