El escritor mexicano ganó el Premio Alfaguara de Novela 2020 con “Salvar el fuego”. “La literatura es la posibilidad de encontrar no solamente mundos afuera, sino también mundos adentro”, expresó a ZETA
Conocido por ser el autor de los guiones de las películas “Amores perros” (2000), “21 gramos” (2003) y “Babel” (2006), Guillermo Arriaga finalmente ganó uno de los reconocimientos literarios más importantes de la lengua española: el Premio Alfaguara de Novela 2020 con “Salvar el fuego”.
“Fue una gran alegría, porque ganar el Premio Alfaguara para mí siempre había sido un anhelo, un anhelo que se cumplió, que yo no esperaba, la verdad, porque no es fácil ganar este premio, es bastante difícil”, reconoció Arriaga en entrevista con ZETA.
Aunque estaba programada una gira para presentar su novela ganadora por todo el “territorio de la Mancha” (como refiriese Carlos Fuentes al mundo hispanoparlante), que empezaría en marzo en España, fue cancelada debido a la pandemia del virus COVID-19.
“Parte del premio es la gira, parte del premio es el privilegio de estar en contacto con potenciales lectores, estar en contacto con la prensa, y desde el momento en que se canceló no queda más que buscar nuevas maneras de llegar a los lectores, nuevas maneras de entablar diálogos; y bueno, espero que la gente en estos momentos oscuros le abra un espacio a mi novela, cosa que me honraría”, dijo, al tiempo que confesó de dónde surge su pasión por contar historias y compartió algunos pormenores de su laureada novela.
También aludió algunas consideraciones sobre cómo concibe la literatura y hasta reveló sus orígenes, los cuales se reflejan en su obra.
DE IZTAPALAPA
Guillermo Arriaga Jordán nació en Ciudad de México el 13 de marzo de 1958. Hijo de Carlos Arriaga Alarid y Amelia Jordán Susilla, contó a ZETA dónde transcurrió su niñez:
“En un barrio llamado Unidad Modelo en Delegación Iztapalapa, un barrio de clase media baja diseñado por el arquitecto Mario Pani que incluye en un solo espacio urbano escuelas, iglesias, supermercados, peluquerías, carnicerías, canchas deportivas; por eso se llamaba Unidad Modelo, porque era una forma en que podría convivir mejor manera la gente, pero se le ocurrió hacer andadores donde no podían entrar carros y por lo tanto no podía entrar la Policía”, rememoró.
“En la Unidad Modelo empezó el narcomenudeo, había peleas de perros, como no podía entrar la Policía, y si quería entrar era muy fácil apostar francotiradores, desde los cuales recibían los callejones a quien quisiera entrar; entonces, se dio un caldo de cultivo muy interesante porque en ese lugar se entregaron casas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y del Sindicato de Periodistas, había gente muy culta pero que ganaban muy poco, los hijos eran gente muy educada pero sin recursos económicos, lo cual provocaba molestia, porque de qué servía tanta educación, tanta cultura, si sus padres no eran bien remunerados”.
Y evocó a sus padres, “originadores del fuego”, a quienes está dedicada la novela “Salvar el fuego”:
“Provengo de una familia que privilegió la cultura y la educación, mis padres son gente muy culta que los sábados nos llevaban a una actividad cultural, los domingos nos llevaban a la naturaleza, siempre hicieron los mejores esfuerzos por pagarnos las mejores escuelas; mientras la mayor parte de mis vecinos iba a escuelas públicas, nosotros íbamos a escuelas privadas porque mis padres hacían el esfuerzo por pagarlas, así tuvieran que trabajar dobles turnos, y siempre en mi casa se discutía de filosofía, cine, museos, galerías… siempre hubo ese interés cultural”.
EL TEATRO
En su entrevista con ZETA, Arriaga reveló que su pasión por la lectura viene de lejos:
“Como tengo déficit de atención, lo primero que empecé a leer eran enciclopedias y compendios, me sabía todas las Olimpiadas, me sabía todas las capitales, aprendí mucho a través de las enciclopedias”.
Un parteaguas en su formación fue la Escuela Mexicana Americana en Ciudad de México, donde estudió la educación secundaria y preparatoria; ahí surgió su pasión por contar historias.
