El día 10 de agosto recibí una trágica noticia: la desaparición de mi excompañera Nancy Flores García, de 40 años de edad, a quien recuerdo con una permanente sonrisa, una persona con gran entusiasmo y vocación de servicio, quien se desempeñaba en la Coordinación Administrativa de la Primera Visitaduría General de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), desde hace aproximadamente 21 años. Desapareció en la alcaldía Magdalena Contreras, de la Ciudad de México, posteriormente al dejar su vehículo en el estacionamiento de la CNDH. Un día después, desafortunadamente su cuerpo fue encontrado sin vida en el municipio de Valle de Bravo, Estado de México.
Las muertes violentas tienen consecuencias graves e irreparables. Nancy era una mujer comprometida con la causa de los derechos humanos, quien apenas hace dos años había sufrido las consecuencias de la violencia imperante en nuestro país, ya que derivado de un asalto, murió su esposo, quedando ella a cargo de sus dos hijos, los cuales a la fecha deben tener 21 y 15 años. Ahora, como resultado general de la violencia, estos jóvenes pierden a su madre, quedándose solos.
La estadística del Inegi indica que en el año 2016 se registraron dos mil 813 defunciones por homicidio de mujeres; en 2017, un total de tres mil 430; mientras que en 2018 sucedieron tres mil 663. Estas cifras reflejan un incremento del 30% entre 2016 y 2018. Paralelamente, el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe informó que entre 19 países de América Latina y el Caribe, arrojan un total de dos mil 559 mujeres, víctimas de feminicidio en 2017. En México, durante 2017 se reportaron un total de 760 feminicidios, es decir, 1.2 por cada 100 mil mujeres.
Ante estos hechos, el Organismo Nacional de Derechos Humanos exigió la puesta en marcha de acciones efectivas y contundentes para prevenir y erradicar las agresiones en contra de las mujeres. La violencia contra niñas y mujeres es un quebranto a los derechos humanos, su impacto puede ser inmediato o sucesivo e incluye múltiples consecuencias físicas, sexuales y psicológicas. Afecta el bienestar e impide su plena participación en la sociedad. Además, la violencia también impacta sobre su familia, comunidad y país. Los altos costos asociados afectan el presupuesto público y representan un obstáculo al desarrollo.
La Organización de las Naciones Unidas estima que el 35% de las mujeres de todo el mundo ha sufrido violencia física o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta a su pareja. De igual manera que de las 87 mil mujeres que fueron asesinadas globalmente en 2017, más de la mitad fueron por sus parejas o miembros familiares. Esto que quiere decir que 137 mujeres alrededor del mundo son asesinadas a diario por un miembro de su familia. Las mujeres adultas representan el 51% de las víctimas de trata de seres humanos, detectados a nivel mundial. En conjunto, las mujeres y las niñas suponen cerca del 71%, esto representa casi tres de cada cuatro víctimas infantiles de la trata. Asimismo, casi tres de cada cuatro mujeres y niñas víctimas de trata lo son con fines de explotación sexual.
Por ello escribo para que la justicia llegue a las víctimas, para que disminuyan las muertes violentas y que también los feminicidios sean investigados y castigados, para hacer conciencia de que la promoción de los derechos humanos es el mecanismo más efectivo de prevención a la violencia y el camino de la igualdad.
La incorporación de la perspectiva de género a todas las actividades del Estado (procuración y administración) debe de ser imperante para dejar de ver que la violencia hacia las mujeres es un problema entre particulares. Se tiene que visibilizar que la existencia de derechos, por sí misma, no ha sido capaz de revertir las asimetrías de poder y los estereotipos que excluyen las violaciones, en razón de género. De ahí la importancia de repensar la protección de los derechos humanos con perspectiva de género.
Melba Adriana Olvera fue Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California. Correo: melbaadriana@hotmail.com