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martes, febrero 20, 2024
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En el desamparo

INCENDIOS.- Más de 480 personas damnificadas, aproximadamente 365 casas siniestradas y 13 mil hectáreas dañadas, dejaron los siniestros en Tijuana, Ensenada, Tecate y Rosarito, esparcidos en cerros, laderas y zonas urbanas la madrugada del 25 de octubre en Baja California. En Ensenada las llamas se llevaron ranchos, viñedos e incluso cabezas de ganado. La población que lo ha perdido todo se encuentra en el desamparo oficial, sobreviviendo con comida, ropa y carpas producto de la donación, pero sin una respuesta de los gobiernos para otorgarles recurso para la reconstrucción de sus hogares. Los censos que se realizan, con parámetros distintos en cada municipio, catalogan a propietarios de casas destruidas para otorgar apoyos y a personas que rentaban las dejan fuera, cuando también lo perdieron todo. A cinco días de iniciados los incendios, los damnificados no saben si les apoyarán con recursos para la reconstrucción ni la cifra. Ni municipios ni Estado contaban con protocolos a seguir para la reconstrucción. En sus pobres condiciones de equipo y herramientas, Bomberos sofocaron los fuegos e impidieron que el número de afectados aumentara

 


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Estas son las historias de familias que lo perdieron todo. Casa, ropa, documentos, vehículos, calzado, enseres domésticos. Que han recibido ayuda de los albergues, alimento y vestido, agua, una casa de campaña para seguir cuidando lo que quedó de su patrimonio, o están en la búsqueda de la solidaridad para seguir llevando a sus hijos a la escuela, encontrar un trabajo, tramitar sus documentos e iniciar la reconstrucción de su hogar.

 

“NOS PREGUNTAN QUÉ OCUPAMOS Y LO PERDIMOS TODO”


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Foto: Alejandro Gutiérrez Mora.- El señor Carlos González y su nieto.

La rutina habitual de Don Carlos era levantarse temprano, desayunar café con un pan y pasadas las seis de la mañana encaminar a su nieto Vladimir a la secundaria. En los últimos dos meses acudía algunos días de la semana a limpiar una casa en una exclusiva zona de la ciudad, en otros se quedaba en casa haciendo sus artesanías de madera, otra forma para ganarse la vida. Por la edad -65 años- y un malestar en la rodilla, ya no le es posible trabajar como antes. No puede caminar mucho o estar de pie por periodos prolongados. Antes se desempeñaba como guardia de seguridad y ahora solo encuentra trabajos informales limpiando casas.

Pero la mañana del jueves 24 de octubre, la vida de don Carlos cambió radicalmente. Cerca de las diez de la mañana, sus vecinos le hablaron por teléfono para decirle que los cinco cuartos que comprendían la pequeña vecindad donde vivía desde hace dos años, sobre la calle Gilberto Portugal en la colonia Ampliación Sánchez Taboada, quedaron reducidos a cenizas.

“Yo andaba allá por el Hipódromo, cuando llegué ya no había nada. Seguían aquí los bomberos, ya habían apagado todo, pero ya no quedaba nada. Todo se quemó”, recordó el hombre mientras descansaba recargado en los restos de lo que fue un automóvil.

Les dijeron que fue un cortocircuito, pero tanto él como los vecinos afectados no buscaron culpables, solo quieren salir adelante y reconstruir sus vidas. El resto de los inquilinos de la vecindad encontraron un espacio con familiares para poder continuar, Don Carlos y su nieto aceptaron un cuarto que los vecinos les ofrecieron para quedarse en la zona, ya que no tienen familia en la ciudad. Solo se tienen el uno al otro desde que llegaron de Puebla, hace casi tres años.

“Cuando llegamos a Tijuana, le dije a mi hijo que en esta ciudad si se trabaja bien, se sale adelante. Es una tierra de oportunidades y lo sigo creyendo así, aunque a veces existan muchas dificultades”, compartió don Carlos.

Cuando ya no pudo seguir trabajando como guardia de seguridad, empezó a hacer muebles y artesanías de madera, por las dificultades de salud se limitó a piezas pequeñas, como llaveros, portallaves y cuadros de distintas figuras que talla y barniza con sus propias manos. Recientemente había obtenido un crédito en la Secretaría del Bienestar para comprar material y herramientas. El fuego terminó también con su única forma de conseguir el sustento para él y su nieto. Perdió todos los insumos para sus artesanías.