“Me expulsaron de la primaria por malas calificaciones y fui a dar a una escuela que fue lo mejor que me pudo haber pasado, a la Mexicana Americana, una escuela donde la materia de teatro era obligatoria, no solamente teníamos que leer teatro, sino que teníamos que dirigirlo y actuarlo, producir la obra; esto me acercó a autores para mí muy importantes: Shakespeare, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Juan Ruiz de Alarcón, hasta los mexicanos contemporáneos como Salvador Novo.
“Entonces, leer teatro, actuar y dirigir teatro, para mí fue fundamental, y eso me ayudó a tener un sentido de la dramaturgia y de cómo contar historias, aparte tuve muy buenos maestros de literatura en esa escuela; entonces, era la combinación de mis padres que leían muchísimo con una escuela que privilegiaba también la cultura en un barrio bravo, pues fue la combinación perfecta para mí”.
Incluso recordó la creación de su primera obra de teatro “El ladrillo”, cuando tenía 14 años:
“Yo empecé a escribirles cartas a mis madrinas que me encantaban desde muy chiquito, y como era muy tímido pues preferí escribirles cartas. Luego, a los 12 años empecé escribir. A los 14 años escribí mi primera obra de teatro, ‘El ladrillo’, con el ánimo de montarla nosotros y representarla, entre los 14, 15 y 16 años escribí esta obra, la ensayamos durante un año y cuando íbamos a presentarla mis compañeros me dijeron ‘O cambias el final o no la presentamos’; me negué a cambiar el final, no se presentó y ellos decidieron hacer otra obra, ésa fue de las primeras cosas que escribí”.
Lo demás es historia para fortuna de la literatura hispanoamericana: Guillermo Arriaga es autor de las novelas “Escuadrón Guillotina” (1991), “Un dulce olor a muerte” (1994), “El búfalo de la noche” (1999) y “El salvaje” (2016); y de la colección de cuentos “Retorno 201” (2003). Es conocido, sobre todo, por su autoría de los guiones de las películas “Amores perros” (2000), “21 gramos” (2003) y “Babel” (2006). Su obra ha sido traducida a más de 20 idiomas.
SU OBRA GANADORA
“Salvar el fuego”, “es una novela polifónica que narra con intensidad y excepcional dinamismo una historia de violencia en México contemporáneo donde el amor y la redención aún son posibles”, de acuerdo con el Jurado del Premio Alfaguara de Novela 2020 presidido por Juan Villoro.
En “Salvar el fuego”, Arriaga cuenta la historia de José Cuauhtémoc y Marina; él, un homicida sentenciado a 15 años de prisión en el Reclusorio Oriente, y ella, una adinerada coreógrafa, casada, madre de tres hijos. Aunque la novela transcurre entre el centro del país y Coahuila, el crimen organizado se infiltra en la trama.
“El crimen organizado nunca fue tema para la novela, lo que yo quería escribir era un encuentro improbable entre una mujer de clase social alta y un homicida, eso era lo único que tenía claro, yo no tenía intención de hablar del narco; como yo no sé de qué se tratan las novelas que estoy escribiendo, excepto la noción muy vaga de lo que quiero escribir, poco a poco fueron surgiendo los temas, y como acostumbro a viajar mucho a Coahuila, pues uno los temas que se infiltró fue el narcotráfico, pero no es una sobre el narcotráfico, es como el escenario en el que el protagonista se ve potencialmente involucrado, pero no es un narcotraficante”, aclaró Guillermo Arriaga.
— ¿Cómo influyó Ciudad Acuña o Coahuila en el proceso escritural de “Salvar el fuego?
“Si una de mis fuentes de inspiración es mi barrio, la Unidad Modelo de Iztapalapa, la otra es el norte, tanto Tamaulipas como Coahuila han sido inspiración para muchas cosas; he escrito sobre Coahuila desde mi primera novela ‘Escuadrón Guillotina’ (1991). Coahuila siempre ha sido para mí un escenario importante y en este momento también. Cuando el personaje, José Cuauhtémoc, sale de la cárcel después de una condena de 15 años, se va a Coahuila, donde encuentra el paraíso, tiene una vida muy a gusto, una vida muy tranquila, hasta que la irrupción del narcotráfico le cambió todo”.
