¿Alguien ha sabido algo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en estas últimas semanas? El otrora poderoso partido en el gobierno desapareció del mapa; es lo más parecido a la famosa frase “se lo tragó la tierra”.
Si bien los partidos políticos cuando pierden el gobierno pasan por una etapa de crisis inevitable, pareciera que el PRI se lo tomó muy en serio. Su dirigente actual, el exgobernador de Campeche, Alejandro Moreno, nomás no pinta; aunque a fuerza de ser sincero, la oposición en general es la que no da color.
El PRI está actuando con miedo. Saben y sienten que el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador los tiene arrinconados y achicados. Bien conocen que, cuando así lo decida, el nuevo gobierno podrá meter a la cárcel a más funcionarios, para seguir los pasos de Rosario Robles. Es muy curioso, pero en el discurso del actual Presidente de México solo se hace mención a la anterior administración de Enrique Peña Nieto para cambiar alguna discusión pública que no le esté favoreciendo.
El PRI está fuera de cualquier debate serio. Es verdad que su “ejército” de senadores y diputados quedó muy reducido después de la elección del 2018, pero no se debe olvidar que aún cuentan con una cantidad importante de gobernadores y alcaldes de municipios relevantes como para hacerse escuchar. Pero no, más bien han optaron por el silencio cómplice en lugar de ser una oposición que busque confrontar ideas y puntos de vista prefirieron el bajo perfil. Sus intereses tendrán, más resulta evidente que prefieren mantenerse fuera de toda confrontación.
Ni siquiera senadores o diputados que trabajaron en el gobierno de Peña Nieto defienden su trabajo; lo único que sabemos, por ejemplo, del ex presidente son las francachelas que agarra mes a mes con su nueva novia. Es decir, conocemos más de su vida privada que de alguna acción tendiente a defender lo que fue su administración.
Su presidente nacional, Alejandro Moreno, asiste a debates para dar su punto de vista sobre ciertas políticas del gobierno del López Obrador, pero son presencias esporádicas, sin estrategia y, lo más importante, sin peso ni resonancia. A ejemplo contrario, los gobernadores de Acción Nacional -casi todos- decidieron juntarse en una asociación denominada GOAN; este espacio les ha servido para expresar puntos de vista, promocionarse e inclusive para manifestar su desacuerdo con medidas absurdas del actual gobierno. En el PRI no vemos siquiera algún esfuerzo lejano por hacer equipo entre gobernadores y su dirigencia.
Revisando diversas encuestas que se dan a conocer con motivo del primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, si bien en algunas queda claro que su aprobación empieza a resentir un desgaste, así como una baja en la intención del voto de Morena, lo cierto es que esa caída nadie, pero absolutamente nadie la capitaliza.
Tampoco se debe generar una expectativa positiva sobre las dirigencias del PRI y PAN. Los posibles logros y avances no vendrán desde el centro del país, sino de aquellas gubernaturas, alcaldías y puestos de elección popular que ganen localmente.
Es evidente que el PRI no encuentra su lugar; no sabe si de plano es mejor entregarse a los brazos de la autodenominada Cuarta Transformación o fingir ser una oposición desde sus “prírricos” espacios ganados.
Mientras siguen en su fase existencial no deben olvidar algo muy relevante: en el 2021 van a estar en juego 15 gubernaturas, varias de ellas encabezadas por el tricolor. Veamos qué tanto desean permanecer en el poder o simplemente tirarse al olvido, deseando ser salvados por algo realmente milagroso y poco probable.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación, y socio fundador de CAUDAE. @CasoAlejandro
