Jaime Bonilla Valdez decidió mantener en secreto su estado de salud físico y mental. A través de una solicitud de Transparencia (número 01296619), se requirió a la Oficina del Titular del Poder Ejecutivo informar si el mandatario requería algún tipo de medicamento para desarrollar su desempeño físico y mental durante el día, considerando el interés público que conlleva la salud del hombre que toma las decisiones más trascendentes de Baja California, ya que sus acciones repercutirán en la entidad. Sin embargo, en la respuesta emitida por sus subordinados, estos protegieron al de Morena, asegurando que el expediente clínico y físico de Bonilla contiene datos personales de exclusivo interés del mencionado: “Los datos proporcionados al personal de salud, por el paciente o por terceros, mismos que, debido a que son datos personales son motivo de confidencialidad, en términos del secreto médico profesional y demás disposiciones jurídicas que resulten aplicables”. Sí bien es un tema que podría someterse a debate, al contraponer el derecho de conocer el estado de salud de un representante popular con la información personal del individuo, habría sido un ejercicio de transparencia explicar si Bonilla Valdez padece algún problema físico o psiquiátrico que la sociedad deba saber.