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viernes, febrero 23, 2024
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Once Upon a Time in Hollywood

Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) y Cliff Booth (Brad Pitt) son una pareja ideal. El primero, el vaquero estrella de la tele y, el segundo, su chofer y doble.

Los dos están acabados y desde su marginal perspectiva ven un Hollywood que está cambiando vertiginosamente. El momento es 1969, por ahí cuando Charles Manson y sus secuaces cometieron una serie de crímenes estremecedores, incluyendo el asesinato de Sharon Tate, la esposa de Roman Polanski.


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Rick vive justo al lado de la casa donde Tate, embarazada, fue acribillada junto con cuatro personas más. Este hecho cobrará relevancia a menudo que la película avance -casi tres horas después-, pero al principio vemos a este par ver pasar el tiempo, envueltos en un ambiente donde las ocurrencias nunca faltan.

Con el paso de los años aquí hay amistad y mucha nostalgia, fórmula esperada para dos actores acabados en Hollywood, aunque DiCaprio siga luciendo como un chamaco. Ellos son el símbolo perfecto del artificio de la meca del cine que está a punto de cambiar en una era en que géneros como la comedia y el western –poblados por personajes bonachones- corre el peligro de extinción.

Y todo porque allá afuera hay una tormenta social que está a punto de desatarse, y la referencia no es precisamente a la contracultura, sino a su expresión más siniestra representada por Manson y su clan.


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De alguna manera la visión de Quentin Tarantino de la industria a la que pertenece es expuesta con más claridad que nunca, y aunque estos personajes son bastante agradables, la intuición de que algo terrible está a punto de suceder nunca se disipa.

Margot Robbie es quien se encarga de recrear a la trágica Tate y, aunque surja una y otra vez la duda de por qué Tarantino escogió esta anécdota para desarrollar su novena y penúltima cinta –ha dicho una y otra vez que se retirará cuando estrene su décimo filme-, la verdad es obvia: el autor aquí plantea una ruptura, un punto sin retorno, el fin de la era de la inocencia no en Hollywood, sino en el público, que ahora consume historias de crímenes como su forma preferida de entretenimiento. Y luego dicen que el cine y la tele poco reflejan la realidad.

Pitt está aquí en su mejor elemento. Convincente, sólido, golpeado por la vida dentro y fuera de cámaras, mientras que DiCaprio, con esa eterna inmadurez física que se cuela hasta en el tono de voz, siempre es un maestro en escena. Tarantino escogió bien y el resultado, por ende, es muy bueno, tal vez excelente, con menos gore y más inteligencia, como debe ser en un cineasta de su envestidura, rumbo al final de una célebre carrera. ****

Punto final.- Y para prueba ahí están “Mindhunters”, “Manhunt”, “American Crime Story”, “La casa de papel”, “El crimen de Colmenares” y un largo etcétera.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
Gabriela Olivares Torres Gabriela Olivares Torres GabrielaOlivares 10 gabriela@zeta.com
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