Foto: Alejandro Gutiérrez Mora

“Perdimos todo. Vino el delegado, vino la del DIF, nos preguntaron qué ocupamos y no sé si no veían que no tenemos nada, todo se quemó”, aseveró don Carlos mientras señalaba el terreno cubierto por las cenizas.

El primer apoyo que pidieron fue en la delegación Sánchez Taboada, pero el propio delegado Eduardo Valenzuela Rodríguez les dijo que no podía darles dinero. El pretexto fue que la administración anterior los había dejado sin recursos y solo podía mandarlos al albergue temporal para que los ayudaran. Pero ellos no querían ir a un albergue, la escuela de Vladimir quedaría lejos y don Carlos no deseaba que el niño tuviera dificultades para asistir a clases. Los mandaron al DIF, en ese momento solo pudieron darles ropa usada que guardaban de donaciones anteriores. Gracias a los vecinos recuperaron algunas piezas de ropa parecidas al uniforme escolar de Vladimir y la propietaria de una papelería les donó los útiles escolares.

Cuando acudieron a Desarrollo Social Municipal, les dijeron que solo a los propietarios de los terrenos los apoyarían con material de construcción, entonces don Carlos hizo una lista de muebles y electrodomésticos que requiere: camas, estufa, refrigerador, sillas y lo esencial como platos, cucharas, ollas. Entregó la lista a una secretaria de la dependencia y afirmó que la mujer se burló.

“Me dijo ‘usted todo quiere’ y yo le respondí ‘pues lo perdimos todo’, pero le quité la carta. Ya no quise nada, me hizo sentir mal con su falta de sensibilidad. También le dije que ojalá nunca le toque estar en nuestra situación. Es algo que no le deseo a nadie”, expresó.

La titular de la Secretaría del Bienestar en el Ayuntamiento de Tijuana, Gabriela Farías, aseguró que don Carlos y su nieto forman parte del censo de damnificados a los que les darán apoyos económicos en los siguientes días.

Hasta el miércoles 30 de octubre, el censo estaba conformado por 35 familias tijuanenses que perdieron su patrimonio por los incendios, derivados de la condición Santa Ana que se registró en la ciudad.

Detalló que preliminarmente son 92 personas -69 adultos y 23 menores de edad- que serán apoyados por el Municipio sin importar su situación, si eran propietarios, si estaban asentados irregularmente o rentaban el inmueble afectado.

 

EN TECATE LES DAN VESTIDO Y COMIDA, PERO NO APOYO PARA RECONSTRUIR

Durante 32 años, don Elías Soto Mandujano trabajó como campesino en Baja California Sur, y luego como chofer en Pasadena, California. Su objetivo era, con el producto de su esfuerzo, construir su casa de retiro en Tecate. Lo hizo, pero ahora está reducida a cenizas.

La madrugada del viernes 25 de octubre el fuego arrasó con las colonias Salamandra, El Mirador, Escorial parte baja y El Capiri, arrasando con 3 mil 813 hectáreas y 114 viviendas. El saldo es de dos personas fallecidas y cuatro lesionadas, informó Genaro López Sandoval, director de Protección Civil municipal.

Don Elías y su familia fueron de los que perdieron todo. Su esposa María Elena, sus tres hijos y su nuera, se encontraban durmiendo cuando el fuego inició. Un ruido inusual despertó a uno de sus hijos y al abrir la puerta trasera vio el cerro ardiendo. De inmediato despertó a la familia y, al intentar salir por la puerta de enfrente, el panorama no fue mejor, las llamas estaban alrededor, las rejas hirviendo, las puertas de metal con candado, no había manera de escapar, así que los seis se abrazaron a esperar el final.
“Ya estábamos todos abrazados, no podíamos salir ni abrir la puerta, no había nada más qué hacer cuando de repente llegó un vecino y nos gritó ‘se está quemando su casa’ ¡pues sácanos!, y luego fue por su carro y trató de tumbar las rejas, pero no podía, las puertas tenían candado y parecían de chicle, no se caían”, relató el ciudadano.

El vecino que los ayudó no pudo tirar el cerco, pero con lo poco que pudo doblar, alcanzó a salir la familia y María Elena dejó un espacio abierto para que sus dos perros y un gato pudieran escapar.

El automóvil no pudo avanzar mucho, el fuego había mermado las llantas y se quedó parado a medio camino, por suerte fueron auxiliados por una patrulla que los llevó hasta la parte alta de un cerro contiguo.

Foto: Jorge Dueñes

“Miramos mucha gente llorando, corriendo, parecía el infierno, no se podía salir porque había lumbre por todos lados, adonde volteábamos a ver había llamas, gente huyendo”, relató don Elías con voz entrecortada.

