El narrador mexicano entregó el título “Profesores, tiranos y otros pinches chamacos”, publicado por la editorial mexicana Almadía, donde reúne 40 cuentos escritos en las últimas cuatro décadas. “Se escribe el cuento y entre paréntesis se van contando algunas escenas, y si leemos los paréntesis, aparte vemos algo distinto de lo que está pasando realmente en el cuento”, expresó a ZETA el escritor
La tradición del cuento en México que viene por lo menos desde el Siglo XIX, continúa con Francisco Hinojosa, uno de los más importantes exponentes de la narrativa breve desde los últimos 20 años del Siglo XX y primeras dos décadas del XXI.
En su más reciente libro “Profesores, tiranos y otros pinches chamacos”, publicado en 2019 por la editorial mexicana Almadía, el autor continúa la tradición del cuento mexicano con 40 relatos escritos en las últimas cuatro décadas.
“‘Profesores, tiranos y otros pinches chamacos’ es la historia de mi vida como escritor, son 40 años los que están aquí reunidos, más o menos son cuatro décadas y casi es el trabajo completo”, afirmó en entrevista con ZETA el narrador, quien también confesó algunos secretos de su vocación de cuentista que data desde la adolescencia.
“DE AHÍ ME VINO UNA NECESIDAD DE BREVEDAD”
Hijo de Francisco Poyo y Olga Hinojosa, el autor que firma como Francisco Hinojosa nació el 28 de febrero de 1954 en Ciudad de México. En el diálogo con ZETA, reveló sus primeras lecturas:
“Antes de los 16 años lo que leía y consumía mucho era el cómic, las historietas que se vendían en los puestos de periódicos, yo consumía todo y creo que de ahí me vino una necesidad de brevedad. Me volví lector a los 16 años. Recuerdo la primera lectura muy bien y las que le siguieron. La primera lectura, la que me llevó a seguir leyendo fue ‘Crimen y castigo’, de Dostoievski. Y le siguieron muy de cerca: Kafka, Jünger, Virginia Woolf, fue lo primero que me cautivó”.
Con la lectura se asomó la escritura:
“Como a los 18 años, pues dije, ‘si me gusta tanto leer, por qué no escribir’. Empecé a escribir poesía, fueron muchas páginas las que escribí, ya cuando las exprimí y dije ‘voy a publicarlas’, mi obra completa no alcanzó lomo, tuvo que ser engrapada la primera edición. Entonces, esos poemas se iban haciendo cada vez más narrativos, como que contaban algo hasta que un día escribí un cuento y me sentí mucho más a gusto en el cuento”.
Egresado de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Hinojosa evocó sus primeras colaboraciones a finales de los 70 y principios de los 80 que luego integrarían su primer libro:
“Los primeros cuentos los publiqué tanto en la gaceta del Fondo de Cultura Económica como en la Revista de la Universidad de México. Luego, mis primeros cuentos los reuní en un libro que se llama ‘Informe negro’, que le da título al cuento, fueron más o menos diez años que tardé en escribir ese libro, salió publicado en 1987”.
Lo demás es historia para fortuna de la cuentística hispanoamericana.
40 AÑOS DE PURO CUENTO
Francisco Hinojosa es el creador del célebre cuento “La peor señora del mundo” (Fondo de Cultura Económica, 1992), aunque su legado a la literatura infantil mexicana incluye más de veinte títulos; no obstante, cinco libros de cuentos no están dirigidos al público infantil, sino a los adultos: “Informe negro”, “Cuentos héticos”, “Memorias segadas de un hombre en el fondo bueno y otros cuentos hueros”, “Un tipo de cuidado” y “El tiempo apremia”.
De sus cinco libros de cuentos para adultos fueron seleccionados 40 relatos para integrar “Profesores, tiranos y otros pinches chamacos”, que propone la editorial oaxaqueña Almadía, dirigida por Guillermo Quijas.
“‘Profesores, tiranos y otros pinches chamacos’ es la reunión de cuentos completos de cinco libros, menos cuatro cuentos que le quité porque no me gustaban, y cuatro cuentos que le añadí porque se publicaron en distintas publicaciones, revistas, libros o compilaciones de cuentos”, manifestó a ZETA Francisco Hinojosa.
Un “pinche chamaco” y sus dos amigos encuentran una pistola enterrada con la cual matan a algunas personas que se topan; dos tipos hacen las diligencias para comprar el país, “todo, todo, todo, queremos todo”, decían; un mandatario -al que apodan “La Hiena”- mata uno por uno a los integrantes de su gabinete porque no le gustan los regalos de Navidad que le obsequian; ésos son solo algunos de los argumentos de los 40 cuentos que pululan por “Profesores, tiranos y otros pinches chamacos”.
“Los temas que más se repiten en los cuentos que escribo para adultos -aquí divido para adultos y para niños-, son la violencia y la muerte. Digo que soy un asesino literario porque mato a muchos personajes en mis cuentos, y creo que la manera de ver esos temas, que para mí son temores, mi escudo que tengo para taparlos es el humor negro”, confesó el escritor.
