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martes, octubre 1, 2024
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Los plantíos del Cártel de Sinaloa en Ensenada

La Sierra de Ensenada sigue siendo campo fértil para los cultivos de enervantes ilícitos. Septiembre es el mes cuando más se cosecha la marihuana; de enero al 2 de septiembre la PEP ha localizado y destruido 14 plantíos de marihuana y ocho de amapola

En una zona serrana identificada más con el trasiego de enervantes en avionetas que con el cultivo, la Policía Estatal Preventiva (PEP) y el Ejército Mexicano destruyeron el primer plantío de marihuana ubicado este año entre La Huerta y Real del Castillo. Autoridades de Baja California atribuyen su propiedad al Cártel de Sinaloa.

Fue a 3 mil 503 pies sobre el nivel del mar, en un camino vecinal que conduce al Rancho La Calabaza, en las coordenadas Norte 32° 8′ 61” Oeste 116° 15′ 160”, un sitio ubicado a unas cuatro horas de Ensenada.

Lejos se ve la vida opulenta que presumen los grandes capos de la droga. Entre los cerros no hay suntuosas mansiones, armas con cachas de oro e incrustaciones de diamantes; tampoco autos deportivos ni “trocas” del año, menos aún grandes fiestas con alcohol, drogas en exceso y voluptuosas mujeres.

Los cuidadores de cultivos pasan meses sobreviviendo en medio de la nada, sin ningún lujo, en casas de campaña cubiertas con ramas secas, tomando agua de pozo, preparando su propia comida a base de tortillas, atún, frijol, chile, sopa.

“Esta gente está acostumbrada a pasarse veinte días, un mes, mes y medio en sierra”, regularmente les acercan lo básico para sobrevivir, ellos lo recogen y se regresan al plantío, platica el subdirector operativo de la PEP, Oziel García Hernández.

 

ZETA acompañó a un grupo de efectivos civiles y militares para documentar el proceso de erradicación de plantíos en una jornada de casi quince horas, entre el camino por brechas de terracería por los cerros, la caminata hasta el punto exacto, la destrucción y el regreso.

El plantío fue localizado el viernes 30 de agosto en inmediaciones de los poblados La Huerta y Real del Castillo. Un grupo de la PEP logró dar con los tres plantíos casi pegados, donde junto con el Segundo Regimiento de Caballería Motorizada se destruyeron 42 mil 200 plantas de cannabis sativa repartidas en una superficie de 6 mil 850 metros cuadrados.

Para poder ubicar los tres plantíos, dos días ante la PEP y el Ejército hallaron otro terreno en la zona de Piedras Gordas, donde detuvieron a Manuel “N”, de 50 años de edad, originario de Durango, quien cuidaba el sembradío.

De acuerdo con el subdirector operativo de la PEP, cuando en estos operativos se detiene a una persona proporciona información que luego es procesada y validada; también se revisan sus aparatos de comunicación y así se va triangulando la posible ubicación de más sitios.

Las áreas de Inteligencia y Operativa de la corporación estatal, presumen: “Trabajamos en el proceso de la información, enviamos a Operaciones Especiales a hacer un reconocimiento, se ubica el sitio mediante GPS y se pide apoyo a las Fuerzas Armadas”.

 

LA TRAVESÍA

Al clarear el día, poco antes de las siete de la mañana, un convoy de policías estatales y militares se enfila hacia la carretera que conduce a Ojos Negros.

Es sábado 31 de agosto, la misión, erradicar dos plantíos de marihuana en algún punto lejano de la Sierra de Juárez, ubicado un día antes.

Para poder llegar el sitio es necesario viajar al poblado de Ojos Negros y pasar por Puerta Trampa; el convoy no pasa desapercibido entre los locales que a esa hora ya salen a sus trabajos o se reúnen en las inmediaciones del parque para vender burritos y café.

Después comienza el ascenso por un camino estrecho, en ocasiones pedregoso y con zanjas profundas. En otras, lleno de polvo tipo talco que se impregna en los ojos y poros de la nariz.

A bordo de una patrulla de la PEP, junto con dos agentes estatales, la temperatura va subiendo conforme avanza el convoy; después de dos horas de camino, los rayos del sol ya queman la piel, el calor hace sudar a chorros y la constante hidratación con agua y bebidas energéticas obligan a parar continuamente para orinar.