“Tener mi casita en Tecate para cuando me retirara era mi ilusión, todo lo que trabajé durante 32 años lo invertí en esa casa, tardé dos años en pagar el terreno y cuatro en construir la casa a mi gusto y al de mi señora, el piso que yo quería, la cocina como ella la quería, yo solo quería pasar aquí mi vejez, tranquilo, con mi familia… ahora no tengo nada”, lamentó.

Su jardín con árboles de higos, nopales, mandarinas, aguacates y granadas fueron convertidos en cenizas; de sus tres automóviles quedó el metal, de su casa el cascarón y uno de sus perritos estaba carbonizado en el interior de la casa.

“Nos quedamos sin nada, solo alcanzamos a salir con lo que traíamos puesto, y a mi edad (73 años) y a como están las cosas, ya no voy a volver a tener mi casa; todo por lo que trabajé se perdió, a lo más que puedo aspirar es a lograr dos cuartos, una cocina y sala, y el otro para dormir, porque dinero no tenemos y ya estamos viejos”, mencionó.

La gente podría a esta familia con material de construcción, un par de colchonetas para dormir o alguna estufa de gas. Además, sus hijos saben poner loseta y techos.

 

“NO NECESITAMOS MÁS ROPA; NECESITAMOS VOLVER A EMPEZAR”

Laura Patricia Castro Morales fue otra de las afectadas de la colonia El Mirador en Tecate, ella logró escapar junto con su esposo y sus dos hijas de 10 y 14 años, pero no pudieron salir con nada más que su ropa de dormir.

“A mí me despertó el humo, la casa ya se estaba incendiado, rápido le grité a mi esposo y fui corriendo abajo porque ahí dormían las niñas, y luego a subir otra vez para poder escapar; no pensé en nada más, solo en sobrevivir”, comentó a ZETA.

Foto: Jorge Dueñes

La vivienda quedó destruida, solo unas debilitadas paredes de bloque que después ellos mismos derribarían para empezar de cero, pero no tienen ni cómo. Se sostenían de los trabajos que el hombre realizaba para la Cruz Roja y Bomberos confeccionando chalecos y botiquines de primeros auxilios con su máquina de coser, la cual también perdieron.

“Nos han dado mucho apoyo, tenemos qué comer y también nos han donado ropa, una señora nos va a ayudar con el uniforme de mi niña más grande; pero ahora lo que necesitamos es material de construcción para volver a empezar, no tenemos nada”, dijo Castro.

En varias ocasiones se han reunido con autoridades del Ayuntamiento de Tecate, los cuentan, les dan apoyo para comida, les llenan las minas de gas, pero no se ha dicho nada sobre destinar recursos para comenzar a construir otra vez.

Alfonso Arámburo, secretario de Desarrollo Social en Tecate, comentó que continúan las visitas a las zonas afectadas y están en alerta ante las condiciones climatológicas que se puedan presentar. “Estamos en espera que se resuelva (recurso para construcción) y nos ayuden  del Gobierno del Estado y Federal. En cuanto tengamos conocimiento sobre fondos, se canalizarán”.

Mientras, tanto la familia de don Elías como la de Laura deberán enfrentar el invierno viviendo de apoyos, en casa de familiares o acampando en sus terrenos hasta que las autoridades les ayuden a resolver su situación.

 

PÉRDIDAS INCUANTIFICABLES POR INCENDIOS EN ENSENADA

Foto: Enrique Botello.- Daños irreparables para la familia Balderas.

Cuando María despertó a la 1:30 am del viernes 25 de octubre, la habitación donde dormía con su esposo e hijas en medio del Rancho Pacífico estaba cubierta de humo. Su primera reacción fue cubrir con telas la boca de las menores e intentar salir de la cuartería.

Al abrir la puerta encontró que el fuego estaba a menos de 100 metros de distancia de la entrada, el calor arreciaba y en menos de tres minutos el cuarto estaba cubierto en llamas.

La familia Balderas es una de las 48 en Ensenada que se quedaron sin hogar tras los incendios en la zona norte, en la delegación La Misión.

El escenario en la Carretera Libre Ensenada-Tijuana, al igual que en la autopista, se tornó monocromático y sin vida vegetal, ni siquiera insectos podían verse.

Cien viviendas presentaron afectaciones, además de seis vehículos, un vivero, decenas de cabezas de ganado y más de 8 mil 500 hectáreas de chaparral y arbustos quedaron calcinados.

