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jueves, febrero 15, 2024
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Burla contra los que adoran a los ídolos

Isaías 43, versículos 9 al 20.

Todos los que se dedican a tallar estatuas de dioses no son nada y sus obras preferidas no sirven para nada. Sus partidarios no ven ni entienden nada. Por eso, se quedarán todos avergonzados. ¿Quién fabrica un dios o funde una estatua que de nada sirve? De ahí que los partidarios de este dios no sabrán qué hacer y sus fabricantes se pondrán colorados.


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Que se reúnan todos y se presenten: verán cómo se sentirán; miedo y vergüenza al mismo tiempo. El herrero trabaja con la fragua y a martillazos da forma a su obra; la trabaja con la fuerza de sus brazos. Siente hambre, se cansa y se agota. El carpintero mide la madera, dibuja a lápiz la figura, la trabaja con el cincel y le aplica el compás; lo hace siguiendo las medidas del cuerpo humano y con cara de hombre, para que pueda vivir en un templo hecho de cedro. Para esto tuvo que escoger un ciprés o un roble entre los árboles del bosque, o bien plantón un laurel que la lluvia hizo crecer.

Todo esto le sirve para hacer fuego, para calentarse y cocer el pan; pero también construye con esa madera un dios para agacharse delante de él. Se hace un ídolo para adorarlo. Echa la mitad al fuego, pone a asar la carne sobre las brasas y cuando está lista, se come el asado hasta quedar satisfecho. Al mismo tiempo, se calienta y dice: “Me caliento y miro las llamas”. Y con lo que sobra se fabrica su dios, su ídolo, ante el cual se agacha, se tira al suelo y le reza, diciéndole: “Sálvame, pues tú eres mi dios”.

No saben ni entienden. Sus ojos están tapados y no ven; su inteligencia no se da a la razón. No reflexionan ni son capaces de pensar, ni entender, ni decirse: “He echado la mitad al fuego, he puesto a cocer el pan sobre las brasas y con lo que me sobra voy a hacer ¿una tontería? ¿Me voy a agachar ante un trozo de madera?”.


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Es un hombre que se alimenta de cenizas; tiene su corazón engañado y se perderá. No será capaz de salvar su vida ni de preguntarse: “Eso que tengo en mis manos ¿no serán puras mentiras?”. El engaño de los sacerdotes, al ocultar lo escrito en la Biblia desde el antiguo testamento… Eso no es mandato divino; la mentira esa existe en la Tierra, la ocultan y no la dan a conocer en los sermones dominicales.

Estos versículos de verdad. Sobre imágenes.

 

Atentamente,

Leopoldo Durán Ramírez

Tijuana, B.C.

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Autor(a)

Carlos Sánchez
Carlos Sánchez
Carlos Sánchez Carlos Sánchez CarlosSanchez 36 carlos@zetatijuana.com
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