Soy maestro jubilado,
exijo respeto y justicia
al Gobierno del Estado.
¡Basta de tanta tranza!
Mi voz y mi cuerpo, cansados
de tantos años enseñar,
piden justo y decoroso trato
y poder, al fin, descansar.
Entregué a la niñez mi vida.
El gran tesoro de México,
la justicia y democracia,
inculqué en cada niño.
Justicia que hoy se niega
al viejo y humilde maestro
que dio de pasión muestra
y entregó su mayor tesoro:
Su juventud y conocimiento
a la niñez bajacaliforniana.
Hoy se les negó el salario
para arrimar pan a su mesa
y comprar urgente medicina.
¡Qué bajeza!
El gran “boquete” financiero
no es culpa del Magisterio.
Un Viacrucis, cada fin de mes,
viven los jubilados maestros.
Francisco Heredia Guzmán
Tijuana, B.C.