En definitiva, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Gobierno y Municipios del Estado de Baja California (Issstecali) no es uno de los organismos de salud con niveles de excelencia médica, no por los doctores, sino por el pobre nivel de instalaciones y tecnología que manejan.
Entre gobierno y gobierno, como el de Francisco Vega de Lamadrid, poco a poco fueron quebrando al Issstecali. Hasta 2019, el Gobierno del Estado de Baja California adeuda al hospital, en préstamos que esa entidad hizo a las arcas estatales, 865 millones de pesos que por supuesto no han sido cubiertos por la actual administración que encabeza Jaime Bonilla Valdez. Esa merma financiera ha impedido que se invierta en tecnología e infraestructura, lo cual los lleva a subrogar muchos de los servicios especializados que requieren sus derechohabientes.
En el Issstecali no hay, por ejemplo, una sala hemodinámica o de cateterismo, por lo que las personas adscritas a esa institución que sufren de un coágulo sanguíneo, sea en vías respiratorias, el corazón o el cerebro, deben ser atendidas en hospitales privados que sí cuentan con las salas especializadas, la tecnología, las herramientas y los medicamentos para ese tipo de intervenciones.
En Tijuana, el servicio suele estar subrogado al hospital Excel, y en Mexicali, al hospital Almater o al de la Familia, instituciones privadas que sí cuentan con lo que los médicos llaman cat lab, un espacio acondicionado para efectuar cateterismos.
Aparte de las instalaciones físicas con las que no cuenta el Issstecali, para un cateterismo en el cerebro se requiere de un neurointervencionista, un neurorradiólogo o un neurocirujano para realizar el procedimiento quirúrgico. Lo mismo, un importante y vasto instrumental de manufactura estadounidense y, por lo general, desechable. Y algo muy importante para este tipo de intervenciones, un medicamento altamente especializado: Alteplaste, para destrabar el trombo, que es lo que “tapa” el cerebro con el coágulo; por supuesto, este medicamento no se encuentra en farmacias y en el almacenaje del Issstecali es muy raro encontrarlo disponible, o en cualquier hospital, aun privado.
Un miembro del Sindicato del Issstecali consultado por ZETA, refirió que efectivamente no cuentan con nada de lo señalado. Que la inversión en infraestructura en los hospitales del Estado ha sido mínima y reducida, que se limita a situaciones de emergencia cuando requieren cambiar algo que feneció, falló o se descompuso, que no ha habido inversión en nuevas tecnologías o en el mejoramiento de las áreas de atención, intervención o consulta.
En ese contexto resulta increíble que el martes 3 de marzo, cuando el secretario general de Gobierno, Amador Rodríguez Lozano “entró por su propio pie”, le diagnosticaran inmediatamente un coágulo en el cerebro, que lo prepararan y, sin salir del Issstecali en Mexicali, donde no hay una suite para cateterismo ni medicamento especializado, le intervinieran, le retiraran el coágulo y tres días después, saliera “por su propio pie” del desgastado hospital.
Ante la versión de los cercanos a Rodríguez Lozano y al Issstecali, de que “tiene tanta suerte el secretario que justo cuando él llegó ahí se encontraba un neurocirujano que traía todas las herramientas, la tecnología y el medicamento para operarlo de inmediato”, médicos consultados por este Semanario han referido que eso es poco probable.
Normalmente los médicos sí cuentan con equipo propio, pero requieren utilizarlo en un área adecuada, además, no es usual que carguen con los medicamentos especializados en un maletín. Vaya, no son médicos ambulantes.
Las conclusiones las sacan los médicos y otros interesados ante la urgencia del gobernador y del propio Rodríguez, de salir a “trabajar” para demostrar que nada pasó, que todo sigue igual. Que si a Amador no lo sacó del gobierno el escándalo de los moches, en los cuales fue inmiscuido por ex funcionarios, no lo retirará una enfermedad.
Los mismos médicos especialistas afirman que después de un cateterismo como el que supuestamente le fue practicado a Rodríguez, la etapa de recuperación, si no perdió o vio mínimamente afectadas las funciones motoras, toma entre uno y tres meses; de haber sido más grave el daño físico, la posible recuperación sería de seis meses en adelante.
Pero el funcionario estatal regresó en menos de una semana a “trabajar”. Primero lanzó y pagó publicidad para su retransmisión en la red social Facebook, de un video en el que se le aprecia sentado desde una oficina, para agradecer a quienes se preocuparon por su salud, e informar que estaba de regreso.
Después, por las vías oficiales, es decir, por el aparato de comunicación del Gobierno del Estado de Baja California, utilizando recursos para su publicación en portadas, portales y medios, enviaron un boletín de prensa para informar que Rodríguez se había reintegrado de lleno y de tiempo completo a sus labores como secretario general de Gobierno. El documento fue acompañado de una fotografía donde se le ve sentado junto a Jaime Bonilla.
Fuera de eso, nada se ha vuelto a saber de la imperdible humanidad del secretario de gobierno, solo que extraoficialmente, se dice que está tomando una terapia de rehabilitación en las instalaciones de SIMNSA en Tijuana, para recuperar al cien por ciento su movilidad y volver a caminar normalmente, como lo hacía antes de la supuesta embolia.
La realidad, aseguran en Movimiento Regeneración Nacional y en el Gobierno del Estado, es que Rodríguez está utilizando la “enfermedad” para dos temas: uno, quedarse en la posición de secretario general de Gobierno, de la cual -comentan sus cercanos- Bonilla pensaba retirarlo, pues más que apagarle fuegos políticos, se los provoca; y dos, que tiene intenciones de, si la gubernatura de Bonilla es por dos años, como parece que será, de convertirse él en candidato al Gobierno del Estado por Morena. Nada más, pues.
Ahora sí que en la trama de la embolia de Amador Rodríguez Lozano, el Issstecali fue un accesorio fuera de lugar. Ahí Usted analice.