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martes, febrero 20, 2024
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Feminismo ecológico

Hablemos de feminismo ecológico en estos momentos en que la humanidad se encuentra sacudida por los terribles sucesos que, lamentablemente, han causado destrucción ambiental y han dañado los ecosistemas (tales como los 30,901 incendios forestales en la Amazonia en lo que va del 2019); pero también está siendo sacudida por un particular activismo, el de Greta Thunberg, quien ha resaltado que nos estamos enfrentando a la sexta extinción masiva y el ritmo de extinción es 10,000 veces más rápido de lo normal”.

Greta Thunberg es una persona con discapacidad, de 16 años de edad, quien se ha convertido en una referencia de la lucha por una justicia ecológica y de género; aunque ha sido criticada de tener posiciones “demasiado radicales, que podrían antagonizar a la sociedad”ha emprendido acciones determinantes. Una de ellas es su participación para interponer una queja ante la Organización de las Naciones Unidas, denunciando la inacción ante el cambio climático de Alemania, Argentina, Brasil, Turquía y Francia como una violación de la Convención sobre los Derechos del Niño.


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Debido a las diferentes acciones que realiza como activista se ha visto señalada, especialmente por su edad y por algunas características del origen de la discapacidad que vive; sin embargo, hoy se erige como una mujer líder de su generación y un referente mundial: Ella ha ayudado a que se visibilicen no solo las causas medioambientales, sino también los grupos de atención prioritaria (y la importancia de su participación en los cambios sociales imperantes).

El activismo de Greta ha llegado a ser calificado como feminismo ecológico, al exigir la desaparición de los marcos opresivos que mantienen las conexiones tradicionales entre la dominación de la mujer y la naturaleza.

Al respecto -y como antecedente del feminismo ecológico- recordemos el ecofeminismo, que como término apareció en 1974 para destacar las conexiones históricas, sociales e incluso biológicas entre la naturaleza y la mujer, así como presentar la explotación de ambas como consecuencia del dominio del hombre y del orden patriarcal. En sus primeras apariciones, el ecofeminismo revalorizaba la experiencia de la maternidad, considerando que las mujeres -por su capacidad de dar a luz- están más cerca de la naturaleza, por lo que “deberían” tender a preservarla.


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El ecofeminismo se ocupaba de estudiar la dominación de la mujer como el vínculo de dominación de la naturaleza; su filosofía se centraba en el estudio que vincula los feminismos y el medio ambiente (ello desde sus diversas uniones), mostrándose cercano al movimiento ecologista. Ambos movimientos se apoyan y buscan desarrollar perspectivas y prácticas que no estén fundadas en sistemas de dominación de la naturaleza.

El feminismo en sí es un movimiento que busca la igualdad de derechos para los géneros y reconoce que las mujeres, sin ser una minoría numérica, están en situación de especial vulnerabilidad en lo que respecta a la garantía de sus derechos humanos; vulnerabilidad que cambia de acuerdo con las sociedades en las que viven y se desarrollan.

Existen diversos contextos sociales de opresión en donde se resaltan mayormente las desigualdades entre hombres y mujeres, bajo ideas equivocadas, estereotipos y roles de género, como que las mujeres han de ser solo madres y dedicarse de lleno a la maternidad, lo cual nos sigue llevando a la lucha por el acceso a las condiciones de igualdad en el ámbito público y privado.

El ecofeminismo -que en nuestros días sería profundamente cuestionado- dio pauta al nacimiento del feminismo ecológico, en el que ya no se toman en cuenta las cuestiones biológicas como una conexión de las mujeres con la naturaleza; se opta por considerar y defender la igualdad de oportunidades en el acceso al poder, para que las mujeres participen en las decisiones que afecten a la preservación del medio ambiente. En suma, propone abandonar el capitalismo y conseguir una sociedad que garantice calidad de vida para todas las personas, y la conservación de la naturaleza.

Las mujeres, las niñas y las adolescentes -como Greta Thunberg- constituyen la mitad de la población mundial y, por consiguiente, la mitad de su potencial. La igualdad sustantiva es imprescindible para lograr el desarrollo sostenible y proteger el medio ambiente. Como defensora de derechos humanos, reconozco el importante activismo que Greta realiza como líder en la materia del feminismo ecológico, pero, sobre todo, su compromiso con la humanidad.

 

Melba Adriana Olvera es presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California. Correo: melbaadriana@hotmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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