El Presidente Andrés Manuel López Obrador y sus huestes están muy ocupados de lo que haga o deje de hacer Felipe Calderón Hinojosa; lo más reciente -no es para menos- es la detención en Estados Unidos de quien fuera su secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
Es muy común escuchar al actual mandatario culpando a los gobiernos anteriores como los responsables de todos los males que vive nuestro país. Lo curioso en este caso, es que las críticas se concentran en dos administraciones: la que inició en el año 2000 con Vicente Fox Quesada, y la de 2006 con Felipe Calderón; pero el sexenio que está exento de los señalamientos de la autodenominada Cuarta Transformación, es la del priista Enrique Peña Nieto.
Pareciera que los años del 2012 al 2018 se esfumaron o simplemente no existieron. Los fenómenos como la “zona del silencio” o los mitos del “triángulo de las Bermudas” se quedan cortos en la búsqueda de alguna explicación.
Solo conocemos dos casos de la pasada administración que han sido ventilados públicamente: en primer lugar, el asunto del ex director de Pemex Emilio Lozoya; y en segundo lugar, el de Rosario Robles.
Sobre Lozoya, a últimas fechas se cuenta con poca información; sabemos que es prófugo de la justicia y que sus familiares han sido llamados a declarar, pero hasta ahí.
En el caso de Robles, era vox populi sus malos manejos cuando se desempeñó como secretaria de Desarrollo Social con Peña Nieto; tan solo recordar la defensa a ultranza que el entonces mandatario declararía como el famoso “no te preocupes Rosario”, por su supuesta participación a través de desvío de recursos para campañas políticas. En estos momentos ella se encuentra en prisión, acusada por una triangulación de dinero a universidades públicas a cambio de un porcentaje que se quedaba en manos de funcionarios (bajo su responsabilidad). Aun con evidencia sólida, queda claro que su caso ha sido tratado con dolo político; la consigna por refundirla en la cárcel venía de órdenes superiores, nunca le perdonaron “saltar del barco” de la izquierda.
Si quitáramos estos dos publicitados casos, pareciera que hasta ahí llegó la justicia de López Obrador contra la administración pasada. En las oficinas gubernamentales nadie se acuerda del tema “Casa Blanca”, Maninalco, Ayotzinapa o la adjudicación de obras para favorecer a amigos (OHL). Al ex presidente Enrique Peña Nieto se le ve tan tranquilo y feliz, que se da el lujo de exhibirse con su novia por doquier; pero si se trata de Vicente Fox, y muy en particular de Felipe Calderón, la historia cambia… la sensibilidad de López Obrador y la de sus seguidores se vuelca en críticas intestinas.
Tan solo un ejemplo: en redes sociales, ¿hace cuánto que no vemos una “tendencia” contra Peña Nieto relacionada con su gobierno?
Algunos dirán -con justa razón- que tanto Calderón como Fox andan demasiado activos y criticando prácticamente todo lo que realiza el gobierno de López Obrador, pero si no fuera por ellos, y algunos otros que se cuentan con los dedos de la mano, no existiría oposición alguna.
Es indudable que la detención de Genaro García Luna cayó como “anillo al dedo” para la izquierda y su gobierno. De confirmarse las acusaciones contra el ex funcionario, será un golpe muy fuerte que impactará directamente en la “línea de flotación” de los futuros proyectos políticos de Calderón.
Por lo pronto, debemos estar muy pendientes de nuevas acusaciones contra los panistas. Porque el sexenio de Peña Nieto desapareció de los intereses de Andrés Manuel López Obrador por arte de magia.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas y comunicación, y socio fundador de CAUDAE. @CasoAlejandro