Los costados del paisaje solo ofrecen cerros rocosos, arbustos y plantas pequeñas, sin pinos como en la zona de la Laguna de Hanson. Solamente los vehículos rompen con la armonía del sitio; casi nulo viento durante el trayecto.

Constantes subidas y bajadas, en ocasiones se ubican planicies propicias para la habilitación de pistas de aterrizaje de avionetas cargadas con droga, actividad común en esa parte del municipio.

El camino de terracería conecta con el Valle de Guadalupe y también con La Rumorosa; así se evita el puesto de control militar ubicado justo antes de la entrada a Ojos Negros y atravesar toda la ciudad de Ensenada.

Alrededor de las once de la mañana se llega al punto marcado para descender de las unidades, dos civiles con estrobos, cuatro balizadas y un vehículo Hummer del Ejército. Veinte agentes de la PEP, encabezados por el subdirector operativo y diez elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional, entre subteniente, sargento, cabos y soldados, conforman una sección (30 elementos), preparan el equipo para caminar hasta el sitio exacto.

Algunos elementos de la PEP y del Ejército establecen perímetro de seguridad y permanecen en las patrullas, mientras que el grueso del equipo inicia la caminata por el arroyo, en grupos de aproximadamente cuatro.

Armados con sus fusiles, pistola, cuchillos y machetes, se enfilan a los plantíos; los elementos que ya estuvieron en la zona un día antes dirigen al grupo.

Unos 50 minutos de caminata sobre la bajada de un arroyo y se llega hasta el campamento de los cuidadores, un cobertizo de ramas y troncos, con piedras apiladas que hacen las veces de mesa para preparar los alimentos.

Justo a la entrada de la choza sale una manguera que conecta a un pozo de agua de donde se abastecían los dos cuidadores, intuyen los agentes por el tamaño de la casa de campaña hallada dentro y los utensilios dispersos.

Una cazuela con alimento pegado, bolsas de Maseca, tazas, vasos, un rollo de papel aluminio casi acabado, un plato con sopa de letras, latas de atún, sazonador, pasta de dientes, papel sanitario, una batería recargable para celular y hasta tiros, son parte de los aditamentos encontrados en el lugar.

La sopa preparada y aún en el plato indica que los cuidadores huyeron apresuradamente del sitio, una vez que “halcones” los alertaron de la llegada de “pepos” y militares a la zona el viernes 30 de agosto.

 

PLANTAS CASI LISTAS PARA LA COSECHA

La marcha continúa unos 200 o 300 metros abajo hasta ubicar el primer plantío de marihuana en una ladera del arroyo cubierto con una enramada para no ser detectado desde el aire.

Mide 80×20 metros cuadrados, una densidad de diez plantas por metro cuadrado que dan un total aproximado de 16 mil plantas.

A unos cuantos pasos se ubica el plantío más grande de 100×40 metros, con seis plantas por metro cuadrado para dar un aproximado de 24 mil, también cubierto con ramas. En este caso algunas de las plantas superaban los dos metros de altura.

Las conocidas como “colas” ya estaban en floración, pero todavía les faltaban unas tres semanas para ser cosechadas. Se cree que la hierba tenía unos cuatro meses plantados.

Según la experiencia de los militares, entre septiembre y octubre es la temporada cuando más se cosecha la marihuana, mientras que la amapola es en el mes de enero.

Previo a la erradicación del plantío más grande, el subdirector operativo de la PEP ordena peinar la zona para ver si se da con otro cultivo. Un grupo de agentes emprende la búsqueda y 15 minutos después regresa para revelar que hay un tercero a la vuelta del cerro, de 25×50 metros, con cinco plantas por metro cuadrado para un total de 6 mil 260 plantas.

Junto al plantío más grande se ubica una piedra y una especie de coa, con la que los cuidadores llevaban la cuenta de los días pasados en el cerro; por las rayas, los agentes calculan la edad de las plantas.

En la zona se ubican tres pozos de agua desde los cuales se abastecen los plantíos mediante el sistema de riego por goteo, a través de una manguera.

Aproximadamente a las doce del mediodía comienza la erradicación del plantío principal; entre militares y estatales arrancan de raíz las plantas y las apilan en diversos sitios, al tiempo que destruyen la manguera que cruza todo el cultivo.

Mientras se procede a la erradicación, un grupo forma una hoguera de ramas secas y va colocando las plantas verdes encima para proceder a la incineración. Una parte de la enramada que cubre el plantío se destruye para poder quemar la droga y que el fuego no se propague a otras partes del cerro.