El siniestro se propagó a otros puntos del municipio, hacia el sur en el Cañón Buena Vista, donde personas fueron evacuadas y viviendas registraron daños. Le siguió el fraccionamiento Valle Dorado con solo quema de pastizales, donde Bomberos pudo liquidar las llamas.

La amenaza tomó mayor fuerza en el Valle de Guadalupe, en la delegación El Porvenir, donde hubo pérdidas materiales en predios rústicos dentro del perímetro de las vinícolas Decantos y El Cielo.

Foto: Enrique Botello

Al igual que en el resto de los incendios, Secretaría de Marina, Ejército Mexicano, Bomberos, Protección Civil  y los propios empleados de las vinícolas y vecinos, se hicieron cargo de trabajar doce horas en sofocar las llamas que quedaron casi extintas a la media noche.

Sobre cómo iniciaron los incendios y las vulnerabilidades que tiene Ensenada, el director de Protección Civil Municipal, Julio César Obregón Angulo, explicó que hay gran variedad de vegetación y chaparral, “los terrenos que tenemos en La Misión y otras zona rurales, de acuerdo al mapa satelital, nos dan puntos de calor que se combinan con la vegetación”.

El alcalde Armando Ayala Robles reaccionó con la conformación del consejo y la activación de albergues en los poblados La Misión y El Porvenir, luego que por lo menos 76 personas fueran evacuadas.

 

SOBREVIVIENDO AL FUEGO

“No podía respirar, me estaba ahogando por el humo”, describió A ZETA Erika Balderas, conmocionada por el recuerdo de esa noche. Las víctimas viven en la casa que se incendió, se llama Rancho Pacífico y se encuentra camino al Orfanato Puerta de Fe, pasando el puente de La Misión, donde está una ferretería hacia adentro.

La familia Balderas vive desde hace 20 años en este asentamiento ubicado a poco más de un kilómetro en terracería, saliendo en el Kilómetro 64 de la Carretera Libre La Misión-Rosarito.

“No es lo material, sino el valor sentimental”, afirmó Erika, quien integra una  joven familia: ella, ama de casa de 25 años, y su esposo de 33, chofer en el mercado de materiales del poblado. Aún no tienen un patrimonio.

Son dos cuarterías construidas con bloque y techos de madera que terminaron afectadas en el Rancho Pacífico, en la primera había una cocina con comedor y al lado una cama con espacio para ropa, donde vivían los padres.

A unos cinco metros está la segunda recámara donde dormía la pareja con sus dos hijas, pero al no tener un lugar dónde vivir, realizaron adecuaciones para poder dormir en tanto llega la ayuda de los voluntarios.

La cocina era el centro de reunión de la familia Balderas, pero desde la contingencia perdieron lo básico. No tienen dónde cocinar ni una mesa para convivir.

“Tenemos un cuartito como almacén donde cabían dos camas individuales, en una duermen mis dos hijas de 6 y 8 años de edad, y en la otra mi esposo y yo, todo se quemó”, compartió la mujer que, antes de salir de la habitación durante los incendios, alcanzó a rescatar documentos oficiales, uniformes y las mochilas de sus hijas.

“Lo único que no tenemos son zapatos escolares, ni tenis, eso no pudimos sacar”, añadió.

Además de la cocina, recámara y el área de convivencia, los Balderas vieron cómo se quemó la televisión, el refrigerador, el estéreo, la mesa, la cama, los burós, bocinas y otros muebles.

“Estábamos dormidos, desperté, me estaba ahogando con el humo, desperté a mi esposo y salimos. Ella y yo siempre cocinamos juntas. Ahorita se podría decir que todo lo perdimos, aunque nos han apoyado con mucha comida y ropa, nos faltan muebles, electrónicos y materiales de construcción”, solicitaron.

El patriarca de los Balderas es agricultor, se dedica a cuidar un rancho y siembra nopales para vender, mientras que la esposa trabaja en una florería en el campo.

Pese a la tragedia, ellos están contentos de tener salud y compartieron su satisfacción por la generosidad por parte del personal de Bomberos, Protección Civil, la Comisión Nacional Forestal, Ejército Mexicano y otros habitantes de la comunidad.

La mujer recordó cómo toda su comunidad estaba en crisis y cómo en esa madrugada vio a una mujer de edad avanzada y nacionalidad estadounidense en pánico, por lo que la ayudaron entre varios vecinos.

