Con casi una década de docencia,
esta escuela era de caché y la mejor.
Tuvo pegue y auge al inicio,
para estudiar era buen principio.
Directores y profesores
se veía eran de los mejores.
Ser docente o director,
privilegio, temple y honor.
Pasan los años y el Colegio
ya todo cambió.
Directores entran y salen,
profes se van y nuevos vienen.
Pero llegó noviembre y la Catrina advirtió.
Primero, un socavón hizo
al filo de la banqueta y calle.
Al Colegio salvó, ¡oh! detalle.
La Chirriona, al Colegio entró,
y el guardia ni cuenta se dio.
Se fue a oficina de dirección académica,
pepenó a la dirección de sec. la Tilica.
También la Huesos seleccionó
y a algunos profes se llevó:
al de Inglés y de Química,
“ellos nunca dan clases”, se van con la tilica.
La del velo blanco
también entró a oficina administrativa.
Se llevó a toda la comitiva
por indilgar con el sorteo, ¡qué ironía!
Va la Parca con sus futuros muertos,
profes, guardias y secres, bien tiesos.
Van rumbo a la funeraria Gayosso,
se les acabó el party y gozo.
Grita la Chirriona: “¡Hice un favor!
Padres y alumnos me lo pedían con clamor
llevarlos al panteón.
Por incompetentes están en el agujerón”.
La Catrina advierte, espera ver mejoras
en todo el Colegio.
Vale más se pongan las pilas,
en 2020 “nos veremos”, ella gritó y sonrió.
Calaverita de Leopoldo Durán.