— Por la diversidad de voces, ¿qué valor le das al lenguaje, al vocabulario de cada uno de los personajes? Como el protagonista, José Cuauhtémoc, y el narrador omnisciente donde abunda la jerga del norte o la primera persona, en voz de una mujer como Marina.
“No quiero hacer una novela de lenguaje, no es una novela de lenguaje, aquí el lenguaje está subordinado a lo que quiero contar. Yo subordino el habla a la intención narrativa, no quiero reproducir el habla por reproducir el habla, quiero usar el habla para reproducir la forma en que un malandro podría ver lo que hace otro malandro, contar la historia del malandraje.
“Mi obligación es someterme a la historia, y si la historia te exige escribir como si fueras una mujer, tienes que escribir como si fueras una mujer y tratar de ser lo más auténtico y lo más verosímil como mujer; el manuscrito se lo di fundamentalmente a mujeres, ayer terminó la novela mi hija y me dijo ‘padre, definitivamente sí te salió’. Entonces hay que obedecer los dictados de la obra y no de los prejuicios de género.
“El desafío literario en ‘Salvar el fuego’ fue hacer convincentes las voces, los textos de los presos, hacer sentir que puede darse una relación improbable entre dos personas que por puro azar se encuentran”.
“LA LITERATURA ES LA POSIBILIDAD DE ABRIR DIÁLOGOS”
Durante la entrevista con ZETA, Arriaga compartió algunos pormenores sobre cómo concibe la literatura, su idea de los géneros literarios y cómo encuentra la estructura de una obra.
Para empezar, advirtió: “Los géneros sirven a veces para entender la obra que estás haciendo, pero en mi caso los géneros literarios no son una guía, son simplemente algo que acontece después de que escribí la obra”.
— ¿Cómo encontrar la estructura de una obra?
“Creo que cuando escribes tu obligación es encontrar la estructura de la novela, no todas las novelas pueden obedecer a un patrón lineal, hay algunas que requieren otra forma de ser contadas; por ejemplo, al principio de ‘Salvar el fuego’ quise contarla de manera lineal, muy cortita, una novela de 150 páginas, eso pensé que podía ser, pero obviamente la novela me exigió otras cosas. Me exigió puntos de vista, me exigió contarla en diversos tiempos.
“Mi deber como autor es estar abierto a lo que la historia pide y no forzar la historia a lo que tú creas que debe ser; yo no contaba con amigos de los protagonistas, no contaba con nada de eso, y mientras escribía la novela, empecé a darme cuenta que necesitaba de varias voces para ser narrada”.
— Finalmente, ¿has llegado a alguna conclusión sobre qué es la literatura?
“Como escritor, la literatura es la posibilidad de abrir diálogos, encuentros, y tengo una necesidad fisiológica de contar historias, si no cuento historias tengo cierto malestar, como que hay una carga ahí dentro de mí que está pesando y me está molestando y no me permite avanzar; por fortuna hay gente que las lee, gente que me paga por escribir y nada me ha hecho más feliz que vivir de la escritura.
“Creo que a veces la literatura te ayudar a recuperar cosas que creías perdidas, o que ni siquiera tenías idea que existían dentro de ti, y siempre es como si tomaras la luz de una fuente y con un espejo la proyectaras hacia rincones oscuros. Es algo que aprecio como lector de un libro, siempre los libros me dejan entender más quién soy y cuál es mi posición en el mundo, me permiten estar más con el mundo, no en el mundo. Para mí como lector, la literatura es la posibilidad de encontrar no solamente mundos afuera, sino también mundos adentro”.
Finalmente, Alfaguara informó que el libro en papel ya se encuentra disponible en librerías de México. No obstante, para evitar salir de casa debido a la pandemia del COVID-19, los lectores también tienen dos opciones para adquirir “Salvar el fuego”: Primero, tal como invitó Guillermo Arriaga: “Pueden pedir ‘Salvar el fuego’, Gandhi se los lleva a casita”, accediendo a https://www.gandhi.com.mx/. Y segundo, sin salir de su hogar, una segunda opción es conseguir el libro electrónico: “Ya lo puedes encontrar en formato ebook”, anunció Penguin Random House y compartió el link: https://www.megustaleer.mx/libros/salvar-el-fuego-premio-alfaguara-de-novela/MES-111463