Cuando el fuego prende, el calor se acentúa, el humo dificulta la respiración y los ojos se irritan; se buscan los mejores ángulos para seguir lanzando la marihuana y no “hornearse”, como se le conoce a la intoxicación por humo del enervante.

Mientras las plantas se consumen en fuego, casi todo el grupo se dirige al plantío más pequeño para proceder de manera similar.

Por último, se incinera el plantío mediano, bajo el mismo método. En cada uno de los plantíos, los elementos recolectan indicios (plantas), las embalan para ponerlas a disposición de la Fiscalía General de la República junto con el Informe Policial Homologado.

En total se erradicaron 42 mil 200 plantas en una superficie de 6 mil 850 metros cuadrados, con lo que se hubieran producido entre 10 y 15 toneladas de marihuana, según cálculos de la PEP.

Alrededor de las 2:30 pm, dos horas y media después de haber iniciado la erradicación, comienza el regreso cuesta arriba por el mismo arroyo, cansados, asoleados, con leve deshidratación y pocos líquidos.

Algunos de los agentes comienzan a sufrir calambres, torceduras y mucha sed; algunos optan por abastecerse de agua en alguno de los pozos ubicados en la zona de los plantíos. El camino de regreso se vuelve más tardado, casi una hora y media.

 

LA DROGA SE MUEVE EN MULAS O CABALLOS

Una vez listas para la cosecha, las “colas” (flor) se cortan, se ponen a secar, se compactan, se colocan en costales que después son trasladados en mulas o caballos hasta otro punto donde se pasan a camionetas o pick ups, de ahí se mueven a ranchos o cabañas donde se termina el proceso, es decir, se prensa en paquetes con cinta canela.

Los cuidadores de plantíos entran y salen a pie o en mulas. Transportar la droga ya cosechada les lleva varios días porque generalmente lo hacen los mismos que resguardan los cultivos, para evitar que más personas ubiquen la zona y pueda haber fuga de información, según la experiencia de la PEP.

Las mismas pisadas de hombres o animales, botellas vacías, ramas quebradas, pedazos de manguera, dan indicios a los elementos para poder dar con los plantíos, previo trabajo operativo y de inteligencia.

Las autoridades creen que los campamentos como el de los recientes plantíos son abandonados por sus cuidadores momentos antes del despliegue de policías y militares, tras ser alertados vía radios de corta frecuencia; al estar acostumbrados a la vida en los cerros, aprenden a detectar señales como polvareda y pájaros volando.

 

COMBATE FRONTAL AL NARCOTRÁFICO

Como parte de una estrategia integral para atacar de fondo el problema, la PEP participa en actividades de combate desde el cultivo, los operadores, el trasiego, las vías de abastecimiento y los centros de acopio, declaró Oziel García Hernández.

Tan solo entre julio y agosto, la PEP y otras corporaciones realizaron cinco erradicaciones de plantíos de marihuana en Ensenada, todas relacionadas entre sí, según las propias autoridades.

Hasta el 2 de septiembre se habían destruido 14 cultivos con 243 mil 363 plantas de marihuana y ocho cultivos con 2 millones 445 mil plantas de amapola.

Actualmente se trabaja en información en la zona de La Rumorosa, Testerazo, Sur de Ensenada y zonas agrestes.

 

MARIHUANA MEXICANA SIGUE SIENDO REDITUABLE EN EU

Según los militares y estatales, la marihuana producida en esta zona tiene Estados Unidos como destino.

Es obvio que la marihuana sigue siendo redituable para quienes la cultivan, como se ve en el sitio, pero en Estados Unidos hay viveros y todo un mercado legal del enervante, inclusive de mejor calidad. ¿Sigue siendo negocio la marihuana mexicana en EU?, planteó ZETA al mando de la PEP.

“Tienes que ver una situación. La marihuana que se produce de manera legal en Estados Unidos está regulada, paga impuestos, le imponen varios controles; el resto no, por lo que el costo de la marihuana ilegal es mínimo y la ganancia grande”, respondió García Hernández.

Autor(a)

Marco A. Flores
Marco A. Flores
Egresado de la licenciatura en ciencias de la comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California. Ha sido reportero y jefe de información en diversos medios impresos, digitales y radiofónicos desde el 2007. Reportero del Semanario Zeta desde el año 2018.
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