De Trez en Trez
1.- En el decir y el actuar, el Presidente Andrés Manuel López Obrador es diferente al AMLO que fue tres veces candidato a la presidencia del país; en sus dos primeras postulaciones alegó fraude electoral luego de perder y en la tercera arrasó en la votación, tan así que dejó a sus partidos rivales aturdidos y -a la fecha- haciendo esfuerzos por reponerse.
Arribó al poder abandonando el gesto adusto y la seriedad de las otras contiendas presidenciales. Se inventó -o le inventaron- una personalidad distinta (¿acaso la propia?): sonriente, bromista, ocurrente, protagonista, dicharachero, despreocupado, pacifista y amoroso. Así lució en su última campaña, en la que convenció a millones y los hizo tener esperanza de un verdadero cambio, sabedores de que no sería de la noche a la mañana y sin obstáculos. Pero valía la pena intentarlo.
Sin embargo, una vez cumplida su meta, tal parece que al Presidente le atacó un padecimiento que lo ha hecho olvidarse de lo que dijo e hizo como candidato, así como lo que prometió haría como Presidente.
Andrés Manuel López Obrador ha olvidado los tiempos en los que encabezó críticas, movilizaciones, marchas, protestas, toma de instalaciones y plantones para exigir: respeto al voto, fin de la corrupción, no al nepotismo y amiguismo; más y mejor seguridad para la ciudadanía, alto a la violencia, plan efectivo para combatir a la delincuencia; no más ejecuciones, no a la impunidad, no al despilfarro de recursos públicos; fin del narcotráfico y al clima de terror que provoca, mejores servicio para los gobernados, regresar al ejército a sus cuarteles…en fin, una larga lista de etcéteras.
2.- Pruebas de este olvido han habido muchas, en poco más del año que tiene López Obrador en el cargo; pero en las últimas semanas, su actuar y decir han dejado en claro “el estilo personal de gobernar” del Presidente.
Tremendos portazos en la cara les ha propinado a las víctimas de la violencia, a los padres de los niños enfermos de cáncer y hasta a destacados personajes de la política de izquierda (que lo han acompañado desde hace tiempo), por citar solo los más recientes ejemplos de ello. Como dicen los abogados: de manera enunciativa, más no limitativa.
Con el argumento de “no quiero que haya show”, el Presidente anunció que no recibiría en Palacio Nacional a los integrantes de la Caminata por la Verdad, Justicia y Paz, encabezada por el escritor Javier Sicilia y algunos integrantes de la familia LeBaron. Y no los recibió; al contrario, algún “inteligente” organizó grupos que insultaron a los participantes de esa caminata, llamándolos traidores, vende patrias, mentirosos y provocadores. Instruyó al “Gabinete de Seguridad” para que los atendiera. Los caminantes no aceptaron tal cosa.
Otro golpe en pleno rostro, ya marchito por el paso del tiempo -no así el intelecto-, fue el que recibió el senador Porfirio Muñoz Ledo (alguna vez presidenciable) mediante la censura que fue víctima durante la comparecencia de la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra; sus propios compañeros legisladores de Morena votaron para que no se le diera el uso de la voz, en tanto los partidos de oposición votaron para que Muñoz Ledo hablara y se proyectaran imágenes de la actuación de la Guardia Nacional en contra de grupo de migrantes. Sus propios compañeros, siguiendo línea y sin querer incomodar ni a la presidenta -y menos al Presidente-, le impidieron expresarse.
3.- Y lo peor, cerrarles las puertas de Palacio Nacional a los padres de niños enfermos de cáncer, que intentaban ingresar a la “mañanera conferencia” de prensa, encabezada siempre por AMLO y sus “invitados especiales”, arriba y abajo del escenario.
Por enésima vez -y ante el desabasto de medicamentos oncológicos- los padres de los niños enfermos intentaban exigir el suministro oportuno de esos medicamentos, pero no les permitieron el paso y fueron atendidos por personal al servicio de la presidencia.
Los niños, su padecimiento y la desesperación de sus padres no merecen esta respuesta por parte de quienes tienen la obligación de velar por su salud y que, en lugar de buscar soluciones, siguen buscando culpables.
Por lo que se ve, parece que la insensibilidad de la que el ahora Presidente acusaba a los gobiernos anteriores, también lo ha contagiado.
P.D.1.- ¿Acaso la “mañanera” no es todo un show, con invitados, ocurrencias y preguntas zalameras? ¡Y amenaza con “show” los sábados y domingos!
P.D.2.- ¿Será la edad? 66 años no son muchos… ¡Ah! Pero fue “aflojado en terracería”, según confesó.
Adéndum.- Y para rematar, parece ser que la rifa del avión va en serio, aunque parezca un contrasentido.
Óscar Hernández Espinoza es egresado de la Facultad de Derecho por la UABC y es profesor de Cultura de la Legalidad y de Formación Cívica y Ética en Tijuana. Correo: profeohe@hotmail.com