Es una película emocionante de principio a fin. Y cómo no podría serlo, si lo que cuenta es la historia del diseñador de autos Carrol Shelby y el osado conductor británico Ken Miles, quienes se propusieron colocar en la pista de Le Mans en Francia 1966, un modelo de carreras capaz de derrotar los históricos vehículos de Enzo Ferrari.
Bajo la dirección de James Mangold (“Logan”, “Wolverine” y “Walk the Line”) y con uno de los mejores repartos de 2019, el filme se fundamenta en el talento de Christian Bale, quien interpreta a Miles, y Matt Damon en el rol de Shelby, para llevar este mano a mano hasta sus últimas consecuencias, desafiando en el camino las barreras del corporativismo, luchas internas y el feroz espíritu competitivo de Henry Ford II (Tracy Letts).
Esta es una película en la cual el final es bien sabido, pero la manera de llegar hasta ese punto, la forma de llevar la narrativa, permite que trascienda. Por ejemplo, en vez de enfocarse en las carreras en sí, el ojo está puesto en el equipo que Shelby encabeza para diseñar el carro. Eso es sumamente interesante aunque con lujo de detalle, factor que puede generar cierto tedio.
Por otro lado, está el irascible Miles como el antihéroe de esta cinta y también tienen su parte los ejecutivos de la marca, en especial el legendario Lee Iacocca (Jon Bernthal) y el antagónico Leo Beebe (Josh Lucas), quienes terminan convencidos de contratar a Shelby tras los resultados que ya había logrado en Le Mans.
Al final lo que cuenta es la evidente química entre Bale y Damon, dos actores de gran talla que aquí muy probablemente busquen nominaciones. Más allá de todo esto, prevalece una historia bien contada de dos gigantes de la industria del automovilismo, donde quedó más que probado aquello de que “no hay enemigo pequeño”. ****
Punto final.- ¿Ya compraron sus boletos para “Star Wars: El ascenso de Skywalker”?