Resulta difícil no conmoverse ante las imágenes que han circulado recientemente en las redes que muestran los cuerpos inertes de un padre y su pequeña hija que perdieron la vida en el intento de buscar mejorarla o quizás salvarla. La migración vuelve a presentarse en una escena fatal que incluye a una niña. Ver o saber del sufrimiento de un niño o una niña nos recuerda, de alguna manera, la vulnerabilidad de nuestra propia infancia, o si es que tenemos hijos y/o hijas la fragilidad que les acompaña.
La infancia es una etapa fundamental para el desarrollo integral de cualquier ser humano, es ese tiempo entre el nacimiento y la adolescencia en el que se completa la evolución que inició en la gestación y que requiere de cuidados y atenciones que permitan el sano crecimiento biológico, emocional, psicológico, físico y espiritual.
Los niños y las niñas en todo el mundo representan la mitad de los casi 900 millones de personas que viven con menos de dos dólares al día. En datos de 2013, aproximadamente 124 millones de niños y adolescentes se encontraban desescolarizados, y dos de cada cinco niños dejaban la escuela primaria sin haber aprendido a leer y escribir y sin haber aprendido las herramientas matemáticas básicas. En el 2014, alrededor de 160 millones presentaban retraso en el crecimiento, según informes de Unicef. Además, a pesar de los notables avances en los porcentajes de inserción escolar en el mundo, el número de niños de 6 a 11 años que no asisten van en aumento desde el año 2011, siendo de causas multifactoriales, incluida la migración.
Y es que, como lo dije en este mismo espacio en mi colaboración pasada, la migración es una realidad que no dejará de acompañar a la humanidad y que va en aumento, y sus riesgos afectan más a los más vulnerables. En 2017, el número de migrantes internacionales fue de alrededor de 258 millones en todo el mundo, frente a los 244 millones de 2015. Las mujeres migrantes constituyeron el 48% de estos. Se estima que hay 36,1 millones de niños migrantes, 4,4 millones de estudiantes internacionales y 150,3 millones de trabajadores migrantes. Aproximadamente, Asia acoge el 31% de la población de migrantes internacionales, Europa el 30%, las Américas acogen el 26%, África el 10% y Oceanía, el 3% (Datos proporcionados en el Portal Global de Datos Migratorios).
Con el compromiso de las naciones, de cara al cumplimiento de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, México y otros países se obligaron a “no dejar a nadie atrás”, pero las desigualdades estructurales y los peligros y violencias que enfrentan las personas que migran ahí siguen estando, más si se trata de personas que no han cumplido los dieciocho años.
El Comité de la ONU sobre la Convención de los Derechos Niño recomendó a nuestro país en junio del 2015: Adopte todas las medidas necesarias para poner fin a la detención administrativa de niñas y niños migrantes y continúe estableciendo refugios comunitarios para ellos y que aplique el Protocolo de Atención Niñas, Niños y Adolescentes migrantes no acompañados en refugios de manera efectiva; intensifique los esfuerzos para prevenir asesinatos, secuestros, desapariciones, violencia sexual, explotación y abuso de niñas y niños migrantes, e investigar, enjuiciar y sancionar a los responsables; garantice que sean informados sobre su estatus legal, asegurando que entiendan plenamente su situación y proporcione los servicios de defensa pública y/o tutores en todo el proceso; Adopte medidas integrales para prestarles asistencia y garantizar su acceso a la educación y la salud y su protección frente a la violencia; entre otras.
Una imagen con un padre y su hija de El Salvador nos conmociona, dos adolescentes migrantes hondureños fueron asesinados en diciembre pasado en Tijuana y tan sólo en los inicios del 2019, por lo menos 3,000 niños y niñas migrantes han cruzado de Guatemala a México. La migración centroamericana está en el mundo, en nuestro país, en nuestro Estado mostrando esas desigualdades que ponen en peligro la vida y el futuro de cada niño o niña que viaja de un lado a otro dejando a veces amigos, a veces abuelos u otros arraigos.
Melba Adriana Olvera es Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California. Correo: melbaadriana@hotmail.com