La mayor parte de los afectados que sufrieron pérdida total están en espera de apoyo gubernamental, sin embargo, la administración municipal dejó claro que quien sea acreedor a este beneficio, deberá demostrar la legal propiedad de tierra. De otra manera, quedarán al amparo de familiares u organismos de la sociedad civil.

 

EN PLAYAS DE ROSARITO EL APOYO LLEGARÁ EN UN MES

Desde hace 17 años, Claudia Macías, su esposo y tres hijos, viven en la colonia Santa Anita del Mar en Playas de Rosarito. La madrugada del viernes 25 de octubre perdieron su patrimonio cuando el incendio provocado por los vientos de Santa Ana consumió su hogar y su vehículo, adquiridos a través de años de esfuerzo y trabajo. Hoy duermen en una casa de acampar, sin saber cuánto tiempo tardarán en reconstruir su casa.

Como un “castillo” describe Claudia la forma del fuego que se movía al compás del fuerte viento la madrugada que perdió su casa, “estuvo el aire tan fuerte que aventaba bolas de llantas, de cosas encendidas y caían sobre las casas”.

En la colonia Santa Anita del Mar se quemaron 14 casas: cuatro en la calle San Pablo y otras cuatro en la calle San Pedro, fue ahí donde hubo una víctima, un hombre de aproximadamente 30 años que ninguno de los vecinos conocía lo suficiente para saber su nombre, pero aparentemente contaba con familiares en Estados Unidos, según lo que observaron los días siguientes.

El incendio les sorprendió pasadas las cuatro de la mañana, hora en que las primeras casas comenzaron a quemarse en esa zona. Los vecinos pasaron por las casas tocando las puertas o haciendo sonar el claxon para que nadie se quedara en sus respectivas viviendas y salieran a resguardarse.

Después del mediodía, Bomberos permitieron que los afectados volvieran a la colonia para verificar el estado de sus casas. A partir de ese momento, quienes llegaron primero a auxiliarles fue la ciudadanía tanto de Playas de Rosarito, como de Tijuana y Estados Unidos, entregándoles ropa, comida y víveres.

La señora Macías también perdió documentos, ropa y su carro, el cual utilizaba para trasladarse a Tijuana donde tiene a uno de sus hijos recuperándose de cáncer, razón por la que en los últimos meses su presencia en la colonia no era tan asidua. Hoy no ha podido moverse del predio por temor a que le roben las pocas cosas que le quedaron en su terreno. Incluso en esta circunstancia de catástrofe y necesidad  han aumentado los robos por parte de gente ajena a la colonia; no hay policías patrullando la zona.

Con esta tragedia se evidenciaron algunas carencias en la colonia Santa Anita, como la falta de agua. Desde el miércoles 23 de octubre no contaban con el servicio, lo cual dificultó el trabajo del cuerpo de Bomberos para sofocar el incendio. Tuvieron que ir a la colonia Mazatlán por el líquido, pues en las colonias aledañas Lomas Altas 1 y 2, ni siquiera hay tubería instalada.

El director de Bienestar Social en Playas de Rosarito, Daniel Garduño Espinoza, informó que fueron 65 casas afectadas: 35 en La Misión, San José de la Zorra y Los Alisitos; 30 en el poblado Morelos y la colonia Santa Anita del Mar, Lomas Altas 1 y 2. Aproximadamente 200 personas fueron damnificadas.

La Dirección de Bienestar Social se encargó de hacer un censo en las 65 casas siniestradas entre el lunes 28 y el miércoles 30 de octubre, con el que determinarán las necesidades de la población, incluida la sustitución de documentos, especificaciones de la casa, papeles del terreno y número de personas que vivían en el domicilio.

La autoridad calcula poder entregar a cada familia entre 200 mil y 250 mil pesos para pie de casa, material de construcción y electrificación, recurso que saldrá del Fondo de Desastres Naturales y podría llegar hasta en un mes. Mientras tanto, se habilitó un albergue en la colonia Morelos para los vecinos que así lo requieran, duerman ahí.

Garduño Espinoza explicó que de los recursos se hará cargo directamente la alcaldesa de Playas de Rosarito, Araceli Brown Figueredo. Hasta el momento se han entregado casas de acampar, se brindó atención médica y auxiliaron con la limpieza de los predios. Además, esperan ayudar con empleo y herramientas a quienes trabajaban por su cuenta.

 

Autor(a)

Ángela Torres Lozano
Ángela Torres Lozano
Soy licenciada en Comunicación por UABC, periodista desde 2008, reportera en ZETA de temas generales y especializada en periodismo de ciencia y salud, también soy miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia desde 2017.
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