“El mundo se indigna con los reformadores e innovadores, no porque, esté él en lo justo, sino porque está ya hecho al mal”. -James Hunt.
Aún viven en las cárceles mexicanas miles de personas que fueron injustamente procesadas por el arbitrario e inhumano Sistema Inquisitorial -que tuvimos la suerte de abandonar en el año 2008- y, sin embargo, los hay quienes con vehemencia exigen su regreso.
¿Pero de quiénes estamos hablando?
Pues sencillo: se trata de los viejos operadores del derecho, que no han podido adaptarse ni reconocer al Sistema Penal Acusatorio debido a su inclinación incorregible hacia la brutalidad y el autoritarismo. Son “los viejos abogados”, los “viejos y prepotentes ex-servidores públicos” del antiguo Sistema Inquisitorial; ellos están desconsolados, extrañan la tortura como método de investigación… Se mofaban de la frase que hicieron famosa: “investigación sin confesión, no es investigación”.
Les hace falta el arraigo; según ellos, es necesario volver al pasado, “detener para investigar y no investigar para detener”… Sí, les hace falta el arraigo, el mecanismo coactivo que les permitía privar ilegalmente de la libertad; añoran la montaña de papel tras la cual se escondían los jueces. ¿Cómo que van a llevar una audiencia con público en la sala? Les incomoda juzgar con la transparencia; ahora que las audiencias son públicas y orales, extrañan las audiencias en lo oscurito.
Hasta antes de la reforma constitucional del 2008, ocho de cada 10 personas sentenciadas no conocían el rostro del Juez que los procesó y ocho de cada 10 personas que eran procesados reportaban haber sufrido algún tipo de tortura.
Con el Sistema Inquisitorial era común que los procesados tardaran en conocer las razones por las que habían sido privados de su libertad; también ocurría con gran facilidad -y era prácticamente una regla- que se les fabricaran pruebas y testimonios, que la autoridad policial o ministerial mintiera para forzar una teoría criminal que se había inventado.
Entre los casos judiciales más sonados del viejo y arbitrario Sistema Penal, está el de las indígenas nahñú, Teresa, Jacinta y Alberta o los expedientes de Wallace, Martín y Cassez-Vallarta; pero hay muchas -miles- más en circunstancia similar porque se impuso un proceso injusto gracias aún al sistema que naturalmente era sumamente injusto.
Qué osadía pretende Gertz Manero, socios y asociados; en suma:
1.- El Juez participa y dirige la investigación, formando la “Averiguación Judicial”;
2.- Reaparece la figura del arraigo para cualquier delito, justificada en el éxito de la investigación;
3.- Se establece la obligatoriedad al Órgano Jurisdiccional de imponer en todos los casos Medidas Cautelares;
4.- Desaparecen las figuras de Vinculación a Proceso, la Investigación Complementaria, la Etapa Intermedia, y el Tribunal de Enjuiciamiento;
5.- Los antecedentes de la investigación serán valorados por el Juez en la Sentencia Definitiva;
6.- Castigo ejemplar a los Jueces que provoquen obstrucción a la justicia. La denuncia la presentara el Fiscal que participó en la audiencia;
7.- Evidentemente se mantiene la Prisión Preventiva Oficiosa y aumentando sus requisitos;
8.- El Juez que participo en la investigación, a su vez será el Juez que dicte la Sentencia correspondiente; y
9.- Regresa la garantía de Reparación del Daño como requisito para obtener la libertad, adicional a las Medidas Cautelares.
Esta es la contrarreforma al Sistema Acusatorio.
Benigno Licea González es Doctor en Derecho Constitucional y Derecho Penal. Fue presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa”, A. C. Correo: liceagb@yahoo.com.mx