Conzultoría Matrimonial y Familiar
En esta historia, la pareja de la película -como todas- se casaron muy enamorados, haciéndose muchas promesas e ilusiones en Los Ángeles; ella viviendo ahí y él en Nueva York, donde deciden vivir ya que ahí él tenía su trabajo como director de teatro. Y como ella era actriz, la invitó a que participara en sus obras, donde poco a poco fue sobresaliendo y creándose cierta fama, aun cuando a ella le gustaba el cine y no el teatro; pero decidió complacerlo y siguió actuando ahí.
La película da a entender que mientras no había hijos, las cosas iban bien; una vez que llegó un hijo, las cosas cambiaron. Ambos eran buenos padres, cada quien lo atendía; el papá en sus tiempos libres compartía su tiempo con él, jugando y enseñándole de acuerdo a su edad a leer y escribir; ella como madre, haciendo lo propio y por supuesto dedicándole más tiempo que él, lo cual se le hacía muy pesado. Hacer el papel de madre y actriz bajo la dirección de él, por lo cual trascendía que los conflictos que llegaban a tener en casa se reflejaran en el teatro y viceversa; quizás en uno de esos conflictos él se dio el lujo de tener sexo con otra actriz del elenco, una de las razones del porqué empezaron a tener conflictos.
Creo que la esencia de los conflictos fue el ego de cada quien y querer sobresalir, sobre todo trabajando juntos y uno dependiendo del otro en el desarrollo del mismo; aparte, ella no se sentía a gusto viviendo en Nueva York, ya que aparentemente él le había prometido que se iban a regresar a Los Ángeles, donde él recibió una oferta de trabajo muy lucrativa con casa y todo; pero que no aceptó, lo cual fue una gran desilusión para ella. Esto hizo que sentimentalmente se sintiera más alejada de él.
Se le ofrece a ella un trabajo en Los Ángeles en forma temporal, por lo que él acepta a regañadientes que se vaya con su hijo; pero no sin antes tener agrias discusiones, con palabras altisonantes y vulgares de ambas partes. Una vez en esa ciudad -y después de varias y crudas discusiones- ella entabla una demanda de divorcio, y cuando él va a verlos le notifican esta decisión por parte de ella. Tratando de resolver el conflicto, van con un mediador, y cuando este le pide a ella que diga lo que tiene que decir respecto del conflicto, se desespera y se sale de la sesión, decidiendo mejor contratar un abogado; por lo cual, él se ve obligado a hacer lo propio, ya que de no contestar la demanda por un abogado, podría perder la custodia total de su hijo y de los bienes y su patrimonio… cuando medio de la mediación podrían haber resuelto sus conflictos, lo que significaría hacer un buen divorcio, donde ambos ganaran y ninguno perdiera, sin gran costo de honorarios del mediador y sin tener que pagar miles de dólares a los abogados (los “ganones”).
Cuando él va a Los Ángeles, en cada ocasión las discusiones se agravan; se dicen cosas que ni sienten, pero sí hieren. Lo que se trata es ganarle al contrario, denostándolo con expresiones que jamás pensaron en decirse. Finalmente, ambos se divorcian; ambos perdieron (más él), y gracias a que consiguió un trabajo en Los Ángeles, tiene la oportunidad de convivir con su hijo y todo queda en calma. Aunque las heridas nunca cicatrizarán.
Y eso es lo que pasa seguido en parejas que desean divorciarse y que, al no ponerse de acuerdo, se dicen y ofenden con palabras que jamás hubieran querido decirse; algunas mujeres llegan a odiar tanto que evitan a como dé lugar que los papás vean a sus hijos, o hablan mal de ellos y/o les limitan el tiempo de convivir. Y créanme, todo se evitaría -y saldrían ganando- ante un mediador y/o consultor en mi caso, en menos tiempo y honorarios.
Gracias como siempre a mis dos que tres lectores por sus comentarios y consultas al e-mail: bautista46@hotmail.com
El Licenciado Roberto Bautista ejerce su profesión en Tijuana.