El presidente Andrés Manuel López Obrador rechazó que la sustitución de Gonzalo Hernández Licona como director del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) fuera un “castigo”, luego de que el ahora exfuncionario haya cuestionado las medidas de austeridad implementadas por el Gobierno federal.
“No, no fue eso, sí me enteré que andan diciendo eso (que fue un castigo), pero nosotros no somos injustos”, aseguró el mandatario este martes en su conferencia mañanera.
Reveló que la decisión del reemplazo había sido tomada “desde hace un mes” y María Luisa Albores, secretaria de Bienestar, fue quien sugirió el movimiento porque “ya era tiempo de que se dieran los cambios ahí, que lo fuera viendo”.
El pasado 18 de julio, Hernández Licona criticó en su columna, publicada en Animal Político, las medidas de austeridad y los recortes que alcanzaron al Coneval, al señalar que “la austeridad es importante para un servicio público que se había excedido desde hace varios años. Los excedentes petroleros financiaron el gasto corriente en las últimas décadas; una parte fue para engrosar la burocracia. Había que corregir, pero hay que hacerlo con cuidado”.
En entrevista con Grupo Fórmula, Hernández Licona declaró que la noticia de su salida al frente del consejo se había mantenido como un rumor. “Yo decía que hasta que no hubiese papelito, pues no había nada. Ayer apareció el papelito y el presidente nombró a otra persona. La transición fue tersa; el doctor Cruz llega con buen ánimo para trabajar con el Coneval”, aseguró.
Para algunos analistas, como Denisse Dresser, los recortes del Gobierno Federal pretenden “acabar” con el Coneval y con ello reiterar un mensaje dual y ominoso:
“La política social -como lo demuestra la cancelación de las estancias infantiles- será enteramente discrecional y no contaremos con mediciones que comprueben su impacto. Habrá chismes, opiniones, “otros datos” muy distantes de la realidad”.
En su artículo publicado en la revista Proceso, la analista remató: “cuando un grupo que asume el liderazgo elimina la evidencia sobre cómo lo ejerce, deja de ser un gobierno. Se vuelve un culto, o una secta, de esas que creen en los ovnis, la telepatía, el Triángulo de las Bermudas y los milagros de la Cuarta Transformación”.
Con información de El Financiero y Proceso.