Aunque posteriormente aclaró:
“Trato nunca lastimar a nadie, por eso la ironía no me gusta, no me gusta el chiste fácil sino el respetar, y que sean mis personajes los que estén metidos en estas circunstancias que les creo. Ese entorno que se puede prestar a una sonrisa no necesariamente fácil, que sale de una manera involuntaria”.
— Tus cuentos no son realistas, sino están escritos con una diversidad de recursos literarios como la fábula, personificación, simbolismo y muchas situaciones son hiperbólicas…
“Todo es ficción, por supuesto, pero sí hay muchas referencias a momentos, situaciones de la vida cotidiana, política, social, íntima; sí hay referencias pero nunca son muy reconocibles, salvo algún cuento, como ‘Lo que antes eran las calles’, que sí habla de este daño colateral en la guerra de (Felipe) Calderón contra el narco, donde un niño muere en un cruce, es el único que tiene una referencia más real.
“En otro, ‘El tiempo apremia’, dos tipos compran un país. Los países no se compran y yo me imaginé cuando Vicente Fox salió electo, dije ‘¿cómo va a ser nuestro país manejado por un empresario?’, pero no hay ninguna referencia real, nadie lo identifica.
“Otro habla acerca del asesinato de Ruiz Massieu, pero si alguien no sabe la historia, no se entera. Es decir, es un cuento que puede tener su propia vida, pero sí tiene esa lejana referencia a ciertos momentos de la realidad.
“Hay veces que es algo que me va saliendo de una manera más intuitiva que planeada; los cuentos los construyo a partir de una idea, de un argumento o de la construcción de personajes o situaciones, por lo general ése es más mi principio: construyo unos personajes, una circunstancia, luego no sé qué hacer bien con ellos, por eso a veces un cuento puedo tardar siete años terminarlo, porque ya tengo mis personajes, los siento vivos y no sé qué hacer con ellos; entonces se va dando poco a poco la historia y termina en lo que termina, es algo que sale de una manera más intuitiva. Yo no planeo, no hago un esqueleto de un cuento o una novela, voy adentrándome en él y a ver a dónde me lleva”.
— ¿Cumple la ficción de tus cuentos alguna función al reflejar ciertas situaciones del país?
“Yo espero que sí, y de pronto son identificados, pero sí hay un propósito alrededor de eso: eso somos. Los cuentos sí pueden ser muy fácilmente un reflejo de lo que nos está sucediendo y una manera de vernos a nosotros mismos como sociedad, como cultura. Creo que eso puede estar muy manifiesto en el cuento o en la novela, en la poesía, teatro”.
“SIEMPRE HAY UN SEGUNDO CUENTO”
Considerando su trayectoria de más de cuatro décadas escribiendo y más de veinte títulos publicados, Francisco Hinojosa es el indicado al hablar del cuento. Por eso en la entrevista con ZETA había que solicitarle algunas consideraciones generales sobre la narrativa breve:
— ¿Qué era el cuento hace 40 años para Francisco Hinojosa?
“Empecé con una idea muy académica que aprendí en la universidad, decía Quiroga: ‘Cuando escribes la primera línea de un cuento ya tienes que saber cuál es la última’, y no es así. Mi enfrentamiento con el cuento es muy distinto: yo empiezo quizá nada más con la construcción de una situación, de un personaje, eso me va llevando por distintos caminos hasta que al cuento, el verdadero, le encuentro un final; pero no sigo un esquema clásico”.
— Decía Cortázar que en el cuento se gana por nocaut y en la novela por puntos. ¿Qué es el cuento para Francisco Hinojosa?
“Me gusta la idea de Cortázar, creo ciertamente que si no hay nocaut el cuento no funcionó, y me ha pasado. Dejar un cuento a la mitad es difícil, dejar una novela a la mitad, no. Pero dejar un cuento a la mitad tiene que ser porque está fallando algo.
“En un cómic aparece una imagen, en esa imagen aparece un personaje y en el globito aparecen ocho palabras, la novena no cabe; digamos que es como la definición que yo tendría del cuento. Para mí la novena palabra no cabe, quiero decir, es lo más sucinto. Entonces, ese desperdicio que tiene la novela es lo que no me gusta, por eso trato de concentrarme y decir: ‘esto que un novelista diría en quince páginas, yo lo voy a decir en tres líneas’”.
— Finalmente, Hemingway argumentaba que el cuento debe ser solo la punta del iceberg…
“Me gusta la teoría del cuento de Hemingway, pero también la teoría de Piglia, que dice que en un cuento hay detrás una historia que se está contando, y creo que eso me pasa, en algunos de mis cuentos es más evidente: se escribe el cuento y entre paréntesis se van contando algunas escenas; y si leemos los paréntesis aparte, vemos algo distinto de lo que está pasando realmente en el cuento. Detrás de un cuento, siempre hay un segundo cuento”.