Conzultoría Matrimonial y Familiar
Ante tanta violencia que ha resurgido en grandes proporciones en contra de las mujeres, y que en muchas ocasiones ha sido la pareja la que ha violentado a la mujer -ya sea lastimándola físicamente, o en el peor de los casos, matándola- y que en las investigaciones se ha descubierto que en algunos casos eran casados y la violencia se presentaba desde que eran novios, se tiene la ilusión -la idea- de que todo es bonito.
Considero que en el amor se da algo de ingenuidad: ambos se presentan exponiendo lo mejor de sí, pero escondiendo lo negativo que tienen; aun cuando saben cómo son, jamás se dan a conocer como tal. Siendo ellas, en algunos casos, las únicas que no se dan cuenta de la maldad que esconden.
El amor nace con una vocación de eternidad (por y para siempre); sin embargo, más allá de todo deseo romántico, es posible observar en el presente si esa relación tiene futuro.
Cuando tienes una primera cita, no existe fórmula alguna para saber si ese primer encuentro es el inicio de una larga historia de amor. Evidentemente, esto es algo que se deduce con el tiempo, más en el transcurso se dan señales de cuándo las cosas no son como se quieren que sean, incluso cuando las discusiones de pareja son una constante, muchas veces por tonterías. Es cuando existe un nivel de insatisfacción profunda en la relación, que cualquier diferencia de criterio hace que estallen y salte la alarma… y que a veces no se den cuenta de ello.
Una vez encontrándose en una situación de enamoramiento la pareja y empiezan las discusiones “como que se nubla la vista”, el razonamiento queda minado, al no reconocer cuándo se dan o empiezan los signos de la violencia; considérese que a la misma se le puede conceptuar cuando se da en el noviazgo, como cualquier acto mediante el cual una persona trata de doblegar o paralizar a su pareja. Su intención es dominar y someter, ejerciendo el poder a partir del daño físico, emocional o sexual. Para ello, pueden utilizar distintas estrategias, que van desde el ataque a su autoestima, los insultos, el chantaje, hasta la manipulación sutil o los golpes.
La violencia origina efectos que pueden reproducir conductas en sentido negativo y extenderse a todos los contextos donde interactúa la pareja. Del ámbito privado trasciende al público; por lo cual, la violencia en el noviazgo merece especial atención, sobre todo cuando se inician las relaciones entre los y las jóvenes y se definen roles y límites.
Las conductas violentas en las relaciones de pareja no suelen percibirse como tales por las víctimas, o por los agresores; es decir, los signos de maltrato durante la relación se confunden a veces con muestras de afecto.
En ciertos momentos tu mundo se tambalea; pasas de instantes en los que te convences de que todo eso tiene otro sentido, a otras situaciones en las que observas con total claridad que ese esfuerzo no te compensa en mantener la relación. Porque, en estos casos, el amor se ha tornado más en un sacrificio personal; y ahora dudas si debes de seguir o esperar que las cosas cambien.
Y si tú tienes un plan de vida y tu pareja otro totalmente distinto, y se presentan momentos de violencia, aunque sea verbal, deberás entender que las cosas no van bien.
Desde ese momento -o el principio, incluso- sus intereses de futuro no son compatibles entre sí; eventualmente ese amor se va a romper, si no es que antes. En ocasiones, desde tu interior hay una voz que te dice que algo no va bien; entonces, es muy difícil hacer oídos sordos a esta información de la conciencia.
Tu relación no tiene futuro cuando el presente ya es muy negativo y ese amor deja de serlo, al menos desde el punto de vista de la felicidad.
Es hora de dar por terminado todo.
Gracias como siempre a mis dos que tres lectores por sus comentarios y/o consultas para atención personal en el correo bautista46@hotmail.com
El Licenciado Roberto Bautista reside en Tijuana, B.C.
