En días pasados, aquí en Mexicali, se celebró con bombo y platillo el día del abogado, fue un 12 de julio memorable siguiendo la tradición que se inició en el año de 1960, implantada por el presidente de la república en aquel tiempo, el Lic. Adolfo López Mateos.
Se conmemoran dos sucesos importantes para nosotros los mexicanos profesionales del Derecho. La enseñanza del Derecho en este país, que se inició el 12 de julio de 1533 en que se dictaron las primeras ordenanzas del buen gobierno.
Veinte años después de aquella fecha, el 12 de julio de 1553, Don Bartolomé de Frías y Albornoz leyó ante los testigos de importancia, la prima de leyes, siendo esta una de las cátedras que había en ese tiempo, igual que el Digesto en el que se introducían los principios fundamentales del derecho romano.
Un abogado es un profesional que habla por otro, fundamenta su formación en el estudio de normas o preceptos que guían la conducta ciudadana, su principal función es la de ofrecer asesoría jurídica a sus clientes.
La presencia del jurisperito contribuye al orden y la seguridad en la sociedad, solucionando conflictos entre particulares e interviene en el establecimiento de políticas públicas como parte de la organización de un Estado moderno, social, democrático y de derecho. Busca un justo reparto de la riqueza siguiendo el lema de la paz y la concordia, que hace posible la convivencia humana.
El derecho está orientado también a la consagración de un Estado democrático, o sea, sus disposiciones deben ser producto de la intervención en la toma de decisiones fundamentes que atañen a la sociedad.
El Estado, obra y creación del derecho, se puede definir como un poder de mando jurídicamente regulado y que, como señalábamos antes, permite la coexistencia de los individuos agrupados en lo que se conoce como sociedad.
El Estado se integra por población, derecho y territorio, es un instrumento dotado de fuerza jurídicamente regulada con el objeto de facilitar y propiciar la coexistencia mediante normas y de obediencia general y que, en el caso de desobediencia, trae como consecuencia la aplicación de normas que van acompañadas de una sanción. El Estado fija normas reguladoras de la conducta humana y los procedimientos para aplicarse éstas a la vida cotidiana.
El Estado es un instrumento para asegurar la libertad de los individuos y para ello se reserva un espacio de defensa del conjunto de reglas que se conoce como derechos humanos, esto es un conjunto de normas que debe asegurar la libertad y la seguridad de los habitantes de determinado espacio territorial.
El abogado genuino sostiene permanentemente una lucha contra la corrupción y la impunidad, contrario a lo que se manifiesta en el decir cotidiano que pinta a este profesional como un dechado, hábil en la consumación de trampas y triquiñuelas encaminadas, aprovechando su experiencia y conocimientos jurídicos, para violar la Ley.
El abogado que así actúa y que se propone medrar aprovechando la vigencia de un ambiente de corrupción y de inmoralidad, no puede ser considerado como un jurista, sino como un vulgar tinterillo (En la antigüedad se daba ese nombre a los abogados expertos en violar la ley y carente de ataduras morales).
El enemigo del abogado es el funcionario corrupto que niega el valor del derecho y la justicia a cambio de una dádiva por encargarse de torcer la Ley al aplicarla, dando al traste al orden social y vulnerando la tranquilidad ciudadana.
Nota: Quiero aprovechar este espacio para agradecer al Colegio de Abogados de Mexicali, la distinción con la que me honraron el día del abogado, inmerecida pero tal vez fundada en 43 años de ejercicio en la docencia del Derecho Penal, es de hombres bien nacidos el saber agradecer los favores recibidos, diría Cervantes en boca de Don Quijote de la Mancha.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.
