De acuerdo al consejero Ciro Murayama, del Instituto Nacional Electoral, si cada mexicano de todos los que habitan este país, provee un peso cada semana, al año lo recaudado asciende a la totalidad de los recursos públicos que serán entregados a los partidos políticos para el ejercicio 2020.
No es una cifra menor, pero sí escandalosa: 5 mil 239 millones de pesos.
En una época en que el Presidente de la República eleva como estandarte la austeridad, resulta una grosería que tantísimo dinero sea entregado a los partidos. La cantidad equivale prácticamente al presupuesto completo de la ciudad de Tijuana.
En efecto, Andrés Manuel López Obrador llegó con la espada desenvainada disminuyendo los sueldos de la alta burocracia mexicana, cuya cuantía les permitía -amén de corrupciones y otras cosas- vivir como una realeza citadina en una república democrática. No más altos sueldos, no más despilfarro, lujos ni excesos y, por supuesto, no más costosos beneficios de seguros y herramientas con cargo al erario.
La austeridad fue más allá y, con la consigna de acabar con los intermediarios -realmente organizaciones de la sociedad civil- y favorecer directamente al ciudadano, el Presidente de la República acabó con programas sociales y disminuyó los presupuestos de otros en el ámbito de la ciencia, el deporte, la cultura, las artes, la promoción y el desarrollo, que tienen a instituciones públicas y privadas de apoyo a distintas actividades sociales, languideciendo ante la falta de dineros.
Entre reclamos, conformidades y el cierre de programas, en la semana que concluye, los consejeros del Instituto Nacional Electoral aprobaron la distribución del presupuesto superior a 5 mil millones de pesos para mantener a siete partidos políticos durante el próximo año. La noticia deja a muchos en la inconformidad, no solo porque los partidos han demostrado estar alejados de la sociedad al proveer de miembros a los poderes que integran el Estado mexicano, que antes que representar a los ciudadanos, defienden intereses propios, ajenos y de los poderosos.
Con el avasallamiento electoral de Movimiento Regeneración Nacional en las elecciones de 2018, los partidos políticos vieron no solo reducida su preferencia entre el electorado, sino sus dineros, considerando que se otorga en medida del voto logrado. En esas condiciones, los institutos políticos, uno de los sectores más opacos tratándose de manejo de recursos públicos, vieron minados sus intereses económicos frente a Morena.
La repartición del recurso público a partidos programada para 2020, a menos que surjan nuevos institutos políticos, el INE la propuso así:
Morena, mil 717 millones 916 mil pesos.
Partido Acción Nacional, 950 millones 407 mil pesos.
Partido Revolucionario Institucional, 896 millones 97 mil pesos.
Partido de la Revolución Democrática, 445 millones 747 mil pesos.
Partido del Trabajo, 391 millones 623 mil pesos.
Partido Verde Ecologista de México, 426 millones 189 mil pesos.
Movimiento Ciudadano, 411 millones 019 mil pesos.
Tales cantidades corresponden al pago anual a cada partido en distintas ministraciones, considerando además franquicias postales y telegráficas para el uso de los partidos. Aparte, se ha designado un presupuesto de 149 millones de pesos para “el liderazgo de las mujeres”.
De suyo ha sido propuesta la disminución de los recursos entregados a partidos políticos, al considerarlos altos, onerosos, pero especialmente se considera ahora cuando lo que prevalece en la administración pública federal es la política de la austeridad.
Además, que con la elección de 2018 quedó confirmado que el dinero no es garantía de triunfo. En aquel año, el partido político que más recursos públicos recibió fue el PRI, con mil 689 millones 590 mil 077 pesos. Quedó en el tercer lugar de la elección nacional.
Morena, el partido que más votos obtuvo, arriba de 25 millones (con los aliados llegaría a superar los 30), recibió un presupuesto de 649 millones 217 mil 254 pesos el año pasado. No necesitó de más dinero para convencer a los ciudadanos de votar por su candidato, y no ha requerido más recursos para ganar elecciones como en Puebla y Baja California.
No es, pues, el recurso, como sí lo es la conexión que tengan con el electorado, las banderas que enarbolen, los principios que pregonen, los cambios prometidos.
Los más de 5 mil millones de pesos a los partidos políticos en este tiempo de austeridad, resultan un insulto, especialmente cuando se carece de vacunas, medicamentos, becas y recursos para la promoción del deporte y de las artes.
Lilly Téllez, senadora morenista por Sonora, ha propuesto en la Cámara alta una iniciativa de Ley para reformar el Artículo 41 Constitucional y entregar a los partidos solo el 30 por ciento de los recursos hoy por hoy designados. Una reducción del 50% para establecer una bolsa de poco menos de 2 mil millones de pesos a repartir entre los siete partidos ya mencionados.
Quienes argumentan contra la propuesta de reducción, sea en el INE o en los partidos políticos que temen quedarse con poco recurso económico, dicen que entregar menos dinero a los institutos políticos podría orillarlos a recibir dinero mal habido. Del narcotráfico, de la corrupción, del crimen, como si tales escenarios no sucedieran actualmente en la bonanza de los partidos en México.
La urgencia es que apliquen la austeridad, que gasten con mesura y no con despilfarro, que los partidos aprendan a estar cerca de su sociedad sin tener que pagar por ello, encabezando las causas y no pagando voluntades. Finalmente, está comprobado que eso no funciona, ahí está la elección de 2018.
Pero los partidos políticos están acostumbrados a ser millonarios en un país de pobres. A ver si Morena empieza con el ejemplo y, tal como lo instruyó el Presidente de la República hace meses, prescinde del 50% de sus prerrogativas y las regresa a la Hacienda pública. Y si no, pues ahí está la Ley, que a los de Morena les gusta y les alcanza para cambiarla a su interés.