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lunes, septiembre 30, 2024
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San Juan Chamula y Zinacantán

La primera visita al municipio de San Juan Chamula, Chiapas, en julio del 2008, fue de tres horas para visitar el templo que en una época fue católico, una construcción central rústica interesante. Una insólita ruptura del mundo prehispánico y la colonia con la “normalidad” de la jerarquía eclesiástica. No existen bancas para escuchar una misa, no hay sacerdotes que administren, para el mantenimiento del lugar, se pagan 25 pesos, no fotografías y menos videos, en el piso una alfombra de hierbas, como de nacimiento decembrino. Los santos con múltiples nombres donde destaca la diferencia entre el mismo nombre pero el “Grande y el Chico”, abundan imágenes. Pero a ambos lados están presentes, compactos los cuadros/nichos. Cada santo tiene cientos de veladoras y en conjunto suman miles. Este julio/2019, observé el trabajo que hacen las y los curanderos con niños y niñas enfermas.

Acompañado de sus padres y su hermana menor, un niño delgado de nueve años, con poco aliento, evidencia de debilidad, agotamiento y fiebre. La madre atenta al hijo, afligida, sufría en silencio, ya tenía una semana con ese cuadro. Junto a la madre se encontraba la curandera, con gallina amarrada de sus alas, el ave serena, rojiza, sin ruidos, colaboraba con la cura.

El padre se retiró de las oraciones y lo abordé para entender, qué estaba pasando con su hijo. El padre es chofer de camión de volteo, 35 años: “el niño ya había sido atendido por médicos del pueblo, y pese a ello, seguía enfermo sin mejoría. Algún virus lo ataba. Se habían suministrado medicamentos, pero sin resultados. El último recurso extremo que tenían fue las oraciones, a San Clemente el Grande son las herbolarias y métodos ancestrales y acudir a curanderas. Y apostaban el resto a la sapiencia de ella, para su recuperación. La medicina chamula es comunitaria, no lucran con el servicio. Nada comparado con la consulta médica, o especialista, lo hacen solidariamente como tradición ancestral, como vecinos y apoyo cuasi familiar.

No era el único caso en vivo, al lado estaba otro curandero, con una niña más pequeña que también pretendían curarla. La familia entera tensa, preocupada la rodeaba.

Horas antes, en el pintoresco Zinacantán, progresista pueblo productor de flores en gran escala en un templo católico había observado la fe profunda de otros padres que hincados sobre la loseta en voz alta oraban en favor de un bebé que la madre arrullaba en sus brazos, su prolongada oración llegó al llanto desatado, quizás por la gravedad que vive el niño y la desesperación de los progenitores en recibir el milagro de la sanación, poca gente, pero mucho respeto había. Era conmovedor presenciar aquella vehemencia de oración/canto.

No se termina el interés por entender la lógica de aquella profunda fe en los viejos curanderos y las oraciones a pleno pulmón, así que en su oportunidad le pregunté a la compañera Azalia, del  Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de la Casas (mejor conocido como FrayBa), fundado por el Obispo Samuel Ruiz y ahora patrocinado por el Obispo dominico de Saltillo, Raúl Vera “Tátics” (padres queridos) les llaman en los pueblos originarios, Vera apoya desde su diócesis en Saltillo, Coahuila.

El FrayBa es el espacio de la sociedad civil organizada donde se defienden de atropellos a los indígenas de 13 etnias de Chiapas. Protección de los abusos de la autoridad y de los caciques, a víctimas desplazadas forzadas, de peligrosos grupos políticos apoyados por paramilitares; ligados al poder local y al partido dominante. En 2017 se dio una salida masiva que llevó a campesinos a huir de sus comunidades, y aún están sin casa, tierras y tranquilidad, me explicó Azalia.

A mi pregunta respondió primero con una gran sonrisa, y resonó en el patio central del FrayBa y que la hizo echarse para atrás de la silla. La hizo tomar aire fresco y explicó que los pueblos originarios tienen sus creencias y su propia lógica de alicientes para la sanación. Además, en las clínicas de gobierno, tienen una denuncia del deficiente “cuadro básico”, quieren resolver todos los males del espectro de morbilidad con “paracetamol”. Y que hay una experiencia medicinal de los pueblos que los citadinos, no valoramos y que en sus tratamientos da mejores resultados. (Sugiero revisar el sistema de indicadores de género de lNMUJERES/INEGI para contextualizar).

 

M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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